Capítulo 16: «Seduciendo al peligro»

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3:25 a.m. El sueño de Camille, de repente dejaba de ser tan placentero cuando unos incesantes gemidos se escuchaban desde la habitación de al lado. Contrario a como siempre despertaba, abriendo un ojo y después el otro, esta vez despertó de golpe, como si fuese una pesadilla. La ira rebosaba de sus ojos, que se encontraban más abiertos de lo normal a causa de la oscuridad.
Tom despertó también al escuchar unos pasos alrededor de él, y cuando la luz se encendió, tuvo que llevar su antebrazo al rostro para no quedar ciego.
―¿Qué demonios sucede contigo? ―preguntó cuando al fin pudo ver bien, y sus ojos encontraron a Camille frente a él, apoyada en una pierna y con los brazos cruzados.
―¿Escuchas eso? ―preguntó ella irritada. Tom frunció el ceño, y a lo lejos escuchó lo que definitivamente eran, gemidos de una mujer. Claro que lo sabía, él conocía muy bien ese tipo de sonidos, de modo que se limitó a echarse una risa.
―¡¿De qué te ríes!?
―Vuelve a dormir ―inquirió Tom sin darle mucha importancia―. Probablemente se detengan dentro de unos minutos.
―¡Es que no importa si se detienen!—vociferó y de repente un mareó la sometió eventualmente a un fuerte dolor de cabeza. Llevó su mano a la cabeza y trató de mantener el equilibrio—¡Ya me han despertado!
―¿Y qué haremos? ¿Una competencia de quién grita más? ―cuestionó Tom, y Camille ya anticipaba el comentario que iba a salir de su boca―. Porque sabes, estoy seguro de que podría hacerte gritar el doble―Tom sonrió de manera cínica, y Camille no hizo más que arrojarle un cojín.
―Idiota ―espetó la pelirroja―. Levántate, iremos a hablar con esos…animales.
―Tú hablaras con ellos ―le corrigió Tom―. A mí no me molesta.
―No seas tan llorón y levántate de allí ya ―replicó Camille, tomándolo del brazo y obligándolo a incorporarse.
―Joder ―masculló Tom al levantarse, y Camille no pudo evitar fijar su mirada en los abdominales de Tom descubiertos, exquisitamente pronunciados. ¿Cómo se suponía que debía controlarse cuando Tom dormía semidesnudo? ¿Acaso la vida le estaba cobrando todo lo malo que había hecho, poniéndole semejante tentación? Sus pensamientos se difuminaron cuando reparó en que había estado mirando a Tom mucho tiempo.
―Oh claro, ahora sí quieres ―dijo Tom volcando los ojos―. Deja de verme así, que nada de lo que tu sucia mente está pensando va a hacerse realidad.
―Eso ni tú te lo crees ―bufó Camille caminando tras él, y Tom no hizo otra cosa más que reír. Claro que ella tenía razón, él no podría negarse a pasar una noche con ella en ninguna circunstancia, no importaría la hora, el día o el momento, él simplemente no dudaría en decir sí.
Tom aclaró su garganta, y con Camille detrás de él, tocó dos veces la puerta. Los gemidos cesaron, una buena señal para Camille, pero no tanto para Tom. Él sabía lo fastidioso que podía llegar a ser las interrupciones en medio del sexo, y hasta ese momento en lo único que podía pensar, era en que el tipo que se encontraba dentro de esa habitación no midiese más de un metro sesenta.
