Capítulo 20 «Irreparable»

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La luz del sol se cernía en su totalidad, traspasando las implacables cortinas de la habitación de Camille. Brokelle había dormido en la habitación junto a ella, comenzó a despertar, y volteándose hacia el lado contrario al que dormía, la encontró sentada a la orilla de la cama, un poco encorvada, mirando un punto fijo en la pared.
—¿Dormiste bien? —preguntó, resbalando por las cobijas hasta sentarse al lado de Camille, quién al verla, fue imposible ignorar los círculos formados bajo sus ojos.
—Sí —respondió la pelirroja con voz apagada. Brokelle supo que estaba mintiendo, y que probablemente no había cerrado sus ojos en toda la noche. Aún así no quiso insistir mucho.
—¿Quieres algo de tomar? ¿Un té, tal vez?
—No tengo hambre, Broke. Gracias.
Brokelle asintió, y forzó su mejor sonrisa, aunque Camille aún no se dignase a voltear la cabeza para mirarla. La rubia se levantó y tomó su bata para bajar y hacer algo de desayuno para las tres, ella, Charlie y Camille, aunque la última se negase a comer.
Mientras Brokelle esperaba que la sartén se calentase para hacer un par de huevos, Charlotte bajó los escalones muy animada. Parecía ser lo contrario a Camille, que siempre que despertaba parecía tener escrito en sus facciones un “no molestar”. Brokelle le saludó con una gran sonrisa.
—¡Uh, huele delicioso! —exclamó adentrándose—. ¿Qué preparas?
—Huevos… tal vez algo más.
—Oh, bueno…igual tienes algo que hace que hasta lo más sencillo sepa delicioso. ¿Tienes algún tipo de secreto?
Brokelle sonrió un poco avergonzada ante el cumplido.
—No realmente, pero sí me encanta cocinar.
—¡Deberías estudiar para ser chef, tendrías una gran carrera!
Brokelle continuó riendo al tiempo que picaba un poco de cebolla y negaba con la cabeza.
—Creo que tengo bastante con mi trabajo —soltó una risilla. Mientras deslizaba el cuchillo para partir por la mitad una cebolla, un recuerdo se le vino a la cabeza. La fotografía de Camille aún permanecía en el piso de la habitación.
—Charlie —llamó a la rubia, a lo que esta le miró esperando a que hablase—. ¿Podrías hacerme un favor?
—Claro, lo que sea.
—Ayer se cayó una foto de Camille y se quebró, Camille está un poco triste y dudo que se levante hoy de cama pero… ¿podrías ir a recoger los vidrios?
—Sí, no hay problema —Charlie dio un brinco para levantarse y dio un par de pasos hasta que Brokelle la detuvo de nuevo.
—¡Charlie!
La rubia se volteó.
—¿Podrías poner la fotografía en mi habitación? —Charlotte asintió—. Vale, asegúrate de que Camille no se dé cuenta.
Ella asintió de nuevo y salió de la cocina caminando de manera divertida. Brokelle continuó cocinando…
Cuando Charlotte estuvo frente a la puerta de Camille, tocó un par de veces sin éxito. Llamó su nombre para saber si estaba bien, pero tampoco respondió. De modo que le dio un ligero empujoncito a la puerta, y asomó su cabeza para ver si Camille estaba.
—¿Camille? —murmuró adentrándose más, pero no obtuvo respuesta. Encendió la luz y se dispuso a recoger las partes de vidrio de mayor tamaño que estaban esparcidas en el piso de la habitación. Cuando encontró la fotografía no pudo evitar mirarla y quedarse absorta en su imagen. Camille permanecía abrazada por un chico, musculoso y de cabello castaño y largo, como solía usarlo ella. Él tenía unos preciosos ojos color verde grisáceo, y una nariz respingada y bonita. Hacían una pareja adorable, pero Charlotte no tenía ni la menor idea de quién era.
La sacó del marco de vidrio en la que estaba —o al menos lo que quedaba del mismo— y miró la nota que tenía en la esquina superior derecha, con bolígrafo en color negro y letra cursiva:
«Georg y yo. Römerberg, 2010»
El sonido de unas arcadas provenientes del baño la hizo tirar la fotografía como si su contacto le ardiese. Se levantó guiada por el sonido, y acercó su oreja a la puerta para escuchar mejor.
Sí, definitivamente eran arcadas.
Salió de allí a paso rápido, bajó los escalones y se adentró a la cocina con la esperanza de que Brokelle aún estuviese ahí. Ella cocinaba un poco de tocino cuando Charlie entró de manera nerviosa, y llamó su atención cuando la llamó por su nombre.
—¡Broke! deberías ir a ver a Camille, creo que no se encuentran bien…
—¿Qué? ¿Por qué lo dices?
—La he escuchado en su baño, parece… parece estar mal…
—Iré enseguida—Brokelle le dio vuelta a la perilla para hacer que el calor disminuyera, y de inmediato salió de la cocina en dirección a la habitación de Camille. Ahora el sonido de las arcadas era aún más fuerte, por lo que Charlotte decidió quedarse en el umbral de la puerta, sin terminar de entrar a la habitación.
—¿Cam? ¿Estás bien? —preguntó Brokelle, apegándose a la puerta para poder escuchar una respuesta que no obtuvo. Tocó un par de veces la puerta, y trató de abrirla sin éxito.
—¡Camille, déjame entrar! —volvió a decir un poco más desesperada. Forcejeó un poco más con la puerta, hasta que finalmente la cerradura cedió y la puerta se abrió dando un golpe en la pared.
Camille hincada en la fría cerámica del piso, tomando por los lados el retrete, y siendo impulsada hacia adelante a causa de los espasmos de los cuales estaba siendo víctima. Brokelle, antes de proceder, vislumbró en el lavabo de mármol un frasco de píldoras que llevaban por nombre una palabra que tenía más que conocido. Eran las mismas pastillas que Camille comenzó a tomar después de la muerte de Georg, algo que hizo que su corazón diese un vuelco dentro de su pecho al verlo vacío.
Se apresuró a ir hacia Camille, le tomó el cabello y esperó junto a ella a que todo terminara.

