Capítulo 25 «Evanescencia»

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Irremediablemente enojada, así se sentía. La sensación de impotencia era para ella la peor de las sensaciones, y así se sentía ahora. Impotente porque no podía hacer nada para salvar a Tom, más que borrar cualquier indicio de su relación. No sabía cuánto había manejado, ciertamente, pero no le importaba mucho. Deseaba conducir y conducir sin llegar a algún lugar en específico, simplemente transitar, perderse en lo mundano, no saber nada de nadie ni de nada. Pero era obvio que no podía hacerlo, y una de las mayores razones era su suministro de gasolina, que ya comenzaba a acabarse.
 A lo lejos divisó el letrero de un bar, pendiendo de una sola bisagra corroída, sosteniendo letras en color neón que parpadeaban inservibles. Y entonces supo que ese lugar serviría.
 Nadie le encontraría allí, más bien nadie conocido. El lugar era demasiado asqueroso y desolado como para que la gente cuerda estuviese allí, y sin embargo sus pasos se dirigían a aquel bar de mala muerte. Intentó respirar por la boca, el olor nauseabundo del sudor de pandillero y alguna que otra puta revolcándose con ellos, rápidamente hacia acto de presencia. Lo único que se veía cerca eran motocicletas —ostentosas, cabía destacar— pero ni un solo auto, y de alguna manera no le extrañaba.
 Cuando bajó sintió la mirada penetrante de algún vago ebrio, pero en ese no pudo importarle menos. Activó la alarma de su auto tras echar un vistazo al barrio en el que se encontraba, y caminó con los lentes de sol puestos —aunque fuese de noche— hasta adentrarse al lugar. Por más que intentó pasar desapercibida, un par de obscenidades hicieron eco en la taberna, y pudo notar como las miradas la desnudaban sin el menor pudor. Sin darle más importancia de la que necesitaba, se sentó en una mesa alejada, pidió cerveza porque no tenían whisky, y se limitó a reflexionar y hacer en su mente un recuento de todo lo que había pasado ese día.


En los oídos de Tom retumbó una de las mayores obscenidades que había escuchado en su vida, sin embargo, ya tenía alrededor de una hora allí, llevaba varias cervezas encima, y comenzaba a acostumbrarse a escuchar ese tipo de cosas cada vez que una mujer entraba allí. Las primeras veces se volteó por curiosidad, pero ahora le parecía banal, y simplemente ignoraba por completo la presencia de alguien nuevo.
Por otro lado, ya le había echado un vistazo a una de las meseras que atendían allí. Era difícil, tomando en cuenta que su uniforme eran apenas unos shorts cortos y rasgados, con una blusa que llegaba poco más arriba del ombligo, y unas botas hasta las pantorrillas. La chica llevaba su nombre en un papel adhesivo, ya había leído las letras “Caroline”, y le había lanzado un par de miradas coquetas, que ella respondía con sonrisas risueñas. Era atractiva, no podía negarlo. Tenía el cabello negro amarrado en una coleta alta, ojos castaños y largas pestañas. Mientras le daba un sorbo a su cerveza, la siguió con la mirada, repartiendo cervezas y siendo víctima de las miradas más lascivas que había presenciado en su vida.
En cierto momento, cuando Caroline dejó de repartir cervezas e hizo amago de marcharse, un hombre —evidentemente ebrio— se tomó la osadía de darle una nalgada. Ella se volteó, visiblemente irritada, y le plantó una bofetada que a muy pesar de la música, se escuchó increíblemente clara. El hombre se limitó a carcajearse, y ella desdeñosa se acercó a la barra, probablemente para recoger más pedidos.
—Debe ser una verdadera mierda —mencionó Tom cuando ella estuvo a su lado. La chica no respondió inmediatamente, pero cuando tuvo todas las cervezas que necesitaba en su bandeja, le respondió volcando los ojos:
—Más de lo que crees —Y se marchó a hacer su trabajo. Tom se planteó a sí mismo que tenía una sonrisa encantadora. De modo que siguió mirándola en cada movimiento, atento a sus miradas, y con ellas implícita una sonrisa.
Un par de cervezas más, Tom finalmente la convenció de que se quedase con él unos segundos, y rápidamente se veían envueltos en una conversación casual, hablando de sí mismos. El se jactaba bromeando y ella se limitaba a sonreír, por un momento Tom creyó disimular el vacío que sentía, sin embargo cuando Caroline se iba a atender otras mesas, Tom recordaba de nuevo a Camille, y sentía que el pecho le escocía.
Cuando se le dio la oportunidad de besarla, Tom no la desaprovechó. Y aunque no sentía la misma sensación electrizante que sentía con Camille, Caroline no estaba nada mal. De pronto sintió que la luz que iluminaba el rostro de Caroline se eclipsaba, y una extraña presencia detrás de él se cernía. Ella se separó de golpe, abriendo los ojos más de lo normal, asustada en todo el sentido de la palabra. Cuando Tom se volteó para ver de quién se trataba, y el porqué de la reacción de Caroline, la única respuesta que encontró fue un puñetazo directo al rostro.