Claro que cuando el chico salió resultó medir más de un metro sesenta, mucho más que eso. Tom asumió la razón de tanta gritadera cuando vio que aquel hombre era nada más y nada menos que de piel oscura, largas piernas y unos labios extremadamente carnosos. Tragó con dificultad, mirando hacia arriba y luego hacia abajo, recorriéndole con la mirada, sin poder evitar fijarse en que el hombre sólo llevaba una sábana blanca.
―¿Sí? ―preguntó con voz tosca. Tom sintió unas ganas irremediables de ir al baño.
―Di algo ―susurró Camille dándole un codazo en la espalda.
―Ehmm…amigo…—dijo, dirigiendo su mirada hacia arriba―¿qué tal, eh?—El hombre le miró de pies a cabeza, sin responder nada, simplemente con una ceja enarcada―Supongo que muy bien ―se respondió a sí misma al ver una cabellera rubia asomarse tras el hombro del moreno. El hombre arqueó ambas cejas, y se cruzó de brazos―. Lo siento ―agregó después tragando con dificultad―, es sólo que…
―Al grano amigo, estoy en medio de algo aquí ―dijo el hombre nuevamente de manera hostil.
―Sí, acerca de eso. Sólo quería pedirte, ya sabes… son las cuatro de la madrugada, y tu…tu ¿novia? ―El hombre negó con la cabeza―. Bueno, lo que sea, está… ¿Cómo decirlo? Hace mucho ruido, y es…es imposible dormir.
―¿Me estás pidiendo que deje de follarme a mi esposa, en mi luna de miel, sólo porque ustedes dos no pueden dormir?
―Cuando lo dices así suena estúpido ―murmuró Tom para sí mismo―. Pero bueno, creo que sería…pru…dente.
―Escucha amigo, ya tuviste tu oportunidad ¿por qué no me dejas a mí disfrutar de la mía, eh?
―¿¡De qué oportunidad está hablando!? ―intervino de repente Camille. Tom abrió los ojos tanto que pareció que se iban a salir de sus órbitas.
―Joder, luego te explico―Tom trató de disipar su discusión, y de inmediato se volteó al hombre―. No importa, déjenlo así, nosotros nos vamos.
―¡Claro que no! ―dijo Camille colocándose frente a Tom―. Escúcheme bien ―masculló colocándose frente a aquel gigantesco hombre, y haciendo énfasis a cada una de sus palabras, con su dedo índice comenzó a golpear su pecho―¡Usted, y su “esposa” van a tener que irse a follar a cualquier otro motel de porquería, porque aquí sí hay gente normal que quiere dormir a las cuatro de la madrugada!
La mirada de él se dirigió rápidamente a Tom, era algo obvio, sabiendo que un hombre no puede ponerle las manos a una mujer, y menos a una que le llega a la altura de sus hombros. Pero desafortunadamente para Tom, sería más parejo si fuese a él a quién golpeaban, y no estaba dispuesto a arriesgar su vida por eso.
De modo que antes de que Camille dijese otra cosa, la tomó por la cintura y la cargó hasta la habitación, soportando todos los berrinches y patadas que Camille le ofrecía en esa posición. Finalmente, la dejó caer en la cama y cerró la puerta asegurándola.
―¿¡Qué demonios pretendes!? ―vociferó Camille cuando cayó en la cama.
―¡Salvarte la vida! ―respondió Tom gritando de la misma manera, y comenzó a dar vueltas en círculos por toda la habitación.
―¡Por favor, he matado a cinco hombres a la misma vez que duplican su tamaño!
―¿¡Por un momento podrías dejar de lado el asesinar a alguien como solución!? ―cuestionó Tom—¡Además, a quién iban a golpear es a mí, no a ti, y yo no iba a matarle!
De pronto todo quedó en silencio.
― ¿Escuchas eso? ―murmuró Camille de repente. Tom agudizó su oído, esperando oír algo.
―No…―respondió frunciendo el ceño. Camille sonrió ampliamente, y se acostó.
―Exacto ―se limitó a decir, y Tom volcó lo ojos.

