Capítulo 54 «Una cuestión de perspectiva»

Categories:


El sonido del elevador al llegar a último nivel del edificio la hizo despertar de su ensimismamiento, donde la mayoría de pensamientos ―o más bien, el único― trataba sobre Tom y su inoportuna presencia en el restaurante con Ambreal Trentini, la noche anterior. Ahora se dirigía a su oficina, en espera del café de Boyd ―siempre infalible―, al igual que la retahíla matutina por parte de Dirk.

Después de saludar a sus compañeros de trabajo, se adentró a su oficina y se acomodó en su escritorio, enciendo la computadora que tenía frente a ella. No pasaron muchos minutos, cuando Boyd se adentró sin siquiera tocar la puerta. Puso el café sobre el escritorio y se sentó sobre la silla frente a Harlem.

Cuando la rubia dirigió su mirada a él, le brillaban los ojos de malicia pura. Harlem le miró extrañada.

―¿Por qué me ves así? ―preguntó, sintiéndose repentinamente acosada.

―Oh, tú deberías saberlo ―El tono que empleó en su oración fue un tanto pícaro, mientras con el rostro formaba una sonrisa de lo más traviesa posible escondida tras su taza de café.

―Sabes que no me gusta jugar a adivinar ―dijo Harlem―, así que habla de una vez.

―Bien, bien. ¿Por qué me mentiste sobre el chico de la escena del crimen? Es decir, sé que te incomodé con mi comentario, pero no fue mi intención. Se supone que soy tu mejor amigo, ¿no? Debiste habérmelo dicho, no puedo creerlo, me escondiste haberte revolcado con el tío más bueno que he visto en mi vida.

―¿Qué? ―atinó a decir, complemente desconcertada.

―¡Agh! ¡Te vi con él anoche! Resultó ser que fuimos al mismo restaurante a cenar. Claro, yo llegué cuanto tú ya te ibas.

―¿Tom? ¿Te refieres a Tom? ―preguntó exaltada.

―¿Así se llama? Vaya bombón, y sí, a menos que hayas salidos con dos chicos ayer por la noche, entonces sí, me refiero a él.

―¡Yo no salí con él! ¿¡Estás bromeando!?

―Oh, querida…te vi con mis propios ojos ―dijo señalándose el rostro―. Llevabas un vestido precioso, por cierto.

Harlem solo pudo llevarse la mano al rostro, apoyando el codo en el escritorio. No tenía cabeza para explicar o tratar de inventar una excusa para ello. No quería ser relacionada con Tom, de ninguna manera, porque sería demasiado peligroso, pero los segundos pasaron tan lento que sintió el tiempo se detuvo, Boyd seguía con los ojos clavados en ella en busca de una explicación, y necesitaba una rápido.

―Bien, sí salí con él ―mintió, con un bufido, mientras la veía dar un aplauso al aire―. Pero no fue nada serio, él es… simplemente no es mi tipo.

―Ah, eso es completamente ridículo. ¿No le has visto?

―Sí, sí, sé lo atractivo que es, pero ya te dije que no puedo tener nada serio con él.

―Entonces, sí te gusta, ¿pero no puedes arruinar ese estúpido código de chicas?

Harlem solo sonrió, sin poder evitarlo.

―Será mejor que hablemos de otra cosa.

―Bien, dejaré de fastidiarte. Pero nunca te perdonaré que no me hubieses dicho que ibas a salir con él.

―Ah, claro, ¿como tú me dijiste con quién saliste ayer?

―Eso es diferente ―objetó Boyd―. Eso involucraba a alguien más…

―Sí, bueno, mi cita también involucraba a alguien más…

Boyd rodó los ojos.

―Dime algo ―añadió después―, ¿ese chico salió contigo a pesar de que creyó que yo era tu novio?

Harlem obvió ese pequeño detalle. Se mordió los labios y fingió mirar la pantalla de su computadora.

―Oh, sí, yo…le dije la verdad. Ya sabes, que no estamos saliendo.