•••

Charlotte se acercó con pasos sigilosos hacia el buró de la cama de Camille, y allí dejó una taza humeante de té para tranquilizarla. Camille se encontraba en su cama, hecha un ovillo y ladeada hacia el lado derecho, mirando fijamente a la pared.
Brokelle le hizo saber a Charlie que debía marcharse, ésta lo hizo rápidamente y cerró la puerta. Entonces no supo que decir, sólo dio un par de pasos alrededor de la cama, pensando en qué sería lo mejor para Camille. Con voz temblorosa, se dignó a dar las primeras palabras:
—¿Has vuelto a tomar las pastillas?
Camille no respondió.
—Háblame…sólo… di algo —pidió Brokelle—. No puedo ayudarte, no sé… no sé que sientes. No sé qué intentabas hacer con esas pastillas, y a decir verdad…
—No soy estúpida —refutó Camille interrumpiéndola—. No estaba tratando de suicidarme si eso es lo que crees… no es como si me importase tanto.
—¿Por qué lo haces tan difícil?
—Supongo que es la única manera.
—No lo es, Camille. No puedes quedarte callada y… y sin ayuda. No puedes tragarte toda la culpabilidad, no puedes… matarlo.
—Claro que puedo.
—¡Pero no debes! ¡Estás enamorada de él!
—¿Y qué debo hacer? ¿Rogarle a mi papi que no mate al amor de mi vida? ¡Por favor, Brokelle!
—No uses eso conmigo, porque sabes perfectamente que no va a servir. Tom no tiene que pasar por lo mismo que Georg… y tú… tú tampoco puedes… atravesar de nuevo toda esa situación.
—Créeme que he aprendido a sobrellevarlo.
—¿Sobrellevarlo? ¿Tu definición de «sobrellevarlo» es atiborrarte de pastillas y tragarte tus sentimientos en lugar de enfrentarlos?
—¿¡Y qué se supone que debo hacer, eh!? ¡¡Dame una maldita solución!!
—¡Déjame ayudarte! —vociferó Brokelle—. ¡Sé que si hablo con papá él hará algo!
—Podrá evitar que yo lo mate —objetó Camille—, pero no podrá evitar que Caleb lo haga…
Camille dio un par de pasos hasta pasar al lado de Brokelle, y justo antes de salir de la habitación, Brokelle le dijo algo que la hizo detenerse:
—No dejaré que lo mates, Camille.
La pelirroja se volteó, la tomó del hombro y clavó su mirada en ella
—¿Hagamos un trato, vale? Cuando tú hayas matado a la persona que amas, podrás juzgarme tanto como se te dé la gana, pero antes no…
Brokelle tragó con dificultad y la vio marcharse de la habitación. Camille no hablaba de Tom, hablaba de la única persona que la había hecho amar a magnitudes completamente desconocidas para ella; Georg.