•••

Por la mañana, a una hora que para el dormir de Camille y Tom, sí era prudente, los puños de alguien se escucharon tocando la puerta. Por suerte para ambos, Camille ya estaba despierta, alistando su equipaje, mientras Tom aún seguía en el baño dándose una ducha.
―¿Quién es? ―preguntó Camille mientras terminaba de calzarse su zapato.
―Evan, ábreme ―respondió la voz, y Camille abrió los ojos exageradamente. Se levantó de inmediato, y miró hacia los lados como si buscase una salida. Caminó en círculo alrededor de la habitación, escondiendo todo rastro de la ropa de Tom bajo la cama, mientras trataba de hacer el menor ruido posible.
―¡En un minuto! ―dijo mientras seguía escondiendo el equipaje del pelinegro. Justo en ese momento, Tom salió cepillándose los dientes, con una toalla atada a su cadera y una nube de vaho rodeándolo. Camille se acercó a él caminando a zancadas, y empujándole del pecho lo volvió a meter al baño.
―¿¡Qué demon…!?
―¡Shh! ―le interrumpió Camille, lanzándose encima de Tom, quien para ese momento yacía en el piso, tumbado por Camille.
―¿Camille, estás bien? ―preguntó Evan de repente, y al escucharlo Tom y Camille juntaron sus miradas en un instante de pánico efímero.
―¡Quédate aquí, y no salgas! ―susurró Camille lo más alto que el murmullo le permitiese. Tom asintió tragando con dificultad, y cuando Camille finalmente se levantó, él cerró la puerta.
La pelirroja caminó a paso lento, tratando de calmarse. Finalmente estuvo frente a la puerta, y abrió un mínimo espacio en el que ella se plantó evitándole ver hacia adentro. Cuando intentó entrar, Camille cerró un poco más la puerta impidiéndole el paso.
―¿Qué quieres?
―Necesito hablar contigo ―dijo Evan extrañado por la actitud de Camille. Claro que ella siempre era extremadamente hostil con él, pero ese día era diferente―. ¿No vas a dejarme entrar?
―¿Es muy importante? ―cuestionó Camille. Evan simplemente asintió, y sin más opción, la pelirroja se hizo a un lado para que él entrase. Cuando así lo hizo, miró hacia los lados, examinando y olfateando la habitación, algo que de inmediato puso a Camille más nerviosa de lo que debía.
―¿Qué tanto buscas, eh? ―le preguntó ella.
―Aquí…aquí huele a perfume de hombre ―aseguró, para después preguntar―: ¿Y dónde está Brokelle? ¿Por qué no ha ido a trabajar en todo el mes?
―Está enferma ―respondió Camille, respondiendo a las dos últimas preguntas.
―¿Y aquí porqué huele a hombre? ―preguntó de manera acusadora―Camille, sabes que no puedes meter hombres a la habitación del hotel.
―Estás alucinando ―inquirió Camille― ¿Y desde cuándo tengo que seguir tus reglas?
Evan se echó una carcajada cínica.
―Linda, es una lástima que desperdicies tu tiempo con franceses estúpidos.
―Al grano, Evan ―repuso Camille sin tomarle mucha importancia al comentario.
 ―Bien, sólo vengo a decirte que no nos vamos hoy ―Camille iba a preguntar por qué, pero Evan continuó, respondiendo de antemano lo que sabía que iba a preguntar―. ¿Recuerdas a Carter? ―Camille asintió―El hijo de él, está vivo. Tienes que deshacerte de él antes de ir a Alemania.
―¿Y por qué no lo haces tú? Yo ya tengo todo listo.
―Porque Caleb ha dicho que tú lo harás ―respondió el castaño―. Sólo será un día, partirán mañana.
―¿Ya te has encargado de los boletos aéreos?
―Sí, mañana temprano. Iremos en el mismo avión, para tu suerte ―Evan guiñó un ojo, y Camille simplemente le ignoró.
―¿El chico es peligroso? ―preguntó la pelirroja.
―No mucho ―dijo él ―, pero ya sabe quién eres. Tienes que ser cuidadosa, el chico quiere eliminarte lo antes posible.
—No es el único —dijo con sonrisa arrogante.
―Y eso es todo ―concluyó el castaño―. Tienes que hacer todo hoy.
―Bien, te llamo cuando termine ―Camille prácticamente lo empujó hasta la salida, y cuando finalmente él estuvo afuera, ella azotó la puerta sin darle tiempo de decir siquiera un “adiós”.
Se tumbó en la cama, llevando ambas manos a su rostro, y segundos después escuchó la puerta del baño abrirse, y con ella Tom salió.
―¿Quién era ese tipo? ―preguntó Tom con un dejo de celos en la voz. Algo que Camille no captó en aquel momento de tensión, pero era más que obvio.
―Me sorprende que no lo sepas ―murmuró la pelirroja. Tom sonrió orgulloso de su trabajo.
―Déjame adivinar… ¿Evan?
―Bingo ―bufó Camille volcando los ojos, como si aquello fuese una gran novedad. Tom simplemente rió, y terminó de ponerse su ropa.