 Otro sorbo a su primera cerveza, no quería embriagarse, y en la media hora que llevaba allí sólo había consumido una. De pronto un estruendo se escuchó del otro lado de la taberna, cerca de la barra. Un círculo se había hecho alrededor de un hombre alto, más que la multitud, y a juzgar por la vista, probablemente había noqueado a alguien de un puñetazo.
Otra pelea sin sentido, probablemente un par de ebrios que ni siquiera recordaban porque habían comenzado todo ese lío. No le dio importancia, y mientras los demás clientes se acercaban para ver como mataban a golpes al suertudo que se le ocurrió meterse con aquel hombre, ella se limitó a darle otro trago a su cerveza.
—¡Tom! —gritó alguien, la voz de una mujer. Camille por poco se atragantó con su bebida, y alargó el cuello para ver si podía ver si la víctima de la pelea era Tom… su Tom.
Sin embargo no vio nada, y decidió calmarse. Era estúpido pensar que Tom estaba allí, además de poco probable, tomando en cuenta el millón de “Tom” que podía haber en Frankfort solamente. Le dio otro sorbo a su cerveza, esta vez más serena.
—¡Deja de golpearlo! —gritó de nuevo, la misma voz. Camille se inquietó.
¿Y si sí lo era? Le dio el último sorbo a su cerveza, y se levantó despacio, con cautela. No quería parecer entrometida. Para suerte de ella esta vez ninguna obscenidad fue dirigida a ella o al tamaño de alguno de sus atributos femeninos, más bien se dirigían al chico que estaban golpeando.
Entre la multitud de pies, se abrió espacio para que ella pudiese verlo, claramente, su cabello castaño oscuro alborotado, el perfil de su rostro golpeado, aquellos puños que no se detenían a pesar de los gritos de una de las meseras de allí. Aquel hombre duplicaba el tamaño y el peso de Tom, y Camille sintió que si ella no hacía nada, nadie iba a hacerlo. Ira, fue lo que sintió, de nuevo una punzada, y no tardó en abrirse paso entre la multitud.
La mesera había logrado detener a aquel “hombre”, empujándolo del pecho, pero no lo lograría mucho tiempo. Camille se dio cuenta de qué trataba todo cuando le escuchó gritar a todo pulmón “nadie se mete con mi chica” al cuerpo inerte de Tom. Rápidamente la pelirroja se abalanzó al suelo para examinar que las heridas de Tom no fuesen muy graves, y obviamente, verificar que aún estuviese con vida. Entre los abucheos de la multitud, pudo escuchar apenas unos jadeos de Tom, que no decían nada coherente, pero sin embargo eran una buena señal.
—¡Apártate de mi camino, le voy a dar su merecido! —vociferó, apartando a Caroline. Camille en un movimiento rápido sacó un revólver escondido en su bota, logró levantarse antes de que el hombre diese un paso, y frente a él sostuvo su arma firmemente, apuntando directamente al corazón del hombre.
Era más que obvia la diferencia de fuerza física, y altura entre ellos. Sin embargo, un arma al conflicto agregaba más gravedad al asunto, y Camille no parecía una novata en el asunto. Sostenía su arma con tal firmeza, acompañado de sus ojos destellando con un brillo calculador, fiero y a la vez embelesador. El chico dio un paso hacia atrás, alzando ambas manos en señal de tregua.
—Si das un paso más no vivirás para contarlo.
