Capítulo 27 «Vendiendo el alma»

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          El cuerpo de Camille cayó por su propio peso, colisionando con la grava, al costado derecho de su rostro se incrustaron un par de piedrecillas. Ethan le dio un ligero empujoncito con el pie, verificando que realmente estuviese inconsciente.


         Para su satisfacción, sí lo estaba.

         Ver el cuerpo inerte e indefenso le causó una ola de sensaciones placenteras, como si lo que recién había hecho fuese una gran hazaña, tal vez para sus ojos así lo era. ¿Quién iba a pensar que él podría derribar a la mujer más peligrosa de Alemania así de rápido? Bien, tendría que agregar aquel logro a su currículo, tal vez restregárselo en la cara a Caleb más tarde.

         Paseó la mirada por el estacionamiento. No había nadie. Se puso de cuclillas y apartó el cabello de Camille que le obstruía la mirada a sus ojos, y cuando finalmente pudo verlos reparó en que estaban cerrados. Decidió que si no estaba realmente inconsciente, era muy buena actriz.

         La tomó de ambos brazos, los cuales estaban flexionados en los codos y las manos inclinándose hacia la cabeza. Para su suerte Camille no era pesada, de modo que logró llevarla sin mucho esfuerzo al auto. Inclinó el respaldo del asiento hacia atrás, la colocó de manera que luciese como si estuviese dormida, y abrochó el cinturón de seguridad.

         Cuando hubo encendido el auto, decidió cerrar las ventanas, así estas estaban polarizadas y nadie podría mirar hacia adentro aunque así lo quisiesen. Realmente aquel día todo le estaba saliendo bien, de modo que la sonrisa que dibujaban sus labios no se desvanecería pronto. Salió del lugar sin llamar mucho la atención, más tarde se encontraba conduciendo hacia el horizonte, con el alba despuntando frente a sus ojos.









•••




         Brokelle despertó temprano por la mañana. A su lado el rostro adormilado de Bill, al cual decidió solo darle un mínimo beso en los labios para no despertarle. Era increíble la expresión del pelinegro dormido, asemejando la pureza de un ángel sin dejar de lado el atractivo de su pálido dorso en conjunto con sus tatuajes. La mezcla perfecta, a sus ojos, y simplemente no podía creer lo enamorada que se sentía.

         ― Me pone nervioso que me veas mientras duermo.― murmuró Bill, parecía más bien que hablaba dormido, puesto que aún tenía los ojos cerrados y apenas movía sus labios. Brokelle dio un respingo, y luego sonrió.

         ― ¿Te desperté? ― preguntó en un susurro, acurrucándose en su pecho.

         ― Sí― respondió, después agregó―. Pero me gusta que sea tu rostro lo primero que vea por la mañana.

         Brokelle se acercó un poco más y besó sus labios.

         ― ¿Se te antoja algo para desayunar?

         ―Mmm…― Bill abrió sus ojos y ladeó la cabeza para mirarla―, ahora que lo dices, hace días quiero comer panqueques.

         ― Deseo concedido― Brokelle sonrió. Se levantó y tomó la bata de seda en color blanco que pendía en un perchero, la ató a su cintura e introdujo sus pies en unas coquetas pantuflas.― Estaré abajo, trata de no hacer mucho ruido.

         ― ¿Por qué? ― preguntó Bill mientras comenzaba a incorporarse.

         ― Es muy temprano para Camille― Ambos compartieron una sonrisa― Se pone gruñona por las mañanas, más aún si la despiertas.

         ― En ese caso, haré el mayor ruido posible.

         Brokelle volcó los ojos al tiempo que sonreía.

         ― Hablo en serio, Bill― Lo tomó del rostro y besó sus labios una última vez antes de irse― Pórtate bien, no querrás conocer el lado malo de Cam. ― Sin decir nada más, salió por la puerta. Bill aún sonreía mientras se adentraba al baño.







•••




         La oscuridad era inescrutable. Sus ojos aún no lograban descifrar siluetas, y cuando trató de tantear con sus manos advirtió que estaban atadas. Bien, ahora se sentía más estúpida que nunca. Era increíble como toda la situación de Tom parecía desconectarla de su mundo, después de todo tal vez quién corría más peligro estando juntos era ella, ella y su mente que divagaba entre la desesperanza de estar sin Tom.