Ambos bajaron en el elevador, Brokelle y Bill ya tenían reservada una mesa para desayunar en lo que parecía ser una terraza, con una hermosa vista a la ciudad de París. Les daba cierta nostalgia, después de todo haber pasado un mes allí había sido bastante divertido, y en ciertas ocasiones romántico. Y ahora que debían irse, la idea no les agradaba mucho.
Sabían que una vez que pisaran suelo alemán, deberían tener más cuidado, más aún Camille, que estaba un tanto confundida. ¿Qué iba a suceder después de París? ¿Tom seguiría persiguiéndole? Muchas incógnitas, y a Camille le desesperaba no tener respuestas.
―Buen día ―saludaron Brokelle y Bill al unísono, tomados de la mano bajo la mesa. Camille y Tom se sentaron frente a ellos después de saludarles también.
―Ya pedimos por ustedes ―les hizo saber Brokelle. Bill había pedido por Tom, y Brokelle por Camille. Después de todo, no había personas más calificados que su gemelo y su mejor amiga para conocerlos mejor. Camille y Tom esbozaron una sonrisa y esperaron a que les trajesen el desayuno.
―¿Evan habló contigo? ―preguntó Camille a la rubia. Brokelle le dio un sorbo a su jugo de naranja al tiempo que asentía.
―Bien, iremos por la tarde. A eso de las 2 estará almorzando en un restaurante… creo que se llama…―Y Mientras Camille recordaba el nombre, Brokelle miraba con complicidad a Bill―En fin, olvidé el nombre, pero tengo la dirección.
―Oh Cam, acerca de eso…verás yo…
Camille lo presentía, y no pudo hacer más que bufar.
―¿Tú saldrás con Bill y dejarás tu trabajo botado de nuevo? ¡Joder, Brokelle! ¡No puedo hacerlo todo yo! ―Un par de cubiertos se escucharon caer al suelo. Tom los tomó y los alejó de Camille…
La pelirroja iba a decir otra cosa, pero llegaron los meseros con su desayuno, de modo que se vio obligada a callarse. Le lanzó una mirada amenazante a su amiga, y se tomó el jugo de naranja de Tom de un solo trago.
―Ese era mi…―Pero la mirada de Camille lo obligó a callarse―No importa, puedes tomártelo.
Camille apoyó los codos en la mesa y ahuecó su rostro en sus manos.
―Y… ¿de quién se harán cargo hoy? ―preguntó Tom, y de inmediato todas las miradas se clavaron en él.
―El hijo de Carter ―respondió Brokelle tímida.
―¿Phillipe? ¿Phillipe Boissieu?
Camille asintió extrañada.
―¿Y tú como lo conoces? ―indagó la pelirroja.
Tom abrió sus ojos, y de inmediato un agudo dolor se hizo presente directo en su pierna. Llevó su mirada a su muslo, y encontró su pantalón rasgado, manchado de sangre, con una herida profunda en su pierna. Tragó con dificultad, y reparó en que sus manos y sus piernas estaban amarradas a una silla, donde él estaba sentado.
Unos pasos se escucharon cada vez más cercanos a él, y de inmediato una luz cegadora iluminó directo a su rostro. Era él, lo último que vio antes de quedar inconsciente por un golpe, aquellos ojos verdes se convertían en su peor pesadilla, más aún para Tom, quién a sus diecinueve años aún era muy novato para el negocio en que se había metido.
Una carcajada hizo eco en el recinto que Tom estaba, y junto con ellas otros pasos se escucharon cercanos.
―Phillipe, déjalo ir. No vale la pena ―se escuchó decir una voz grave e imponente.
―Vamos papá, puedo divertirme un poco más con él ¿no crees?
―Ya tuviste mucha diversión por hoy —dijo de nuevo el hombre, refiriéndose a la paliza de la que Tom había sido víctima hacía unos minutos, antes de desmayarse. Proporcionada por nada más y nada menos que aquel chico, de su misma edad, un desgraciado que se hacía llamar Phillipe―. Déjalo ahora, esa pequeña rata no podrá hacernos nada.
―Pero papá…
―Phillipe, he dicho que lo dejes ahora.
Sus ojos verdes y llameantes de ira se dirigieron a los de Tom, que para ese momento ya estaban rodeados de hematomas.
―Tienes suerte ―murmuró el castaño, haciendo presión en la herida de la pierna de Tom. Él, quien para esa edad solía llevar unas rastas castañas, hizo todo lo posible para no gritar, para no emitir ni un solo sonido lastimero, que le hiciese saber que llevaba ventaja sobre él. Aunque claro, aquellos era más que obvio―…mucha suerte…pero tu hermano no tanta—Y se echó una carcajada que caló en lo más profundo de Tom.
―¿Tom? ―cuestionó de nuevo Camille, al ver que el pelinegro estaba absorto en sus propios pensamientos.
―Yo sólo…lo conozco―se limitó a responder.
―Un momento…―murmuró Camille. Una idea había iluminado su cabeza―Ya que estás aquí…podrías servir de mucha ayuda ¿no crees?
―Cuenta conmigo ―repuso Tom con seguridad. Estaba seguro de que esa tarde, le haría pagar a Phillipe Boissieu todo lo que le había hecho.