―¿Le dijiste que soy gay?

―No vi la necesidad.

―Oh, ¿podrías decirle la próxima vez que lo veas?

―¿Por qué habría de hacerlo? ―preguntó ella, extrañada.

―Oh, ya sabes. Nunca se sabe que puede suceder… ―Boyd guiñó un ojo. Harlem en cambio, se carcajeó.

―Pierdes tu tiempo, ya te dije que solo gusta de las chicas.

Boyd hizo un mohín de superioridad, y agregó ante el comentario:

―Da lo mismo, Cole tiene un mejor trasero.

Harlem por poco se atragantó con su café, y Boyd, al reparar en el error que había cometido, solo atinó a abrir sus ojos lo más que pudo. Harlem tragó con rapidez y dijo a voz de grito:

―¿¡Cole!? ¿¡Cole Keppler!?

―¡No grites! ―pidió irritado Boyd, quien miró hacia afuera para asegurarse de que nadie había escuchado.

―Oh por dios, ¿Cole el detective?

―Sí, joder, ¿Cuántos Cole hay en el departamento?

―Es que…no sé, se ve tan… no homosexual.

Boyd arqueó una ceja.

―Está teniendo un tiempo difícil descifrando su orientación sexual, por eso no debía decir nada. Pero para mí está muy claro que le gustan…ya sabes, las pijas.

Harlem se echó una risa, y después de darle otro sorbo a su café.

―Bien, pues…es un chico bueno, Boyd. No vayas a jugar con él, y menos en su situación ―dijo con tono preocupado.

―No lo haré, ¿qué clase de monstruo crees que soy?

Harlem solo arqueó una ceja y Boyd se abstuvo de opinar algo en contra. Probablemente no tenía la mejor reputación, pero de alguna manera, Cole le gustaba más de lo que debía, por lo que, por el momento, no había peligro de hacerle daño.

Dirk asomó su cabeza por la oficina de Harlem con rapidez.

―Vall, a la sala de interrogaciones. Es sobre el caso de Ostrow.

―En un segundo, señor.

―Y Pechner, ¿Cuántas veces tengo que decirte que permanezcas en tu oficina, eh?

Boyd se volteó con el café en la mano.

―Lo siento, jefe. Solo pasaba a saludar a mi colega.

Dirk replicó en tono antipático:

―Este lugar es para resolver crímenes, no para saludar a los colegas.

Boyd se volteó haciéndole ojos de enojo, mientras Dirk se marchaba de la oficina y Harlem se levantaba con una carpeta en las manos. La rubia se encogió de hombros.

―Será mejor que te vayas.

Le dio un último sorbo a su café y salió de su oficina hacia la sala de interrogaciones. Allí afuera se encontraba Dirk, mirando desde el vidrio hacia dentro, el sospechoso por el asesinato de Ostrow, y quien le interrogaba era casualmente Cole, el chico con el que salía Boyd. Pero algo no andaba bien en aquella imagen.

―¿Por qué interrogan a ese chico? ―preguntó de pronto Harlem, mirando cuidadosamente al sospechoso.

―Porque es un sospechoso ―respondió Dirk sin mucha emoción.

―¿Del caso de Ostrow? ―cuestionó.

―Sí.

―Imposible.

Dirk se dignó a voltearse y mirarla.

―¿Qué? ¿Por qué lo dices?

―¿Ves su posición? Es la misma que la de Cole, quien no pasa del metro ochenta de estatura, el sospechoso medía al menos un metro noventa y cinco. Este chico no pudo haber matado a Ostrow.

Dirk solo formó un mohín desesperación anticipada y preguntó:

―¿¡Y por qué no dijiste nada!?

―Claro que lo hice. Dejé mi informe en su escritorio esta mañana.

El pelirrojo se llevó la mano a la boca y respiró profundamente, tratando de controlarse. Luego dijo:

―¿Y estás segura que no pudo ser él? ¿No hay ninguna posibilidad?

―Los números no mienten, Dirk.