•••

Los días pasaron, y la situación parecía mejorar. Aunque en realidad Brokelle sabía que no era así, y por mucho que Camille se mostrase más frívola que nunca, sabía que se encontraba realmente mal. Camille había soportado mucho, lo que la convirtió en quién era ahora, pero Georg siempre fue su punto débil, un tema tabú entre ellas, hasta hacía unos días.
Camille viajó a Londres por dos años después de la muerte de Georg, perdiendo contacto con todos excepto con su mejor amiga. Cuando volvió parecía diferente, más frívola y calculadora, aunque con un gran peso que se reflejaba en su mirada, y era el adjudicarse a ella la muerte del castaño. Ella nunca hablaba de eso, como si no le afectase aunque era todo lo contrario, pero Brokelle siempre fue prudente y no quiso insistirle. Si ella no quería hablarle, no la presionaría.
Entonces apareció Tom, y Camille pareció volver a ser la misma de antes. Brokelle no lo supo, hasta que conoció a Tom y el parecido con Georg era imposible de ignorar. Tal vez nunca fue precisamente lo físico, pero había algo en su ingenio y personalidad que le recordaban inminentemente a Georg. Y a Camille le fue difícil resistirse. Pero decidió no decir nada, si Camille estaba feliz, ella también lo estaba.
Pero las cosas no resultaron como debían…
Esa tarde Camille bajó los escalones, con el cabello recogido en una coleta y su flequillo alaciado, cayendo en su frente. Llevaba unos lentes de sol que combinaban bien con su atuendo completamente negro, y notó por la protuberancia en su cadera que iba armada. Brokelle le miró extrañada:
—¿Adónde vas armada? —preguntó temiendo por la respuesta de la pelirroja.
—«Vamos» querrás decir —corrigió mientras se acercaba—. Y si estás pensando que voy por Tom, tranquilízate, eso no será hasta que Caleb me mande a hacerlo—Cuando estuvo frente a Brokelle bajó sus lentes de sol para mirarla mejor—. Ahora vamos, en el auto te explico que debemos hacer—Volvió a colocarse sus lentes de sol y emprendió camino hacia el garaje. Brokelle la siguió sin replicar nada.
Cuando ambas estuvieron en el auto, Camille procedió a explicarse cuando ya iba camino a su misión:
—Han matado a un novato —comenzó a decir—. Estaba a punto de terminar su prueba cuando recibió un balazo—Camille se echó una carcajada que podría confundirse con un bufido—. En fin, después de matarlo dejaron ambos cuerpos allí, claro que el supuesto “asesinado” aún está vivo. Es simple, un poco de información, le matamos, salimos de allí y listo.
—¿Tienes idea de quién es? —preguntó Brokelle cargando su pistola.
—No, pero si le mataron así de fácil supongo que no era nadie…importante.
Brokelle le miró frunciendo el ceño, sin embargo Camille miraba a la carretera y no reparó en la mirada penetrante de Brokelle.
Finalmente estacionó el auto en un viejo y descuidado edificio alejado de la ciudad, casi remoto. No le sorprendía que la misión fuese en un lugar así, si cuando se trataba de novatos les daban presas fáciles, usualmente pequeñas ratas de grandes mafiosos, chicos in experiencia e ingenuos.
Ambas se adentraron al edificio y siguieron hasta el departamento donde Caleb les había indicado. Por suerte para ellas estaban en un segundo piso, de modo que subieron los escalones en lugar de tomar el elevador.
La puerta estaba aparentemente cerrada, pero cuando tomaron el pomo esta cedió sin mucho esfuerzo. Algo que definitivamente no les sorprendió, tomando en cuenta el estado de la puerta, y todo el edificio en general. Al entrar, divisaron el cuerpo del supuesto novato en el suelo, y parecía ser que en realidad no había sido un balazo, sino muchos. Toda la totalidad de su cuerpo acribillado.
Frente a él, había un chico amarrado a una silla, con una venda en los ojos y al parecer golpeado. Definitivamente aquel chico era un novato, de no ser así el cuerpo no tendría tantos hematomas, algo que usualmente no se acostumbraba a hacer.
—¿Hola? ¿Quién anda allí? —preguntó el chico amarrado. Lo que recibió como respuesta fue una mínima carcajada, casi imperceptible.
—¿Es la policía?
De nuevo una carcajada.
—Ya quisieras —respondió Camille. El chico escuchó un chasquido, proveniente del arma de Camille.