•••

Camille terminó de calzarse su bota, una dónde escondía sutilmente su arma. Se levantó de dónde estaba sentada, y acomodó su cabello frente al espejo. Miró por la ventana, y el viento daba señales de que sería una tarde fría, de modo que tomando una gabardina de las tantas que traía, terminó de alistarse.
Tom estaba listo desde hacía minutos atrás, y con la ansiedad representada en sus manos sudadas y temblorosas, tomó las llaves del auto de Camille, y juntos se dirigieron al galerón donde escogerían un auto más apropiado para el trabajo que debían hacer.
Después de tomar varias armas, cloroformo para Camille, y escoger un BMWx6 en color negro, estaban listos para empezar con su trabajo. Camille dejó que Tom manejase, y en el transcurso comenzó a analizar como haría su trabajo. Descartó varias opciones, porque la mayoría incluía hacerlo demasiado público, algo que definitivamente no le agradaba. Finalmente estuvo segura de lo que haría, y después de consultarlo con Tom, todo estaba listo.
―Me gustas más pelirroja ―dijo Tom. Camille se había puesto una peluca de ondas rubia para distraer a las personas.
―Me gustas más callado ―contraatacó ella, y Tom simplemente se echó una carcajada

•••

―Señor Boissieu, ¿Desea algo más? ―preguntó uno de los guardaespaldas del castaño. Phillipe se levantó, y sacudiendo su costoso traje negó con la cabeza.
―Iré al baño un segundo, vuelvo pronto.
―¿Desea que lo acompañe?
―Joder, Jean ¿podrías dejar de seguirme un minuto? ―le espetó de manera hostil. El hombre se limitó a agachar la cabeza y tragarse su furia. Aún así, debía mantener su vista fija en su jefe, de modo que así lo hizo hasta que este se perdió entre las puertas del baño.
Phillipe caminaba con el mismo semblante que había heredado de su padre, arrogante e imponente. No le importaba nada más que él, más que su fortuna y la satisfacción que tendría de matar a aquella zorra que le había arrebatado a su padre, la única persona en quién confiaba. Sabía bien quién era ella, llevaba el cabello rojo, era bastante atractiva, y solía hacer sus “trabajos” siempre vestida de negro, al igual que una rubia con la que acostumbraba terminar sus trabajos.
Lo curioso era que, en el asesinato de su padre había ido ella sola. Algo realmente insólito y…arriesgado. La furia le invadió de sólo pensar lo fácil que había sido matar a su padre, un hombre tan recalcable. Respiró profundamente, y se adentró al baño.
Una melodía tarareada salía por uno de los cubículos, y Phillipe simplemente la ignoró y bajó su cremallera hasta acercarse al urinal. Mientras se relajaba y hacía lo suyo, escuchó como la melodía se detuvo y en lugar de eso, se escuchó la puerta abrirse. Frente a él había un espejo, de modo que en lugar de voltearse, fijó su mirada al frente.
Cuando le vio salir supo que lo conocía, sin embargo no pudo recordar de dónde. Entrecerró sus ojos enfocándose en recordar quién era ese hombre que lo miraba de manera amenazante y cínica, como si estuviese a punto de cobrarle algo que él le debía.
Entonces lo supo, y no hizo más que tragar con dificultad.
―¿Kaulitz? ―musitó frunciendo el ceño.
―Nos vemos otra vez, Boissieu ―Y guiñó un ojo. Se acercó a él tan rápido que Phillipe no pudo hacer más que patalear cuando estuvo entre sus brazos, después de siete años Tom había ganado musculatura, astucia y unos centímetros más que el castaño, de modo que estaba en total desventaja.