Fácilmente y por la forma en que su nariz se exaltaba cada vez que respiraba, se podía decir que Dirk estaba teniendo un mal día y su humor no era el mejor.  Se adentró rápidamente al salón y detuvo el interrogatorio, dejando libre al hombre y a Cole con un gran signo de pregunta formándosele sobre la cabeza. Decidió marcharse entonces, no quedaba más qué hacer allí.



―●―



La manera en que Tom había conocido a Ambreal fue demasiado peculiar para su gusto, rayando en lo bizarro. Aún, semanas después de haberse presentado, no lograba descifrar como había caído en la trampa de una señora tan adorable como lo era ella, con su marcado acento italiano y su orgullo por el mismo.

Fue en su incansable búsqueda por algo que lo guiara a Caleb, cuando se encontró con ella por accidente. Y no supo cómo, sus palabras lo enredaron y terminó contándole porqué buscaba a Caleb y todo lo que había sucedido con Camille. Si bien al principio tuvo miedo, contarle a ella ―quien tenía un gran parecido con su madre, Simone―, tuvo un efecto en él liberador. Y ella, como esposa de alguien importante, se ofreció a ayudarle con su búsqueda con Caleb. Y hasta el momento, no había fallado.

La noche anterior había sido más una emboscada para Lars Kahn, quien era un empleado de Caleb, Tom sospechaba. Y su mayor sorpresa fue haberse encontrado con nada más y nada menos que Harlem, quien estaba allí como parte de su equipo para secuestrar a Ambreal. Aún no sabía porque no se la habían llevado ―dado que aunque lo hubiesen hecho, Ambreal hubiese salido ilesa―, lo cierto era que tenía la certeza de que Harlem trabajaba para Lars, y si Lars trabajaba para Caleb Novek, entonces Harlem era nada más y nada menos el vil remplazo de Camille.

Justo lo que Caleb necesitaba.

Ese día iría a ver unos departamentos que había construido un arquitecto llamado Austin Tykwer, quien Ambreal había averiguado, podría ser el supuesto arquitecto de Caleb Novek. Eran casi las tres, se encontraba listo, y decidió entonces ir al centro. Austin Tykwer podría ser el arquitecto de Caleb por una razón muy simple; era el mejor cuando de obras minimalistas se trataba, cuyo estilo era el predilecto de Caleb. Y aquel edificio era uno de los pocos con ese estilo arquitectónico que se encontraba en el centro.

Tom arribó en su auto con el semblante que solo él poseía; lentes de sol, camisa desabotonada ―para darle el toque casual― con su chaqueta de traje y pantalones de mezclilla. La agente que lo recibiría le esperaba en el lobby del edificio, pasó el guarda de seguridad sin mucho problema y se encontró con una preciosa castaña que lo saludaba con entusiasmo y se dirigía a él con un apellido falso.

―¡Señor Hall! Justo a tiempo, mi nombre es Julia Arndt. Solo tenemos un departamento disponible por el momento, ¿desea verlo ahora, o quisiera dar un paseo por los alrededores?

―Oh, quisiera ver el departamento ahora, si no es molestia.

―Por supuesto que no, sígame por favor.

Tom abordó el elevador junto a ella, cuyos ojos verdes eran realmente encantadores. Ella conversaba sobre la seguridad del edificio y la tranquilidad de los inquilinos. Finalmente llegaron al último nivel, y caminaron hasta el último departamento. Ella abrió la puerta y se adentraron para mirar con detalle la construcción, seguía conversando sobre la prohibición de mascotas ―política del departamento―, la cantidad de habitaciones que tenía, el espacio que tendría sobre el estacionamiento subterráneo y demás.

―Es un privilegio vivir en estas instalaciones, si me permite decirle, señor Hall. El arquitecto que los construyó es muy reconocido en toda Europa, es muy talentoso.

―Oh, ¿de veras? Me gustaría saber su nombre, me interesa mucho este tipo de…construcciones ―dijo improvisando.

―Austin Tykwer.

