Capítulo 22 «No juegues al extraño»

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La mañana era estremecedora. Sus ojos veían hacia afuera, los pinos ya se bañaban en nieve blanca, al igual que el alfeizar de la ventanilla a la que mantenía la vista fija, respirando frente a ella y cubriéndola de un manto de gotas diminutas. El frío le hacía ver su propia respiración, y el molesto sonido de una máquina del hospital no lograba aminorar su dolor. Sentía muchas cosas, algunas nuevas, algunas tan viejas como su remordimiento, pero todas por igual estremecedoras y caóticas.
Tan caóticas como para haberla hecho por poco morir.
Pero aquello ya no importaba, lo que importaba era la presencia de la persona que se encontraba a sus espaldas, la persona que había permanecido la mayor del tiempo en el hospital junto a ella, la persona que fue a comprar comida chatarra cuando ella se quejó de la comida del hospital, y la persona que durmió durante tres días en un incómodo sofá, justo a su lado.
Tom.
El invierno había llegado. A lo lejos el canto de un ruiseñor le aminoraba un poco la tensión, y el silencio tétrico que había entre ambos, ese día en particular. No quería voltearse, no quería mirarle a los ojos y sentir que su pecho se quemaba y el aire le faltaba. Cada vez que sus ojos se clavaban en ella eran como colmillos de una anaconda clavándose en su presa, doloroso, lento y agonizante. Aunque Tom no lo sabía, ni lo sospechaba.
Se propuso a sí misma matarlo cuanto antes, entre más tiempo esperaba más crecía ese sentimiento en su pecho, como si no estuviese siendo justa con él. En los últimos días, le miraba con ojos diferentes, como si Tom fuese otra persona, una… inocente.
Y aunque no lo era, ella lo veía así. Después de aquellos instantes ceñidos viendo la ventanilla, la voz de Tom la llamó.
―Ya podemos irnos, Cam ―le hizo saber. Ella esperó unos segundos antes de voltearse, y cuando finalmente lo hizo y trató de bajar de la camilla, emitió un sonido lastimero.
―¿Estás bien? ―preguntó Tom, acercándose a ella para tomarla y evitar que cayera. Aún se encontraba débil, y particularmente exhausta.
―No, necesito unas muletas ― le dijo, y formando un mohín de dolor se acercó al sofá, con ayuda de Tom, para sentarse.
―¿Muletas? ―cuestionó él―. Pero el médico dijo que estabas bien.
―Lo estoy ―le dijo ella―, pero tengo un esguince en el tobillo, o alguna mierda así.
―¿Qué? ―Tom se alarmó, casi irritado―. ¡El médico no nos dijo nada!
―Claro que no debía decir nada si le pagué más dinero del que gana en una semana.
―Tom frunció el ceño, aunque Camille no le dio mucha importancia al claro desacuerdo que el rostro de Tom expresaba.
―¿Por qué lo hiciste? ―preguntó.
―No creí que fuese grave ―dijo primero, pero después supo que aquello no era una excusa válida, aparte de que no era la verdadera. La mirada de Tom, incrédula, le hizo decir la verdad casi de inmediato―. Bien, no me gusta que me traten como si estuviese paralítica ¿vale? Brokelle tiende a ser muy sobre protectora en estas situaciones, y me asfixia.
―Es lo más estúpido que he escuchado ― bufó Tom.
―Pues acostúmbrate, he estado bajo medicamentos toda la semana.
Tom no hizo más que soltar una risa. Después salió de allí en busca de un par de muletas para Camille. Ella permaneció sentada esperando a Tom.