—Iré a revisar las habitaciones, tú encárgate de él —ordenó. Brokelle asintió y la pelirroja continuó su camino. Entró a una de las dos habitaciones que había en busca de pruebas, tal vez algún casquillo de bala o hasta un arma. A simple vista no había nada, pero se dio a la tarea de buscar más a fondo, si tenía suerte encontraba algún billete dentro del bolsillo de algún pantalón. Aunque después de ver dónde vivía el chico, dudó mucho que eso sucediese.
Aquella parecía ser la habitación donde solía dormir el chico, puesto que había una cama y varias prendas de ropa tirada alrededor. En la mesita de noche había una fotografía en un marco de madera, y dado que Camille podía llegar a ser bastante curiosa, se acercó a ella y la tomó para saber de quién se trataba todo eso.
Cuando sus ojos se clavaron en la fotografía, su corazón dio un salto dentro de su pecho. Una oleada de sentimientos la azotó como el mar a las piedras de una costa, con una violencia casi descomunal y hasta cierto punto brutal e insostenible. El parecido con Georg era demasiado dramático, como si fuese alguna especie de gemelo perdido. Su corazón se volvió a encoger de impotencia y dolor, y de repente el respirar se tornaba dificultoso y casi imposible, como si hasta el mismo oxígeno resultase demasiado abrumador.
Sus manos soltaron la fotografía y el estruendo del vidrio quebrándose llegó a los oídos de Brokelle.
—¿Estás bien? —escuchó preguntar a la rubia desde la sala. Camille tragó con dificultad, y después de parpadear varias, veces finalmente respondió en un murmullo:
—Sí…lo estoy.
Se incorporó y salió de allí a zancadas, como si de esa manera pudiese dejar los recuerdos atrás. Se adentró a la siguiente habitación, y su mirada se quedó absorta en la ventanilla que había allí, sin cortinas. Con un vidrio impecable que dejaba ver en toda su totalidad el paisaje atrás de aquel asqueroso lugar. Después de todo, aunque era un edificio descuidado y mal oliente, estaba ubicado en un lugar que aunque remoto, tenía un cierto atractivo.
El alba alumbraba frente a ella, y los rayos del sol rosaban la cúspide de las montañas que parecían estar cerca, pero a la vez lejanas. Y el sol se escondía, y todo alrededor se tornaba rojizo con su halo, hasta que cuando la luz cedía, las estrellas ya comenzaban a brillar…
Ella descansaba con la cabeza en sus piernas, mientras los dedos del castaño, largos y esbeltos, se enredaban en sus cabellos, acariciándolos y peinándolos hacia atrás. Ella sonreía mientras jugaba con un pedazo de hierba seca, una del montón en el que se encontraba acostada.
—¿Sabes? Deberías teñirte el cabello rojo —comentó él mientras seguía jugando con los cabellos de Camille.
—¿Rojo? —preguntó escéptica.
—Sí, rojo —reiteró él—. Te verías bien, además resaltaría tus ojos.
—¿Quieres decir que me veo mal de castaña? —bromeó ella.
—Quiero decir que tus ojos son bonitos, y resaltarían mejor si llevaras el cabello rojo.
—Mmm…—Ella lo pensó un segundo, con una mueca—. Nunca me ha gustado el cabello rojo.
—¿Ah, sí? —cuestionó él—. Curioso…
—Pero supongo que no se vería mal ¿no?
—No, Cam. Se vería muy bien —Él sonrió.
—Vale, yo lo haré si tú te rapas la cabeza —Sus labios se curvearon en una sonrisa maliciosa.
—Es un trato, entonces—dijo él riendo. Camille continuó carcajeándose mientras él se acercaba y depositaba un beso en sus labios.
Estaba paralizada. Su corazón latía tan fuerte que sentía que pronto dejaría de hacerlo, y no en el buen sentido. Sacudió su cabeza de nuevo, y se dispuso a buscar más pruebas dentro de la habitación, pero de pronto otro recuerdo se apareció en su memoria cual rayo en una tormenta.
—Dame un día, papá —rogó con voz temblorosa—, un día, y te juro que puedo probar que él no lo hizo.
—Será más doloroso, Camille —replicó—. Él lo hizo, y no hay pruebas de lo contrario. Tú viste el video.
—¡Fue una trampa! —vociferó la castaña mirándole con rudeza.
—No lo fue, Camille…—Él se acercó para abrazarle, pero ella de inmediato lo apartó.
—¡No me abraces, no me toques! ¡No quiero verte, no quiero saber nada de ti! —gritó con ira, enojo y dolor, todo fusionado en sus palabras, que más que palabras parecían dagas con veneno mortal.
—Puedes gritar todo lo que quieras, pero eso no cambiará nada —le hizo saber.