Probablemente hubiese reaccionado si Tom aún llevase rastas, pero para suerte de Tom, Phillipe no tenía buena memoria, y al tratar de concentrarse no hizo más que entregársele a Tom de manera estúpida.
Sólo bastó que tomara un poco de aire para que el cloroformo calara dentro de él y lo dejase inconsciente. Tom había cumplido la mitad de su parte, y ahora era hora de que Camille hiciese la de ella. De modo que el pelinegro la llamó al celular, y con un simple “listo” Camille estuvo allí en menos de un minuto, contemplando el cuerpo de Phillipe inconsciente en el suelo.
―Yo me encargo de los cocineros, sácalo por la puerta de atrás.
―¿Tienes las llaves? ―preguntó Tom. Camille se las extendió de inmediato.
―¿Crees poder aguantarlo? ―cuestionó la pelirroja al ver a Tom tratando de cargarlo.
―Sí, claro. De todos modos lo arrastraré como la rata que es.
Camille sonrió y luego dijo:
—Tendrás que contarme esa historia luego.
Tom asintió apurándola, y Camille salió junto con su arma. Los baños exclusivos estaban escondidos al lado de la cocina, y eran sólo para cliente sumamente importantes, como lo era Phillipe Boissieu. Tenían una puerta que daba directo a la cocina del Chef principal, de modo que Camille tomó ventaja de eso. Ya que atrás de la cocina, se encontraba un callejón, y dentro del callejón, la camioneta.
Cuando intentó abrir la puerta uno de los meseros la detuvo.
―Disculpe, pero no puede permanecer de este lado del restaurante señorita.
Camille sacó su arma y apuntó directo al cuello del chico.
―Escúchame bien, lindo. Quédate callado, y nadie saldrá herido ¿vale?
El chico asintió atemorizado, y alzó sus manos en señal de que se rendía, y que no tenía ninguna clase de intención en intervenir con su plan.
Camille lo tomó por el cuello, y apuntándole con el arma lo llevó hasta el centro de la cocina. Allí, se escucharon varios gritos inofensivos y se percibieron varios rostros asustados. Para el gusto de Camille, aquello era demasiado público, pero no tenía alternativa desde que todo fue de última hora. Sin importarle mucho, o más bien, sin importarle, disparó al teléfono que se encontraba adherido a la pared, haciéndolo completamente inútil.
―Y si escucho una sola sirena de policía, nadie de aquí sale vivo ―espetó, y su rostro estaba casi escondido por unos grandes lentes de sol―. Todos al suelo ―añadió después, de inmediato todas las cabeza allí parecieron esconderse tras los muebles.
―¡Listo! ―gritó lo suficientemente alto para que Tom la escuchase. El pelinegro abrió la puerta, y arrastrando de los pies al castaño lo llevó hasta la salida de atrás. Todos allí miraban aterrorizados la escena, aunque era más por él dinero que perdían al ver a Phillipe muerto, que por la catástrofe a la que estaban sometidos.
Después de un tiempo prudente, Camille supo que era hora de salir de allí. Así lo hizo, no sin antes amenazar al chef principal, llamándole por su nombre completo, y advirtiéndole que si decía algo, no sería él el que caería, sino toda su familia. Claro que Camille no les haría daño, ese definitivamente no era su estilo, pero estaba segura de que así lograría mantenerlo callado.
Finalmente salió a paso rápido de allí, y una vez que cerró la puerta, Tom arrancó el vehículo a toda velocidad.