Aunque el dolor seguía ahí, y era bastante agudo, el médico dijo que no necesitarían de un yeso, y aquello Camille lo había agradecido. Odiaba sentirse “inútil” como decía ella, esa sensación de no poder hacer nada por sí sola, y tener que estar apegada a una persona que la ayudase. Y todo aquello le agradaba aún menos cuando esa persona, era precisamente Tom.
Bonito momento había escogido Brokelle para enfadarse con ella. Aunque ahora que lo pensaba, lo que había hecho había sido bastante estúpido… y egoísta. Bien, estúpido no era algo propio de ella, pero lo egoísta definitivamente sí. Ahora debía agregar un nuevo objetivo a su lista de cosas que mejorar “dejar de ser egoísta”.
Rió para sí misma ante su ironía, y en ese mismo instante Tom llegó y le extendió las muletas.
―Gracias ―se limitó a decir. Las tomó, los posicionó bajo sus brazos y trató de incorporarse. Ahora no era el dolor el que le impedía avanzar, sino el cansancio. Tres días en el hospital, evitando comer, y bajo medicamentos, no era lo más recomendable para tener energía, de modo que estaba particularmente cansada.
Aún así su orgullo no le permitía quejarse, y menos en frente de Tom. Ahogó sus quejas apretando su mandíbula, y a paso lento comenzó a avanzar.
Fue entonces, cuando Camille se sentó por cuarta veces en un pasillo de unos diez metros, que Tom supo que avanzar rápidamente no era algo del todo factible.
―Con una silla de ruedas avanzaremos más rápido ―le dijo. Camille apartó su vista del piso y la clavó en él de manera fulminante. Odiaba las muletas, pero una silla de ruedas era una vil ofensa. Tom lo supo con sólo verle los ojos, y se limitó a volcar los suyos.
―Bien, ya que tenemos todo el tiempo que durarás llegando a la salida, cuéntame cómo es que: Primero; tuviste un accidente, y segundo; tienes un esguince de tobillo.
Camille respiró hondo.
―Me fallaron los frenos ―dijo, y aunque no era del todo verdad, no se daría la vergüenza de quedar como una pésima conductora.
―¿Y tú tobillo? ―insistió Tom al verla ensimismada.
―Oh, eso ―recordó y se quedó en silencio―. Al bajar los escalones, resbalé.
―¿Resbalaste? ―preguntó Tom―. A ver, ¿tú tuviste un accidente automovilístico, y resbalaste bajando unos escalones con tacones? Eso no suena como la Camille que yo conozco.
Y Tom tenía razón, pero cuando todo eso sucedió, ella no era ella misma. Tom preguntó un poco después―: ¿Y cómo es que seguiste caminando con el tobillo así?
Camille quería explicarle que era un instinto de supervivencia que todos los humanos poseen. Que cuando nos encontramos en una situación de peligro, no importa la más grande herida que tengamos, nuestras ganas de escapar y la adrenalina disipan el dolor. Y eso había sido exactamente lo que había sucedido con ella, trató de escapar de los recuerdos y del remordimiento, aunque ahora que lo pensaba no lo logró, y no lo lograría nunca, aunque corriese a toda velocidad al otro lado del mundo. Los recuerdos siempre estaban ahí, junto a ella, inquilinos de su mente.
Pero Camille no podía decirle eso a Tom, así que se limitó a decirle un simple:
―Tengo una alta resistencia al dolor.
Y aquello no era del todo mentira. Tom se encogió de hombros, y sin previo aviso se inclinó para tomar de las piernas, de la espalda, y cargarla hasta la salida. Camille le miró extrañada, pero sin quejarse se aferró a su cuello.
―Ya no soportaba un minuto más allí ―se justificó el de trenzas, y comenzó a caminar rumbo a la saluda. Claro, atrayendo un par de miradas en el camino.