—No permitiré que lo mates —amenazó ella, y salió de allí azotando la puerta.
Cuando Camille llevó su mirada a sus manos, reparó en lo temblorosa que estaba. Debía calmarse…necesitaba hacerlo. De otro modo iba a volver, y no debía hacerlo, ya lo había superado, estaba segura. Aquellos recuerdos no podían atormentarla más.
Salió con pasos rápidos de allí, temblando de una manera increíble. Necesitaba que Brokelle hiciese algo, necesitaba salir de allí. Pero cuando llegó, sintió una horrible sensación de vértigo recorriéndola, como si estuviese cayendo de un abismo, del que era imposible salir.
—No tengo tiempo para esto —dijo Brokelle—. Dime dónde está el dinero, y nadie saldrá herido ¿vale?
Pero en la cabeza de Camille tal cosa no sucedía. Ella veía la situación desde otra perspectiva, desde la perspectiva de un recuerdo tan doloroso como ácido quemando la piel. Brokelle no era Brokelle, aquel chico no era el chico, y sin embargo Camille sí era Camille.
Con pasos temerosos se adentró a aquella habitación, obligada por dos grandes guardias que la sostenían de los hombros y la obligaban a caminar. Su mirada se clavó en él, aunque él no pudo verla porque se encontraba vendado. Sus brazos estaban llenos de golpes y hematomas, de rasguños y cortes. Camille tuvo que contener el nudo que se formaba en su garganta.
—Georg —musitó llevando ambas manos a su boca, consternada.
—¡Camille! —gritó él como auxilio, pero al decir su nombre el golpe del armazón de una pistola lo hizo acallarse. Camille dio un respingo.
—¡No lo mates! —gritó Camille. Brokelle se volteó hacia ella, completamente confundida.
—¿Qué sucede contigo?
Camille no respondió, y con pasos rápidos se acercó al chico amarrado a la silla. En un acto rápido le quitó la venda de los ojos, y cuando los ojos de él se clavaron en los suyos, Camille sintió que su corazón se detuvo.
No era Georg, pero él a quién ella veía, sentía aquellos ojos verdes juzgándola sin ningún tipo de compasión. Dio un par de pasos hacia atrás, con la respiración agitada y su rostro más pálido de lo que solía ser. Hasta que la voz de Brokelle hizo eco en su cabeza:
—¡Camille!
Pero cuando Camille le vio, sus rasgos se transformaron en las facciones toscas de Caleb y su boca ligeramente abierta por la sorpresa, se transformó en la sonrisa malévola de su padre. Camille abrió sus ojos más de lo normal, y conforme iba retrocediendo, su auto-control se iba desvaneciendo.
Su espalda chocó contra la pared, y cuando ya no pudo retroceder más, decidió avanzar. Dejó caer su pistola, y corriendo llegó hasta la puerta, donde tomó el pomo y se perdió entre los pasillos. Brokelle aún seguía llamando su nombre, pero mientras más la llamaba, Camille más corría.
—¡Mierda! —espetó enrabietada, al escuchar el sonido del auto de Camille yéndose. Ahora se encontraba allí, a merced de cualquier peligro o aún peor, la policía. Decidió llamar a la única persona en la que confiaba a parte de su mejor amiga, marcó su número y esperó entre tono y tono escuchar su voz.
—¿Aló?
—¡Bill! —casi gritó aliviada cuando él contestó después del tercer tono—. Necesito que vengas a recogerme, ¡ahora! ¡Camille me ha abandonado en medio de una misión!
—¿¡Qué!? —se exaltó Bill—. ¿¡Cómo!? ¿¡Dónde te ha dejado!? ¿¡Y por qué!?
—¡Eso no importa ahora! —dijo Brokelle—. Necesito que vengas ya, estoy segura de que la policía se aparecerá pronto.
—Dame la dirección—Brokelle dio un par de vueltas en la habitación tratando de descifrar dónde estaba. Finalmente lo recordó y le hizo saber a Bill.
—Llego en un minuto —dijo él antes de cortar y salir disparado de su casa. Brokelle continuó dando pasos y formando círculos mientras caminaba. Estaba nerviosa.
—¿Me dejarás ir? —murmuró el chico que le miraba extrañado. No podía creer que el chico hubiese escuchado el nombre de Camille, la hubiese visto, y ahora la veía a ella. Definitivamente no podía quedar vivo.
—Claro que lo haré —dijo forzando una sonrisa. Justo cuando el chico comenzó a curvear sus labios, Brokelle descargó toda su ira en cinco rápidos balazos directo a su pecho.
—Debería hacer esto más seguido —murmuró cuando dejó caer su brazo y bajó el arma. De repente se sentía…liberada.