Sus palabras sonaron como látigos azotándolo. Una amenaza limpia, directa, y sabía que ella no mentía. A pesar de tener que dirigir su mirada hacia abajo para verla, se sentía realmente intimidado. La mesera que antes trataba de detenerlo posicionándose frente a él, ahora se escondía tras su espalda ancha, apenas mirando con ojos asustados, al igual que la multitud. Un silencio sepulcral inundó la habitación con aire tétrico.
Tras ella escuchó el chasquido de un arma.
Más rápida de lo que la mayoría de allí pudieron captar, Camille sacó de su cadera otra arma, muy parecida a la que ya tenía en manos. Con su brazo derecho mantenía apuntado al chico que había golpeado a Tom, y con la izquierda apuntaba al dueño del bar, que sostenía con manos temblorosas un rifle viejo y desgastado. Para Camille aquello era más bien una broma.
—¿Realmente crees que puedes con eso? —dijo acompañado de una risa burlista. No le dio tiempo de responder cuando una bala salió del arma de Camille, dirigido hacia él. Realmente no planeaba dispararle, pero ella estaba consciente de que con sólo escuchar la bala siendo rápidamente expulsada de su revólver le haría saltar de pavor y soltar el rifle con el miedo inundándole las facciones.
Se volteó de nuevo al chico, mientras disparaba con su otra mano el único teléfono que encontró cercano, y lo dejaba inservible. Volvió a guardar su arma.
—Si lo tocas, te mueres. ¿Entendido?
El chico apenas pudo asentir. Ella volvió a agacharse, con cautela y sin perderlo de vista. Logró despertar a Tom, que milagrosamente aún estaba consciente y gracias a la cantidad de alcohol que había tomado aún no sentía el dolor de los golpes. Con ayuda de ella logró levantarse, con el rostro ensangrentado a causa de su nariz golpeada. Camille pensó que era curioso que siempre lo golpearan allí, tal vez porque era un lugar sensible y ver sangre en una pelea era señal de una pronta victoria.
Con Tom rodeando el cuello de Camille, tratando de caminar y balbuceando cosas sin sentido, lograron salir del bar. Camille buscó con la mirada el auto de Tom pero no lo encontró, además de que no permitiría que Tom condujese en esas circunstancias. Logró adentrarlo en el asiento del copiloto, ella mientras tanto rodeó su auto hasta llegar a su asiento, introdujo la llave y salió de allí a toda velocidad.
Cuando estuvo segura de que la policía no la seguía, logró disminuir la velocidad. Se detuvo en un callejón oscuro, alejado, donde pudiese golpear su cabeza en el volante sin ser vista como una desquiciada. Y así lo hizo, leves golpes con sonidos sordos, mientras se repetía a sí misma que lo que había hecho había sido un gran error.
Sus ojos se desviaron a Tom, que parecía estar dormido. O más bien, desmayado. En esas circunstancias se dio cuenta de cuánto daño podía hacerle, de a cuantos peligros él se estaba arriesgando estando con ella. Supo que había tomado una buena decisión, y que mientras Tom no se diese cuenta, ella seguiría velando por su bienestar.
Mirándole así, con ojos y brillosos y un nudo en la garganta, acercó su dedo pulgar a la mejilla de Tom, para acariciarle. Aún cuando él estaba a su lado, ella lo sentía lejano, como algo imposible, algo que nunca podría ser. Le extrañaba aunque él estuviese allí, le quería aunque se obligase a odiarlo.
Volvió a encender el auto para llevar a Tom de vuelta a su casa, donde estuviese a salvo.