―Oh, claro. He escuchado sobre él…―Tom miró hacia los lados, y aunque no pensaba vivir allí, se tomó la molestia de pregunta―, y, ¿podríamos hablar sobre precios, entonces?

La mujer le enseñó el contrato y habló sobre la mensualidad que debía pagar. A Tom le sorprendió darse cuenta que excedía por mucho lo que él creía iba a costar. Pero luego pensó para sí mismo que era un precio realmente justo, los acabados eran exquisitos y venía amueblado.

―Yo…quisiera echarle un vistazo a otros departamentos. Ya sabe, para comparar. Pero este realmente me ha gustado. Creo que, yo le llamaré en caso de que me decida, ¿sí?

―Oh, claro, señor Hall, espero su llamada. Y recuerde, no pierda la oportunidad de vivir en este lugar. No se arrepentirá.

―Estoy seguro que no ―Tom sonrió, y ambos salieron del departamento.

En el elevador, llegaron al primer nivel, en el lobby, y Julia dio un paso afuera. Justo cuando Tom iba a salir, un repentino aroma pululó a su lado, y la reconoció. Volteó la cabeza y vio una cabellera rubia adentrándose al elevador. A Tom le fue imposible salir.

―¿Señor Hall? ―preguntó Julia, mirándole ahí estático.

―Yo…creo que dejé mi billetera, arriba ―dijo.

―Oh, le acompaño entonces, debió dejarla en la mesa de la cocina.

―¡No! ―dijo en cuanto pudo―. Yo, la dejé en el pasillo, botada.

―¿Está seguro?

―Lo estoy. ¿Podría esperarme aquí, señorita Arndt? Bajo en un segundo.

―Se…seguro ―dijo titubeando. Tom cerró las puertas del elevador, antes de que alguien más lo abordara. Harlem seguía sin moverse, a su lado, mientras ascendían.

―¿Qué haces aquí? ―preguntó. Marcó el último piso, sin mirar a Tom.

―Vivo aquí ―respondió.

―Esta debe ser una nueva manera de acoso ―bufó la rubia.

―Admites que te encantaría que me tomara el tiempo de acosarte, pero no. Vine a ver un departamento disponible.

―¿Ah, sí?

―Sí, en tu mismo piso, para ser exactos. El último.

―Oh, vaya ¿Heil se marchó?

―Supongo que era él. ¿Buen vecino?

―Oh, no, el peor. Pero ha de ser mejor que tener a alguien obsesionado contigo viviendo justo en frente.

Tom se echó una carcajada.

―Es es completamente injusto ―objetó. Harlem le miró a los ojos.

―¿Lo es?

―Sí, lo es ―confirmó Tom―. Solo me has visto tres veces y me hablaste dos. No puedes conocer a alguien en menos de treinta minutos.

―No necesito conocerte más.

―Solo te dejas llevar por lo que dicen de mí. Y ¿sabes? La mayoría no es verdad.

―Tengo un problema en creer en lo que dices.

―Bien, es una lástima. Pensé que podíamos ser buenos vecinos.

―Creí que bromeabas cuando dijiste que vivías aquí.

 ―Desde luego que no ―Tom le guiñó un ojo―. Sería una pena desperdiciar un departamento como este.

―Te daré lo que quieras para que no compres ese maldito departamento.

―Oh, verás, no soy tan fácil.

―Anda, dime un número. Lo que sea.

―Pierdes tú tiempo, linda. No voy a marcharme de aquí.

―No me importa qué quieras de mí o qué andas buscando. Solo te diré una cosa; un solo movimiento de tu parte, y te arrancaré la cabeza antes de que siquiera te des cuenta.

Tom se acercó a los botones del elevador y presionó el de emergencia. En ese momento se detuvieron abruptamente, y Tom aprovechó y se volteó para quedar justo frente a Harlem.

―¿¡Qué crees que estás haciendo!?