―●―

La mirada de Brokelle se dirigió a la puerta en cuanto el timbre de casa sonó. Bajó el volumen del televisor y caminó hasta abrir la puerta. En el umbral estaba Tom cargando a Camille, y aunque en ese instante le sorprendió, después ya no tanto. ¿Para qué ocultar lo que ya era más que evidente? Tom y Camille eran una pareja extraña, y dudaba mucho que cambiaran. Tal vez de parte de ellos no les sorprendería nada, pero siempre la primera impresión era un poco… desconcertante. Se hizo a un lado para que Tom entrase, luego cerró la puerta y se volteó apenas para ver como dejaba caer a Camille en el sofá.
Al ver que Camille que se quejaba por el impacto y acariciar su tobillo, de repente todo su enfado se esfumó y su naturaleza salía a relucir. Se acercó a ella y miró su tobillo inflamado.
―¿¡Qué sucedió!? ―preguntó abriendo los ojos más de lo normal. Las miradas de Camille y Tom se cruzaron, y la de la pelirroja en particular parecía decir «Te lo dije».
Brokelle y su naturaleza buena no podía ser opacada ni siquiera por su trabajo. Siempre estaba al pendiente del bienestar de lo demás, y no era tan innecesariamente orgullosa como lo era Camille, de modo que si su amiga necesitaba de ella ―como en ese caso― no le importaría dejar su resentimiento de lado para ayudarla.
―No es nada grave, Broke ―musitó Camille.
―¡Claro que es grave! ―replicó―. ¿Ya te dieron medicamentos? ¿Te pondrán un yeso? ¡Deberían ponértelo! ¿Por qué el médico no nos dijo nada? ¡De ser así yo habría ido a verte! ¿Quieres hielo? ¡Traeré hielo! ―Brokelle salió caminando de manera rápida, mientras en el sofá Camille y Tom se echaban una risilla traviesa al ver el estado de frenesí de la rubia.
―¿Lo ves? Se vuelve loca a penas ve una herida ―murmuró Camille mientras Tom asentía―. Deberías verla cuando me dispararon.
―¿Te han disparado? ―preguntó Tom. Ella asintió y dijo:
―Una vez.
―¿Dónde? ― volvió a preguntar Tom, curioso. Camille, despacio y con delicadeza, subió la manga de su blusa hasta dejar su hombro al descubierto. La cicatriza era muy pequeña, costaba crear que por allí había perforado una bala.
―No es nada ―dijo Tom.
―Claro que no ―replicó ella―, fue apenas un roce, además usé muchas cremas para que la herida cicatrizara bien ―Delicadamente volvió a desenrollar la manga de su blusa. Luego reparó en que ahora era Tom quien enrollaba la de él, dejando ver en su bíceps una cicatriz un poco más prominente que la de ella.
―¿Quién te la hizo? ―preguntó la pelirroja mientras estiraba su dedo índice y tocaba la piel de la cicatriz… o bueno, también su bíceps.
―Tú ―respondió él, sonriendo de medio lado. Camille alzó su vista, curveando la comisura de sus labios en una de las sonrisas más pícaras que Tom había visto en ella.
―Soy bastante buena ―se dijo, más bien pensando en voz alta. Tom volcó sus ojos mientras volvía a esconder su cicatriz bajo la franela de su camisa a cuadros. Segundos después, Brokelle hizo acto de presencia con una bolsa cargada de hielos.
―Ten ―dijo lanzándosela a Tom―. Colócalo en su tobillo, yo iré a traer unos antiinflamatorios y… ¿quieres ducharte? ―Camille abrió la boca para responder, pero Brokelle fue más rápida― . Qué pregunta tan estúpida, claro que quieres. Ya vuelvo ―Y sin decir más, subió los escalones.
Tom tomó la bolsa, pero antes de colocarla en su tobillo, se dirigió a ella:
―Me dices si te duele ¿vale? ―Camille asintió, no muy preocupada. Tom, muy despacio, comenzó a posarla encima de su tobillo, y aunque ella se estremeció un poco al principio, después de asegurarle que había sido el frío, Tom siguió y logró poner todo el peso sobre el pie de ella. Escucharon los pasos de Brokelle descendiendo sobre los escalones, traía consigo un vaso de agua y dos píldoras blancas.
―Agua, píldoras, tragas ―Como tres órdenes, había dicho mientras le extendía lo mencionado en las manos. A Camille no le gustaba tomar medicamentos, a menos que fuese muy necesario, y en este caso no lo veía como tal. Pero sabía que Brokelle no dejaría de hablar hasta que no se tragase eso, de modo que siguió las órdenes de su amiga. Agua, píldoras, tragar. Una vez que terminó, extendió el vaso a Brokelle.
―Bien, la bañera está casi lista. Si necesitas algo…me avisas.
―Gracias, Broke…y lo siento.
―Hablaremos de eso luego ―dijo la rubia, y se marchó. Tom miró a Camille:
―¿Te llevo? ―Ella asintió y ambos soltaron una risa.
Bien, ahora dependía de Tom para caminar, pero aquello no era del todo malo. Ya mañana tendría más fuerza y energía, de modo que por hoy lo disfrutaría. Tom parecía no tener inconveniente, tampoco. Camille era muy ligera, y tenerla así de cerca le agradaba. Cuando hubo llegado a la habitación, le dio a la puerta un empujoncito con el pie y logró entrar.