•••

Él abrió los ojos, y de momento todo fue oscuro. Justo como alguna vez Tom estuvo, Phillipe comenzó a escuchar unos pasos acercándose a él, acechándolo. Pero a diferencia de Tom, el sonido de los pasos no eran toscos y pesados, sino más bien gráciles y coordinados, como los de una mujer. Sí, definitivamente eran unos tacones los que se acercaban a él. Y aquello no era una buena señal, en ningún sentido.
―El peor error que cometiste fue dejarme ir ―murmuró una voz muy cerca de su oído, pero para él no tuvo sentido en aquel momento escuchar la voz de un hombre, en lugar de la de una mujer. Aquello lo dejó momentáneamente confundido.
―Yo no podría cometer el mismo error ¿no crees? Después de todo, podría tener un poco más de diversión
Phillipe recordó aquel momento en el que estaba torturando a Tom con golpes inhumanos, y sintió exactamente lo mismo cuando un fuerte puñetazo arremetió directo a su mandíbula. Un agudo dolor recorrió todo su cuerpo, de pies a cabeza, erizando hasta el último de sus cabellos.
―Te juro…te juro…que cuando salga de aquí…voy a… a ma…matarte ―masculló Phillipe, entrecortadamente por los jadeos que emitía. Tom se echó una carcajada sonora, que hizo eco en el galerón en el que se encontraban.
―¿Crees que vas a salir de aquí? ―cuestionó Tom con burla.
―Claro que lo haré. Tú no tienes las agallas para matarme, no pudiste hacerlo cuando tuviste la oportunidad ―respondió Phillipe mascullando las palabras.
―Oh no, claro que yo no voy a matarte. Ese no es mi trabajo ―murmuró Tom con una sonrisa socarrona, caminando alrededor del castaño.
Phillipe finalmente pudo ver bien cuando el pañuelo que obstruía su visión fue apartado de su cabeza. Pero en ese preciso instante, deseó ser ciego, deseó no poder ver lo que tenía frente a sus ojos, una pesadilla, un miedo que tenía desde que había visto el cuerpo de su padre brutalmente asesinado.
―Es trabajo de ella ―agregó segundos después, cuando lo ojos de Phillipe se clavaron en los de Camille.
Ella estaba frente a él, sentada en un sofá descuidado, con ambas manos echadas hacia atrás, apoyadas en el respaldo. Tenía una ceja arqueada, y una sonrisa de medio lado, denotando el mal por sus labios curveados. Aquello parecía una leyenda urbana, la asesina que aparecía cada vez sus víctimas abrían los ojos, con esa pose que la hacía ver aún más afrodisiaca. Mala suerte para Phillipe, porque aquello no era una pesadilla, sino tan real como el hecho de que pronto ya no estaría respirando.
―Oí que andabas buscándome ―dijo Camille mientras se levantaba y quedaba de pie frente a él.
―Perra ―espetó Phillipe mientras apretaba su mandíbula adolorida. Pero la impotencia era por lo que más sufría, y por lo que ahora unas lágrimas de furia se asomaban por sus ojos.
Camille se echó una carcajada, y se posicionó tras él. Tom le extendió lo que parecía ser una cuerda de metal, con dos agarraderas de madera a cada extremo. Lo puso alrededor del cuello del castaño, y tras jalar de ambos extremos con fuerza, finalmente su trabajo estaba hecho.
Camille tiró la herramienta a una bolsa de plástico. Le dirigió una mirada a Tom, y tras sonreírle, murmuró:
―Es hora de irnos.
Tom le siguió los pasos hasta llegar al auto, y al contemplarla caminar con tanta soltura, sintió unas ganas irremediables de comérsela a besos. Camille miró sobre su hombro a Tom, y esbozó una sonrisa traviesa. Aquello hizo que Tom tragase con dificultad, y se preguntase sí mismo algún día podría encontrar una mujer como ella.
No era que fuese perfecta, sino más bien; perfectamente hecha para él.