Camille tenía la vista fija en la carretera, y sus manos aferradas al volante de una manera casi exagerada. Sin embargo, aunque parecía estar concentrada manejando, era todo lo contrario, estaba absorta en recuerdos que la lastimaban, que hacían que la herida en su corazón se abriese y en ella se vertiesen gotas de ácido. Le dolía ya no tenerlo, a él, la persona que la cambió completamente, la persona que logró que aquel corazón frío latiese por una razón diferente, él que la volvió a la vida, y ella le pagó con la muerte.
El castaño quedó adolorido después de semejante golpe, y Camille consternada dio un par de pasos hasta refugiarse en la esquina más alejada del lugar. Había dos grandes hombres al lado de Georg, golpeándolo cada vez que intentase moverse o hablar, y frente a él estaba Caleb. Camille sintió un odio descomunal recorriéndola, se olvidó de que era su padre, se olvidó que siquiera era su familiar. En ese momento era simplemente el hombre que estaba matando a la persona más importante para Camille, y por ende, la estaba matando a ella.
—Jugar con la persona errónea tiene sus repercusiones, Listing —habló Caleb acercándose a él—. ¿En qué estabas pensando cuando creíste salirte con la tuya?
—Señor, yo juro que…—Pero el impactó de otro golpe lo acalló de inmediato. Con cada golpe, Camille daba un respingo y cerraba los ojos. Con cada golpe, una parte de ella moría.
—No uses excusas patéticas conmigo —dijo de nuevo—. Nada va a cambiar el destino que te espera…
No supo cómo, pero cuando volvió en sí, estaba frente a él sosteniendo una pistola en la mano. Un vestigio de mirada, y la culpabilidad comenzó a abrazarla como una nube negra, porque no importaba cómo o cuando, simplemente lo sabía, nunca más iba a volver a verlo. Lo examinó por un segundo tan prolongado como una hora, cada golpe, cada rasguño, cada corte. El rostro casi desfigurado, los labios sangrando, las manos quemadas y los ojos cristalizados. «Hazlo» susurró su mirada, el movimiento imperceptible de sus labios. Camille tragó con dificultad, y entonces lo supo.
Él necesitaba morir. Quería morir. «Hazlo» murmuró de nuevo «Por favor». Ella cerró los ojos y se aferró al arma.
Tres…
Los recuerdos la estaban matando, no quería abrir los ojos porque sabía que iba a quebrarse. Los ojos empezaron a llorarle.
Dos…
Su dedo se ha posado en el gatillo, la mano le tiembla. Siente las miradas posándose con ella como la fuerza de la gravedad, y sabe que, inexorablemente, debe hacerlo. Él está sufriendo.
Uno…
Se escucha un disparo. Las lágrimas cesaron. No quiere abrir los ojos, pero sabe que está muerto. Está muerto y ella lo ha matado. No quiere ver la luz de la vitalidad siendo apagada por la brisa de su propio aliento.
Lo ha liberado del dolor, pero a ella nadie la puede liberar de la culpabilidad.
En ese instante que se los recuerdos cesaron, Camille reparó en la luz roja del semáforo. Pero la velocidad que había alcanzando era imposible de detener a esas alturas, y cuando miró hacia el lado, vislumbró como una gran camioneta se acercaba a toda velocidad hacia ella. Como reflejo, hundió su pie en el freno, lo que logró que el auto derrapase, y eventualmente colisionó contra una valla publicitaria que había al lado de la carretera, logrando con el impacto un estruendo ensordecedor.