      
—¿Bill? —llamó ante la oscuridad de la casa, parecía no haber nadie. Se las había arreglado para sacar del auto a Tom, que aún estaba dormido. Logró encontrar el interruptor de la luz, la encendió y volvió a llamar al nombre de Bill, pero no había nadie. Tom caminaba tambaleándose, por lo que Camille debía guiarlo, aunque a veces pareciese que iba a caerse y no levantarse más.
Finalmente llegaron a la habitación a trompicones por parte de Tom. Pero una vez que el pelinegro dio un paso dentro, pareció desvanecerse ahí mismo. Sin oportunidad de detenerlo, Camille debió verlo caer con todo su peso, sin poder evitar el golpe que se daría. En esos instantes deseaba que Tom fuese más ligero.
De pronto escuchó el sonido de las arcadas, y supo lo que se avecinaba. Corrió al baño a buscar algún recipiente, lo que sea que sirviese, y en las puertas del mueble del lavabo encontró una cubeta de color rojo desteñido. La llevó rápidamente a Tom, le ayudó a erguirse y a que no manchase toda la alfombra con su cena. Después de un par de minuto en esa situación, Tom volvió a desvanecerse y Camille sacó la cubeta tapándose la nariz. Cuando llegó de nuevo a la habitación, Tom permanecía hecho un ovillo en la alfombra, titiritando de frío, con ambos ojos cerrados. Camille decidió darle una ducha de agua tibia.
Se adentró al baño con Tom a rastras, comenzó a llenar la bañera, y mientras el agua escurría decidió desvestir a Tom. A pesar de que ya lo había visto desnudo un par de veces, prefirió dejarle esta vez los bóxers a cuadros que llevaba.
Cuando la bañera estuvo llena, logró que Tom se levantase, temblando, y lo guió hasta que introdujo ambos pies en la bañera. Una vez allí Tom apoyó la cabeza en el borde, y gracias al agua tibia finalmente su respiración volvió a ser normal.
Mientras él permanecía entre dormido y desmayado, Camille tomó un pequeño pañuelo y lo remojó en el agua, para así proceder a limpiar la sangre ya seca en el rostro de Tom. Debía admitir que esta vez tuvo más suerte que la última, puesto que su nariz no se veía tan mal. Sí tenía el rostro con tinte lívido, pero Camille supuso que se debía a la temperatura que su cuerpo recién comenzaba a recuperar.
Allí a su lado sintió por primera vez que podía protegerlo. Y aunque Tom no tuviese ni la menor idea, siempre iba a ser así, ella iba a estar protegiéndolo, se lo juró a sí misma, y ella siempre cumplía su palabra. Acarició de nuevo su rostro, pero esta vez se ayudó con sus piernas para elevarse un poco más, y acercar sus labios a los de él, para besarlo por una última vez. Le dolía que no le correspondieran, que no se movieran ante su tacto como tantas veces lo habían hecho, sin embargo sabía que era mejor así.
Después de varios minutos, le puso un pantalón de lino a Tom, lo ayudó a llegar a la cama y estando allí lo arropó con las cobijas y las sábanas. Aunque era mejor que Tom estuviese en ese estado y no recordase nada al día siguiente, Camille deseaba por un instante que él supiese, aunque sea inconscientemente, que ella hacía todo esto por él. Antes de irse tuvo el impulso de besarlo de nuevo, pero supo controlarse, además de que sería una nueva decepción al ver que él simplemente no reaccionaba.
Camille dio un par de pasos sigilosos hasta la puerta, con el corazón latiéndole cual caballo galopando, y cuanto tubo el pomo de la puerta en sus manos, la voz de Tom la detuvo.
—Cam…
Ella no supo cómo reaccionar. Simplemente se quedó en silencio.
—¿Cam? ¿Por qué lo hiciste? —preguntó. Ella abrió un poco la puerta, dispuesta a ignorar sus palabras y a seguir su rumbo, uno muy lejos de él.
— ¿Por qué lo hiciste? —insistió—. Si yo…yo te quiero— Y muy a pesar de sus palabras enredadas, y su tono de voz como el de un ebrio, Camille quiso creer que lo que Tom decía era verdad. Quiso creer en el refrán “los borrachos y los niños siempre dicen la verdad”, sin embargo, y aunque fuese mentira, ella no haría lo mismo. Ella no podía mentir con aquellas palabras.
—Yo también te quiero, Tom —dijo con un nudo en la garganta. Cerró la puerta tras de sí, y se apoyó en ella cuando la hubo asegurado. Entonces, para sí misma, volvió a repetirse las palabras que recién habían salido de su boca:
—También te quiero…mucho.
Y se marchó de allí.
En la oscuridad del pasillo, Bill pasó inadvertido ante ella. La había escuchado.