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3 Response to Capítulo 16: «Seduciendo al peligro»

3 de diciembre de 2010, 11:14 p. m.

Cuanto me he tardado en comentar? xD
No importa hahahah es que con eso de que mi madre quería que la ayudara a armar el arbol navideño y esas cosas a las que no le encuentro sentido, luego que tengo que sacar a mi perra para que cague ¬¬º se e pasaron las horas xD
Ya yaaaaa! Hhahahahahah, cuando van a decirles a los del otro lado que no hagan tanto ruido, te juro que me reí porque así tipo que los imaginaba, Cam detrás de Tom de lo más rica, Tom con cara de idiota, y el hombre moreno queriéndolos estrangular por cortarle el rollo xD Y luego se la lleva xD y al final esa parte de:
― ¿Escuchas eso? ― Murmuró Camille de repente. Tom hizo silencio, esperando oír algo, pero simplemente no había nada.

― No…― Respondió frunciendo el ceño. Camille sonrió ampliamente, y se acostó.

― Exacto― Se limitó a decir, y Tom volcó lo ojos."

Hahahahaha la aaaamo, putamadre! nunca me cansaré de decirlo (:

Y luego fue Evan o.O pensé que descubriría Tom, me asusté wn d.d pero Cam lo ocultó, o sea no quería que le hicieran nada, o sea se preocupó, o sea le gusta, o sea se quedarán juntos, o sea soy feliz :D

Pobre Tom, ese idiota le pegó cuando era menor u.u JAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJA ok no me burlo xD pero me dio gracia y no sé porqué xD

Quería verlos aliados convirtiendo un crimen o.o lo necesitaba xD son tal para cual y quello ultimo de: "No era que fuese perfecta, sino más bien; perfectamente hecha para él." Me mató!!!!! -.-
Son perfecots, el uno para otro :D realmente toleraría que Tom estuviera con Cam en la vida real :D sólo si fuera como es aqui en el Fic xD si fuera una mosca-muerta NOOO ¬¬º

Esperaré el siguiente capi!
Quiero más y más (?)
Te quiero tonta ♥

7 de diciembre de 2010, 9:48 p. m.

mierda me he demorado tanto en comentar y en leer todo por las malditas exposiciones x(
waaaaaaa como habra gritado la chica para que camille no pueda dormir y tom tenia que segirla me imagino como habra sido la expresion de tom cuando vio al negraso ese
me dio un patatus cuando evan fue al hotel pense que decubriria a tom
y ese maldito de phillipe golpeando a tom x( bien merecido se tiene su muerte ahhhhhh me encanto como camille y tom hacian buena pareja para matarlo xD

No era que fuese perfecta, sino más bien; perfectamente hecha para él. hahahahah aca mi corazon se detuvo nose por cuanto tiempo xDcasi me da un desmayo como puedes escribir algo tan hermoso ♥
mil disculpas por la demora soy una ingrata por perderme dos capitulos tan ...... sin palabras xD

8 de diciembre de 2010, 4:36 p. m.

Jajaja Tranquila Zheila, lo importante es que comentas :D