―Un punto. Estoy haciendo mi punto. Seamos claros, ¿quieres? Yo no estoy aquí para matarte, dejé ese negocio atrás hace mucho tiempo. Pero si no me crees, ¿por qué no haces eso de la cabeza que tanto dices y acabas con esto ya?

Harlem tensó su mandíbula.

―Tengo prohibido matar a alguien, sino he sido elegida para ello por mi jefe. Pero tratándose de ti, estoy dispuesta a romper esa regla. Ahora pon en marcha el maldito elevador y aléjate de donde sea que yo esté. Y sí, eso también implica tomar tu dinero y comprar un departamento a noventa millas de aquí.

Tom se quedó en silencio, con media sonrisa. Harlem tomó el botón para poner el elevador en marcha, pero no sirvió.

―Mierda, mierda. Dime que sabes cómo poner esto en marcha.

―Solo tienes que presionar este botón ―dijo alargando su dedo―, no es gran cosa ¿sabes? ―entonces reparó en que no servía.

Harlem tuvo que contenerse y respirar profundo.

―Oh, bueno…supongo que estamos en un problema.

La rubia no pudo hacer más que fulminarle con la mirada y maldecir en voz baja el hecho de encontrarse encerrada en un maldito elevador. Solo esperaba que la ayudase llegase rápido, porque estaba segura de que si permanecía allí más de veinte minutos, Tom no saldría precisamente en buen estado de allí.



―●―



Bien. La ayuda no llegó rápido. Llegaban allí quince minutos, y no repararían el elevador en otros diez, lo que tardarían en descifrar el problema y arreglarlo. Para ese momento se encontraba sentada en el piso, Tom frente a ella, sin mirarlo.

―Creo que el destino quiere que socialicemos un poco más, ¿eh? Es decir, somos vecinos.

―Realmente no es el mejor momento para hablarme ―dijo ella.

―Oh, vamos. No es para tanto.

Harlem le fulminó con la mirada.

―Yo…―ella se inmutó un segundo―pagaré lo que sea para que me dejes en paz. Te daré el doble de lo que te han dado. No me interesa para quien trabajes, solo quiero que te mantengas alejado de mí.

Tom respiró cansinamente, y es que estar repitiendo que no quería matarla comenzaba a cansarle.

Y sí, tal vez no tenía excusa para querer llegar a conocerla ―o la excusa que tenía no era válida―, pero…había cierto magnetismo en la mirada de Harlem que lo hacía no querer desistir.

Justo como con Camille.

―Escucha, sé lo que piensas de mí. Sé lo que piensan todos. Sé sobre los rumores que corren por toda Alemania, pero no hay nada bueno en ello para mí. Yo no la maté, no podría haberlo hecho.

―¿Se supone que debo creerte?

―Puedes hacerlo o no. Es tu decisión, pero te digo la verdad. Nunca podría hacerle daño porque…

―Lo sé ―interrumpió ella―, no necesitas decírmelo.

―¿Lo sabes?

Ella volteó la cabeza y le miró a los ojos.

―Conocí a Camille ―confesó. A Tom el corazón le saltó en el pecho, de pronto se vio a sí mismo con los ojos más abiertos de lo normal y mirándole inquisitivamente a ella.

―¿La conociste? ¿Cómo?

―Sé porque estás aquí ―repuso Harlem―, por eso no me asombré al verte. Estás buscando a Austin Tykwer, el arquitecto de Caleb Novek. Sé que piensas tomar información sobre las instalaciones de Novek alrededor de Alemania, y sé que piensas vengarte por la muerte de Camille. Déjame decirte algo; no lograrás nada.

―¿De qué hablas?

―He sido una agente de La Organización desde hace varios años.  De las pocas mujeres que el señor Novek ha reclutado. No debería asombrarte que haya sido…cercana a Camille. Y créeme, por lo único que aún no te he matado es por ella. Y siendo que fuimos amigas, te daré un consejo; deja tu estúpido plan y márchate de la ciudad. Novek siempre está un paso delante de todos y en el minuto en que creas que lo tienes, quien realmente te tiene es él a ti.