―●―
       
  Despertó por la mañana, a causa del dolor incesante de su cabeza. Los recuerdos de la noche pasada eran nulos, y los pocos que tenía eran borrosos y sin sentido. Recordó la pelea, y al tocar su nariz no hizo más que gemir. Se levantó despacio, aún estaba mareado.
Al mirarse al espejo un mohín de desagrado se dibujó en su rostro, aquel golpe —que aunque insignificante— parecía arruinarle todo su rostro. Tal vez en un par de días desaparecería, sin embargo el dolor era insoportable.
El sonido de ollas y sartenes llegó a sus oídos, decidió bajar con la esperanza de que Bill estuviese cocinando algo. Cuando hubo llegado, el ver a su hermano de espalda, tratando de hacer acrobacias con los panqueques que cocinaba le hizo sonreír, sin embargo al hacerlo recordó que tenía su nariz golpeada.
Bill se volteó de un respingo al escuchar los gemidos de Tom.
—¿¡Pero qué demonios le sucedió a tu rostro!? —preguntó con los ojos y la boca más abierta de lo normal. Tom gruñó.
—No lo recuerdo bien —respondió—, pero creo…creo que fue por una chica.
—¿Por Camille? — cuestionó Bill.
—Claro que no— No pudo evitar sonar a la defensiva—. Digo, hace mucho no le veo ¿por qué habría de ser ella? Además, ya terminamos.
Bill sintió que las cosas no tenían sentido, o al menos no desde su perspectiva. Ayer Camille lo había traído, y le había dicho que lo quería…
—¿De qué hablas? —inquirió Bill—. Ayer viniste con ella.
—¿De qué hablas tú? —le espetó ahora Tom, confundido—. Ayer vine…—Trató de hacer memoria, pero lo único que logró fue un dolor de cabeza más agudo—Bien, no puedo recordarlo, pero Camille no me trajo.
—Claro que sí.
—Claro que no.
—¿Entonces como explicas que tu auto no esté?
Tom ni siquiera se molestó en responder. Corrió al garaje y buscó con la vista algún indicio de su auto, pero no se encontraba en ningún lado. Tal vez Bill sí tenía razón pero… ¿por qué Camille se había tomado la molestia de traerlo ebrio? ¿Qué demonios había sucedido ayer? Corrió de nuevo a la cocina, donde Bill aguardaba con la confusión plasmada en la totalidad de su rostro.
—¿Tienes idea de qué sucedió anoche? —preguntó con tono desesperado.
—Bueno… Camille te trajo, ebrio y luego ella…—Pero supo que era mejor no decirlo, no si Tom no lo recordaba—ella… se fue.
Tom frunció el ceño.
—Mierda —dijo por lo bajo—. Vengo en un rato, iré a buscar mi auto.
Bill asintió sin más, y Tom desapareció unos minutos después. Para suerte de él aún tenía las llaves, y creía recordar donde había dejado su auto.
Odiaba viajar en bus, sin embargo. Debía tomar tres para llegar al pueblo en el que se encontraba su auto, y de todos los viajes solo pudo estar sentado en uno. Claro que no lo disfrutó mucho, dado que después de dos paradas comenzaron a tomar el bus señoras y mujeres embarazadas, por lo que debió cederles su asiento. Cuando finalmente llegó, empezaron a llegar más recuerdos sobre la noche anterior. Recordó a Caroline, recordó su beso y la pelea, sin embargo después del primer golpe no pudo recordar nada más, todo se volvió negro.
A lo lejos divisó su auto, finalmente. Corrió hacia él con una sonrisa inminente, desactivó la alarma, y cuando estuvo sentado dentro del auto, le habló diciéndole que lo extrañaba, como si no fuese un objeto inerte imposible de escuchar. Cuando comenzó a andar, reconoció la silueta de Caroline caminando por la vereda, llevaba un par de cervezas en la mano. El acercó su auto a ella y bajó la ventanilla cuando comenzó a acercarse.
—Vaya, lindo auto —comentó cuando se apoyó en la puerta del flamante audi. Luego reparó en el rostro de Tom—. Siento lo que sucedió ayer, Stefan es muy celoso y bueno, no entiende que ya terminamos…
— Oh, sí. Descuida —dijo Tom sonriéndole, aunque realmente no recordaba mucho—. ¿Y qué haces? ¿Quieres ir a dar una vuelta en este bebé? —Volvió a sonreír, esta vez coqueto, e hizo rugir el motor del auto. Ella sonrió.
—Me encantaría…pero no puedo.
—Oh, vamos. Te pagaré el doble de lo que ganas en un día.
Ella le miró suspicaz.
—¿Me estás comprando? —preguntó entre enojada y divertida. Tom se echó una carcajada.
—Sabes a qué me refiero —dijo él—. Anda, ¿qué dices?
Ella lo pensó unos segundos, para después dejar en la vereda las cajas de cerveza y abrir la puerta del auto con euforia. Cuando estuvo dentro le digirió una mirada coqueta a Tom. Él pisó a fondo el acelerador, y después de un falso paseo, la llevó directo a su casa.
Bill no estaba, por lo que fue más fácil entrar a la casa comiéndose a besos y desgarrándose la ropa en tal frenesí. Caroline parecía estar dispuesta a todo, y eso era lo que Tom necesitaba en ese momento. La llevó a la cama, y estando los dos desnudos Tom no tardó en embestirla y hacerla gemir como nunca había escuchado. Sexo desenfrenado, de ese que a Tom le gustaba, ese al que Tom estaba acostumbrado, y por lo que veía Caroline también. Aún así no podía evitar cerrar sus ojos, y esperar que cuando los volviese a abrir, aquellos cabellos negros se transformasen en el rojo carmesí de los de Camille, que aquella piel bronceada se transformase en blanca como el marfil, y que aquellos ojos que lo miraban con picardía cambiaran su color por uno gris como un cielo nublado.
Simplemente no podía dejar de pensar en Camille, y cuando terminaron y Caroline cayó rendida en la cama, Tom no pudo evitar sentarse a la orilla y encorvar un poco su espalda, con la mirada fija en la alfombra de su habitación. Ni siquiera aquel sexo, que pudo haberse calificado como uno de los mejores de su vida, logró llenar la sensación de vacío que tenía. Ya no servía nada de eso, ya no servían las mujeres, ya no servía el dinero, todo era banal cuando la mujer de la que estaba enamorado ya no estaba a su lado.
Sí, al fin lo admitía. Ahora que ya no la tenía se dio cuenta de que lo que comenzó como un trabajo, y más tarde se transformó en un juego, terminó convirtiéndose en la persona más importante para él en esos momentos. Se había ido, la mujer de la cual estaba enamorado, se había evanecido y simplemente no podía hacer nada para remediarlo.
Su mejor pecado se le había escapado de las manos.