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4 Response to Capítulo 20 «Irreparable»

16 de diciembre de 2010, 4:38 p. m.

Uuuuyyyyy mae!!!!!!!!! Jajaja tengo nuevo fanfic favorito, soulmates a quedado en el pasado!!!!
Mae está dem bueno!!! En especial esta parte:

"Y Camille sabía como hacer que el dolor se detuviese. De modo que se aferró a su arma, tragó saliva como si se tratase de alguna sustancia ponzoñosa, y jalo del gatillo.


Lo liberó del dolor, y la primera de muchas lágrimas fue derramada ante su ausencia."

Mae casi me pongo a llorar, Cam es una perra, pero que guila para tener huevos, no entiendo como lo hiso, es taaann triste!!!!
Y la parte de las pastillas o Caleb esta haciendo mierda otra vez a Cam, con lo feliz que estaba con Tom.
Y Cam chocó!!!!!! OMG! Ojalá que Tom veng al rescate!!!
Jajaja no varas!!! Mae dem bnooo, póngale a escribir el otro!!! xD

16 de diciembre de 2010, 10:09 p. m.

Ok, sigo impactada por este capítulo así que dudo que pueda comentar algo normal, estoy en shock.
siempre tengo algo que decir pero en verdad me haz dejado sin palabras.
Ha sido tan fuerte todo, y encima la canción... pfff peor, he muerto. De hecho, es mi alma la que escribe (? ok no xD

Pero hablando enserio es que este capítulo lo fue toooooooodo Sou O.O te quedó hermoso.
Pobre Camille, sufría con ella, por eso me gusta este Fic porque no sólo lo leo, sino que lo vivo, lo siento, joder! lo todo (?)

el amor de mi vida está destrozada (Cam) me dio tanta pena, sentí como un escalofrío al leer la parte en la que mata a Georg u.u y encima la canción justo terminaba entonces fue como que quedó preciso y bajé la mirada misma película xD

Pobre Broke O.o ojalá Bill llegue pronto y no le pase nada porque sería el colmo si hicieras algo así ¬¬º

Te juro que cuando leí que Cam estaba manejando (la parte final) yo dije: La cresta! Tom justo pasa por ahí y lo atropella o.O pero no xD Menos mal que no hiciste algo como eso porque te mataba ò.ó

Sou, siempre te pido que postees capítulo pronto pero esta vez te lo suplico *me arrodillo y juntos mis manitos* POR FAVOR, MAÑANA MISMO O.O O PASADO XD
Pero quiero el capi lo antes posible T__T

PS: La rubia tonta hoy no me ha caído mal ¬¬º creo que estoy empezando a llevarla ó... me estoy acostumbrando a que sea tan estúpida xD

Te adoro ♥

17 de diciembre de 2010, 10:20 p. m.

*______________*
ahhhhhhhhh Camille esta mal de la cabeza esta media alucinada x( con todo lo que le ha pasado
yo me hubiera matado *_*
mierda esos recuerdos la atormentan y el chico es George Listing me muero yo no me imaginaba , bueno si un poquito cuando lo describistes xD su cabello largoOOOOOOOOOOOOO
Espero que Bill llege rapido para salvar a Broke
y que Tom saque de este lio a Camille !
maldito Caleb como lo odio
el lunes habra otro capi solo me queda esperar xD

laflaquita_04
19 de diciembre de 2010, 2:52 p. m.

OH DIOS!!! SIEMPRE LAS MAS FUERTES SON LAS MAS DEBILES, QUE RECUERDOA PARA MAS DOLOROSOS PUCHA POBRE CAMILLE Y ASI QUE GEORG ERA SU EX NOVIO?..WAOOO...Y BILL TIENE QUE LLEGAR O SINO BROKE A LA CARCEL Y NO!!!...QUE PASO CON CAM?...QUE FUE LO QUE LE PASO!!!...ESTE LUNES SI O SI ENTRO!!! ESTA INTEERESANTE MUCHO MAS QUE INTERESANTE NO HAY PALABRAS PARA DESCRIBIR TU FIC MUJER!!!..ES EXPECTACULAR!!! LO AMO!