―¿Al baño? ―preguntó para asegurarse, pero al decir eso miró a Camille de manera pícara y con una sonrisa de medio lado. Ella simplemente volcó los ojos.
―Ni lo pienses ―le advirtió, y mientras Tom se echaba una carcajada, lograron entrar al baño.
―Bien, ahora bájame despacio ―dijo la pelirroja cuando estuvieron frente a la bañera―. No me dejes caer
―¿Aquí? ―preguntó Tom extrañado, dado que ella aún permanecía con toda su ropa.
―No, allá ―Camille señaló con su cabeza el retrete, que estaba cerca de la bañera. Allí tenía planeando despojarse de su ropa, y como la distancia no era muy grande, podría llegar sola a la bañera.
―Oh, bien ―Y justo cuando Tom se volteó, pisó un charco de agua y se tambaleó. Para suerte de ambos, ninguno de los dos cayó al suelo.
―Te juro que si me dejas caer ―Camille le amenazó, aunque en aquella posición no había mucho por hacer. Tom lo tomó como una broma, y volteándose a la bañera hizo amago de dejarla caer.
―¡Tom! ―gritó Camille ―. ¡No juegues con eso!
―¿Qué? Pero si yo no estoy bromeando ―dijo mientras volvía a bajarla de manera tan rápida que daba sensación de vértigo.
―Son pantalones muy caros los que llevo ¿vale? Así que si los estropeas, los pagas.
―Qué curioso, porque si caes en la bañera lo primero que se mojará será tu trasero
―Tom, si me dejas caer te juro que…―Muy tarde. De repente sintió algo frío que recorría desde su espalda baja hasta la totalidad de su trasero. La burla en la risa de Tom era imposible de ignorar, y volviendo a elevarla sintió como gotas de agua caían a sus pies, formando un nuevo charco.
―Eres un idiota ―espetó ella―. Bájame ahora.
Tom continuó carcajeándose, pero aquellas risas no sirvieron de mucho cuando trató de voltearse y volvió a tambalearse. Esta vez había más agua, y los pisos que asemejaban mármol eran bastante resbalosos. Aunque por un momento las cosas parecieron estar bien, la gravedad les ganó la partida y Tom terminó yéndose de espalda, cayendo sentado en la bañera, con los pies saliéndose por el borde, y Camille sentada en su abdomen, formando un perfecto signo de “+”.
Él abrió los ojos antes que ella, y la miró allí empapada, con los cabellos rojos húmedos y algunos traviesos apegados a su rostro. No parecía estar enfada, por el contrario mantenía una sonrisa en sus labios, pero permanecía con los ojos cerrados.
―¿Por qué no abres lo ojos? ―preguntó Tom.
―Me entró jabón ―dijo ella con una sonrisa, apretando más los ojos. Tom acercó su mano al rostro de ella, y apartó el mechón de cabello que estaba en su rostro, para luego acomodarlo detrás de su una de sus orejas.
―Maldic…―Y justo en ese momento, sintió un par de labios acallándola. Conocía tan bien esos labios, su forma y su sabor, la manera en que se movían, en perfecta coordinación con los suyos. Las manos de él hicieron un sonido al salir del agua, y mientras se acoplaban al rostro de Camille las gotas que resbalaban seguían sonando, una por una, la melodía del momento acompañando el sonido de los besos.
Le dolió, sí. No de manera física, sino otra vez en su pecho, esa quemazón, el sentimiento de su corazón encogiéndose, estremeciéndose. ¿Cómo iba a matarle? ¿Cómo podría hacerlo después de todo lo que habían vivido? Sonaba dramático, pero los meses junto a él habían sido diferentes. Mejores.
Pero debía hacerlo…iba a hacerlo. Si ella no le mataba Caleb lo haría, y si Caleb lo hacía le iba a lastimar. Y ella no quería que a Tom lo golpeasen hasta matarlo y desfigurarlo. Ella le mataría, sí, pero lo haría de manera discreta, sin dolor, sin agonizar, rápido.
Sin poder controlarse sus manos ascendieron hasta la nuca de él, acercándolo a ella, acomodando sus cuerpos para darse el calor que tanto necesitaban, un calor diferente al que conocían, y en ese momento, experimentaban algo nuevo.
Ahora no mantenía sus ojos cerrados por el jabón, ahora lo hacía para disfrutar mejor lo que el destino les estaba dando… aunque ella no creía en el destino. Bien, ella no creía en el destino, y por tanto aquello no estaba escrito ni mucho menos planeado. Aquello podía detenerse, y ella lo hizo. De manera brusca, pero lo hizo. Tom le miró, con la comisura de sus labios rojiza y sus mejillas sonrosadas, ella también tenía el rostro así.
―No puedo ―le escuchó decir. Siempre lo decía, siempre en esas circunstancias. ¿Por qué no podía? ¡Claro que podía! Quien no podía era él, pero ya no le importaba.
―¿Qué? Pero…―ella lo acalló con solo la mirada―. Bien… lo siento. Yo…―Y sin poder decir nada, parecía que las palabras y su lengua se habían confabulado para no dejarlo hablar. Se levantó, goteando, pero nada de eso importaba, debía salir de ahí.