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7 Response to Capítulo 25 «Evanescencia»

1 de febrero de 2011, 1:37 p. m.

Hermoso!!!! (L) Jajaja siempre pongo lo mismo, pero es que es la palabra que mejor describe Utopía.
Tom y Cam son un par de mongolos, se adoran mutuamente y se ponen en esas varas!!!
Demaciado lindo como Cam lo salva y la otra zorra esa no pudo hacer nada... claro porque Cam es toda! Y después como lo cuida y todo! Que tan lindo! Y cuando se dicen que se quieren!!!! Ohhhh indescriptible!!!
Jajaja y demaciada risa cuando dice que Tom le tubo que dar campo a las señoras y mujeres embarazadas!!!! Se me parece a alguien! xD
La canción hermosa también!! (L)
Y de la frase final, no tengo palabras, simplemente perfecta:
"Su mejor pecado se le había escapado de las manos"

the flacks
1 de febrero de 2011, 2:07 p. m.

oh dios mio, todo lo que hizo camille por tom, que tierna escena de verdad!,bill debio de decirle para que el valla corriendo donde camille, pero asi es mas interesante, despues de todo tom se acosto con otra ¬¬, que colera, siguela please!

3 de febrero de 2011, 9:47 p. m.

ya leí!!!
whao...
que genial y...adictivo
que linda camille todo lo que hizo por tom
y este que ni cuenta se dio

Lauren
6 de febrero de 2011, 5:43 p. m.

WOW super tu fic me encanta siguelo yo lo acabo de descubrir pero en dos dias me lei toda la temporadad y espero con ansias la segunda espero subas rapido tu fic es GENIAL!!!!

8 de febrero de 2011, 6:11 p. m.