»No estoy aquí para ser amiga tuya ni mucho menos, únicamente te estoy advirtiendo lo qué sucederá si sigues con esa estúpida idea de vengarte. Tu nombre está en toda la Organización, cada agente tiene como prioridad llevarte a Caleb, por lo que entenderás mi posición de quererte alejado de mí. En el minuto en que mi jefe se dé cuenta que vives frente a mí y no he procedido a dejarte sin sesos, va a matarme a mí. Y adivina qué, prefiero mi vida antes de la tuya. Así que te recomiendo, por la memoria de Camille, que te largues de este país en cuanto puedas. Seré leal a ella cuando pueda, pero si se trata de decidir entre tu vida y la mía, ya sabrás cual será mi decisión.

Tom se quedó callado, tratando de procesar la información en su cerebro. Se sintió debilitado, de pronto, como si el peso del mundo cayera sobre él.

Harlem continuaba mirando al lado, sin enfrentarle. Tom quería saber sobre cómo se habían conocido y sobre porqué ella sabía sobre su existencia y Tom no sobre ella. Tal vez Camille se había encargado de todos esos detalles siempre, mientras él y su infinito egoísmo solo pensaban en aferrarse a su lado en cuanto pudiera. Se sintió como un cobarde, y lejos de haberse convencido de dejar su plan, su odio incrementó más. Cuando se dio cuenta el elevador estaba de nuevo en marcha.

Se puso de pie, al igual que Harlem. Ambos mirando hacia las puertas, cuando ella dijo:

―Sé que la amabas, Tom. Pero debes dejarla ir.

La puerta se abrió en el sexto piso, ella salió y Tom se quedó allí, estático.

―Hasta nunca, Kaulitz.

Las puertas se cerraron. Él bajó hasta el lobby, donde Julia le esperaba.

―¡Señorita Arndt! ―exclamó al llegar―. He cambiado de opinión.

―¿Sí? ―preguntó la castaña.

―Quiero quedarme con el departamento. ¿Adónde debo firmar?

Una sonrisa traviesa esbozaron sus labios, y los ojos le brillaron.




Live Your Life- T.I Ft. Rihanna

Spread The Love, Share Our Article

Related Posts

2 Response to Capítulo 54 «Una cuestión de perspectiva»

the flacks
31 de enero de 2012, 4:57 p. m.

ohhhhhhhhhhhhh OoO, cada vez me dejas mas sorprendida, así que tom y la viejita tenían un trato, ella lo ayuda, y el le contó todo, me sorprendiste mucho, pensé que había sido un plan de tom en seguir a harlem, pero veo que no, todo fue casual, y encima las cosas como que se le están enredando mucho a tom, aunque el no se cuenta. Lo del departamento, creo que es el destino, mucho los une, que coincidencia que ella viva ahí, bueno, no tanta, tiene que ver con caleb, y justo tom va ahí, algo me huele mal aquí, no sera una trampa de caleb para tom, haarlem se parece a camille, le tare a tom, y como que la jala mucho mas a el. se nota que ella esta comnzando acaer ante tom, como fue tambien con camille, y tom tal parece que tambien, aunque dudo que s emeta con ella,le guardara respeto a camille ¿no?, o me equivoco?. Lo que dijo harlem me puso en muchas dudas, fue amiga de camille, pero...sabia lo de tom y ella?, porque camille nunca le hablo de harlem a tom?, ahhh dios, tantas preguntas, y ahora con esto muchas mas para tom.

esta increíble, no tengo palabras para seguir describiendo lo mucho que me gusta tu fics. Ya quiero el próximo capi :)

ISELA
10 de febrero de 2012, 11:39 p. m.

DIOS!!!! ESTA BUENISIMA LA FIC!!! YA SUBE CAPI!!!!,, ENCERIO ME MATA EL NO SABER QUE MAS XD,,, ESTA MUY BUENA LA FIC, NO HAY PALABRAS, SOLO ME ENCANTA!!