―●―

Brokelle acomodó el asa de su bolso en el hombro, subió sus lentes con un ligero empujoncito propinado por su dedo del medio, y comenzó a encaminarse al garaje. Hacía mucho que no usaba su auto, un lindo Volvo s60 en color plateado.
Camille se oponía completamente a la idea de tener un auto como aquel, pero era a ella a quien le gustaba gastarse todo su salario en autos, no a Brokelle. A la rubia le gustaba más ahorrar, y el Volvo no era una mala idea, ni muchos menos feo. Terminó por cerrar el portón del garaje y se encaminó a casa de Bill.
Habían pasado exactamente tres días desde su última pelea, en el hospital. Bill seguía empeñado en hacerle saber a Tom que sus coqueteos con Camille no lo llevarían a ningún lado, pero Brokelle conocía a su amiga, no en vano había vivido con ella los últimos siete años, y llevaba conociéndola desde los tres. Sabía que Camille no le mataría, o al menos eso esperaba. Todo era cuestión de tiempo, de confiar en el instinto de su amiga. Pero eso era algo que Bill por supuesto no sabía, ni mucho menos comprendía.
Bajó del auto, con el bolso en la mano y el sol alumbrando a su rostro. Cuando tocó a la puerta quien la recibió fue Gordon, ella no le conocía, y Bill nunca hablaba de tener otro amigo en casa, viviendo junto a ellos, de modo que no tenía ni idea de quién era. Todo aquello dio un giro aún más bizarro cuando Gordon le llamó por su nombre.
―Hola, Brokelle.
¿Y él como sabía su nombre?
―¿Hola? ―dijo apenas, desconfiada. Gordon captó la idea.
―Oh, lo siento. Soy Gordon, el padrastro de Bill, él me ha hablado de ti ―Y así le extendió la mano, para que la rubia la sacudiese un poco.
―Un gusto, Gordon ―Pero en ese momento solo pensaba ¿por qué Bill nunca me dijo que tenía un padrastro?
―Bill está arriba, en su habitación.
Ella asintió y con una sonrisa la agradeció. Gordon se perdió en la cocina, pero aún así Brokelle permaneció con su mano dentro de su bolso, sosteniendo una pequeña pistola, preparada para cualquier circunstancia. Finalmente llegó a la habitación de Bill, allí abrió la puerta sin siquiera tocar y se adentró sin decir palabra alguna, hasta sentarse en un sofá negro que Bill tenía al lado de su cama. Él miraba una revista, y cuando reparó en su presencia no hizo más que mirarla con el ceño fruncido y los ojos más abiertos de lo común.
Ella permanecía en una pose fresca, con las manos echadas hacia atrás y las piernas cruzadas. Arqueó su ceja, y le espetó un simple:
―¿Quieres saber la verdad? Te diré la verdad.
Bill cerró las páginas de la revista y le miró con atención.



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4 Response to Capítulo 22 «No juegues al extraño»

20 de enero de 2011, 2:31 p. m.