Maldita seaaaaaaaaaaaaaaa! Sou de mierdaaaaaaaaaaa, lo amé, lo amé con todas mis fuerzas, me amé a mí misma por ser tan rica xD
La descripción mis pestañas, puta eso es cierto, cuando leí lo de mis pestañas, dije: ¡Esa soy yo!xDDDD
Es que ahhhhhhhhhh, cuando Tom me miraba O___O joder, es que me emocionaba como tonta T___T y ahora quiero llorar (?) ok no, seré fuerte (?) shajdhjdhajhf xD
Y cuando el imbécil de Mike (así se llama el tipo?) ya bueno, cuando le pega O___O pobrecito, me lo imagine y me dio pena u.u Nota: Hoy soy buena xD
Puuuuuuuuta y cyando aparece Cam, hahahahaha mierdaaa, toda ella, con su revolver, disparando como si se tratara de canicas (?) ¡que son balas, mujer. Matan! xD Ok no xDD
Y luego lo lleva a su casa n.n Es que son tan lindos y ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh se dicen que se quieren Sooooooooooooooooou de mierdaaaaaaaaa, te amooooooooooo xD Yo quería leer eso, puta madreee y Bill escuchó :D Pero porqué no le dijo nada a Tom?? De aquí le pego (?)
Es que esa parte fue tan hermosa, cuando él lo dice, y luego ella, y cierra la puerta y lo repite ahhhhhhhhhhhhhhhh no no, es que lo ameeee, fue la mejor declaración xD aunque Tom imbécil no lo recuerde xD
Y luego va a buscar su auto, y me ve, o tra vez xD Y yo nada tonta me subo a su audi hahahahahah Soy una puta, esta bien, pero me encanta xDDDD
Dios, y cuando lo hacemos O____O Joder, debo gritar mucho *Crica Sucia* xDDDD
Pero el idiota piensa en Cam, me cagó ¬¬º .l. No importa, no me pongo celosa de ella xD
Sou, amé el capítulo, y en verdad lamento no haberlo leído D: Ojalá y mi hermano se vaya pronto *Crica mala hermana* xD
Me largo, que ya me esta pidiendo la pc ¬¬º
Te adorooooooooooooooooooooooo con oro (?) ♥

20 de febrero de 2011, 9:15 p. m.

O.o mierdo cuanta gente comento ... ya no habrá lectoras fantamas u.u xP
Que bien que llego Cam antes de que le dejaran bien jodido a Tom ... y ahhhhhhhhh cuando le lleva a su casa y le cura sus heridas mierda estaba tan emocionada que me comia las uñas la declaracion me mato es la mas hermosa que he leido o visto " en mi cabezita " y Tom no lo recuerda ni lo recordara ! espero que si! o que Bill le diga lo que escucho !joder Bill ! dicelo ahora o te mataré no mejor mato a Broke asi te suicidaras o.O ( hoy odio a Bill )

“los borrachos y los niños siempre dicen la verdad” ... pero si es cierto Cam creele ! Maldicion! todo es tan complicado T_T
Y luego va y se folla a Carolina y aun asi piensa en ella waaaaa eso me parte el corazon a veces pienso que Cam y Tom no llegaran a estar juntos x(
Pucha para ser el ultimo capi de la 1ra temporada me deja O.O y tantos recuerdos desde que lo empeze a leer las lagrimas que me sacastes y las risas todavia recuerdo que cada vez que me reia mi mama pensaba que estaba loca y yo le decia por algo soy tu hija jajaja eso le hacia renegar mucho y se iba jujuju cuando miro los trailers dijo joder cuanto talento yo ni fregando haria algo asi " tengo cerebro de pollo " jejeeje ademas no soy muy paciente * mi mayor defecto* deseo que nuca acabe Utopia cuando pienso en que algun dia acabara mi cerebro se queda en blanco y no se que pensar xD

Siento tanto no haber leido antes y ahora estoy retrasada y retardada " mental " jajajaja en los de mas capis tendre que ser veloz si quiero estar al tanto .

Amo Utopia y te amo a ti ♥♥ xD ......

8 de mayo de 2013, 10:21 p. m.

Ya se que esto fue hace un buen tiempo, pero no tenes pensado seguir la historia??? Escribis excelente!! Me enamore de cada capitulo y de cada momento y realmente se me creo un complejo bipolar ya que por momento odiaba y al rato amaba a tom y camille con sus actitudes y cosas xD Habria sido bueno que la continuaras... :/