Uyyyyyyy *baba callendo* demaciado pero demaciado sexy la parte de la bañera, en serio demaciado buena, Cam si es una perruska!!! siempre deja al pobre de Tom con ganas!! Jajaja cuando por fin jodan va a ser tan genial que ya no puedo esperar!!
En fin, esta muy bueno, tan lindo Tommy todo preucupado por Cam, como la cuida y todo, me encantó cuando la alzó para sacarla de hospital jajaja y esta parte también:

"La mirada de Brokelle se dirigió a la puerta en cuanto el timbre de casa sonó. Bajó el volumen del televisor y caminó hasta abrir la puerta. En el umbral estaba Tom cargando a Camille, y aunque en ese instante le sorprendió, después ya no tanto. ¿Para qué ocultar lo que ya era más que evidente? Tom y Camille eran una pareja extraña, y dudaba mucho que cambiaran."
Hermoso (L)

the flacks
24 de enero de 2011, 8:15 p. m.

heyyyyyy volviste!!!!!!, estuve genial el capi, me encanto la parte de la bañera, te juro que me los image juntos, una sola palabra...fabuloso, broke le dira la verdad a bill?,espero,leere el otro capi, recien hoy vi que pusiste capis, estoy atrazada ahora u.u...pero te prometo que sere mas cumplida XD, tu sabes que amo tu fics!

27 de enero de 2011, 2:52 p. m.

¡Por los cojones del papa! ¡cómo amo la "relación" de Tom y Cam! Es que son tan adorables que ¡ahhh! *suspiro con cara de estúpida enamorada* ♥.♥
Lo del hospital, cuando él la toma en brazos, es que mi tortuga ninja es lo máximo xD (¿Se escribe "ninja"?. ¡Bah, como sea!)
Y Broke más preocupada que una madre xD yo me muero si tengo alguna amiga así o.o aunque mi mejor amiga es así ¬¬º xD
Y . y.... cuando ambos se muestras la cicatriz ajskajskasjaksj esa parte me causó gracia xD todos unos asesinos mostrando las cicatrices y sintiéndose ¡wow! por eso xD Y luego la cicatriz de Tom que le hizo Cam hahahahahah puta los amé xD

Cuando estan en el cuarto de baño O_O adorables *__________________* Tom, es que cuando leo este fic siento que me enamoro más de ese imbécil e.e ¡maldito, lo odio! Mentira, lo amo xD
Y el idiota haciéndose el gracioso y a las finales se sacaron la cresta xD Y el beso *o* no, no, es que no me canso, ¡AMO A ESE PAR CON TODAS MIS FUERZAS! ¡Oh, mi tortuga! ¡Oh, mi diosa! ¡Oh, Sou! ¡Oh, tus dedos! asjaksjaksj ya no me hagas caso, es la sidra que acabo de tomar xD
Puta y la canción la amo u.u cuando estoy triste siempre la escucho y me pongo más triste xD pero luego se me pasa :D Así que me encantó :D
Y mi hermano (con el cual no nos llevamos nada bien, por no decir que nos odiamos a muerte) Me dijo: Oye, esa canción es buena, súbele! y yo: Puta sí (y le subí) Y luego se sentó a mi lado y nos pusimos hablar y le conté que estaba leyendo un fic y me dijo: ¡Ah, manya, que paja! = ¡Ah, mira tú, qué bonito! xD Son expresiones muy peruanas xD
En fin, el capítulo me encantó ♥ Y ahora me paso a leer el otro :D

30 de enero de 2011, 6:59 p. m.

Me encanta ¡como no! si soy una psicopata xD
La parte de la bañera Cam encima de Tom o.O el beso ¡ joder! Ya era hora que se dieran uno de esos besos ... los extrañaba soy una pervertida jajajajajaja siempre le dejan con las ganas a Tom ay a mi tambien me quema mi corazon como el de Cam

Cuando Tom la carga yo dijo : joder lo hizo ¡!!!!!!
Un mate de risa al ver a Broke preocupada jajaja ni yo ,solo por un rasguño que buena amiga que es y hasta parecen hermanas ♥

waaaaaa la cicatriz de Tom me gustaria verla -.-tocarla y curarle jaja es que amo a Tom apesar de su orgullo y que es de Camille waa me deprimo mas y mas y encima la canion que me hace moquear 8-(

Soy una despistada de mi***a mira que saltarme este capi donde Cam y Tom pasan en casi todo el capi es un crimen u.u deberias enviarme a la carcel y despues me vuelvo como Cam y conquisto a Tom♥ ......... que fea mente tengo jjujujujuju