         No tenía ni la menor idea de qué hora era, aún conservaba su ropa, era una buena señal, sin embargo no llevaba ninguna gabardina o alguna otra prenda que la protegiese del cénit del invierno. Estaba temblando, la garganta le ardía, y la cabeza le martillaba.

         La situación no mejoró ni un poco cuando la luz finalmente hizo acto de presencia. Su mirada se paseó por toda la habitación, una desastrosa con paredes tapizadas de flores, desgarradas dejando ver la superficie color gris de la pared. Logró ver por la ventanilla, la nieve bañaba el césped, una cerca de madera vieja y húmeda con indicios mohosos, en la deriva de algún lugar, en algún estado, de algún país. Al menos esperaba que aquel país fuese Alemania.

         Una risilla casi diabólica resonó en sus oídos, la siguió y encontró apoyado en la pared al rubio causante de la sangre que corría por su mejilla. Sus ojos destellaron con fiereza, no necesitó palabras para hacerle saber lo enfadada que se encontraba. Él se limitaba a seguir sonriendo.

         — Cometiste el peor error de tu vida, chico.

El tono de su voz sonó relajado, sin dejar el tinte de voz amenazante. Él suspiró de manera cansina.

         — Si crees que tus amenazas sirven de algo, estás equivocada.

         — Tómalo como una promesa, entonces.

         Él continuaba sonriendo mientras se acercaba a ella. Le echó un vistazo a sus muñecas lastimadas, podría aflojar la presión del amarre, sin embargo no sería algo recomendable. Tal vez, si ella mejoraba su comportamiento, él haría algo bueno.

         — ¿Tus muñecas están bien? — preguntó volviendo al umbral de la puerta.

         — ¿Te importa? — le devolvió la pregunta.

         — Mucho, a decir verdad. Muerta no me sirves de nada.

         — ¿Ah sí? — Cuestionó, arqueando una ceja— ¿Cuánto te pagaron? ¿Mil euros? Si es así, ese será el precio de tu vida.

         — ¿Insinúas que vas a matarme? — sonrió. La voz con un tinte de burla.

         — Te lo estoy asegurando— respondió— ¿sabes quién soy? ¿Tienes la menor idea de con quién te estás metiendo?

         — ¿Qué pasa con la gente de hoy que cree que por ser delincuente es intocable? — Parecía hablar con él mismo, más bien. Bufó mientras se acercaba a la silla donde estaba atada, le echó un vistazo y caminó alejándose de nuevo.

         — ¿Me has llamado una delincuente? — Camille sonó burlista, como si aquello fuese una broma.

         — Oh, lo siento— Ethan ladeó la cabeza para mirarla mejor. — Mi error, eres una…. ¿asesina? Sí, claro. La asesina más buscada de Alemania. Lo olvidé por completo.

         A Camille le sorprendía lo osado que se comportaba, aún teniendo información sobre ella. Por el momento no le preocupaba estar allí, sabía que Caleb haría algo al respecto, o al menos lo esperaba. Claro que para ello debían saber que Camille estaba secuestrada, y eso no sería hasta que ella no diese señales de vida en un par de días.

         Ahora, sí le preocupaba la idea de pasar varios días en esa cabaña de porquería, en el medio de la nada. Trató de ver qué tan ajustado estaba el nudo en sus muñecas, y supo que era demasiado. Un mínimo gemido salió de su boca.

         — ¿Te duele? — preguntó Ethan al escucharla.

         — Púdrete— le espetó ella.

         — Uh, niña malcriada— Volcó los ojos y salió de la habitación, apagando la luz.

         Camille ladeó la cabeza, de nuevo para mirar a la ventana. Tal vez podría descifrar donde se encontraba, pero no había nada, ni casas, ni autos, ni algún ruiseñor cantando en algún pino cercano. ¿Pero dónde demonios se la había llevado? Ahora que lo pensaba, si escapaba, probablemente tendría que hacerlo descalza, con ropa ligera en pleno invierno. Aparte de que claro, recorrería varios kilómetros antes de encontrar un teléfono.

         La situación era demasiado irreal, simplemente no podía creer en la situación que se encontraba. Amarrada, hambrienta y adolorida. Ni siquiera podía mover un poco sus manos, al igual que sus pies. Lo peor de todo era el maldito frío, y ella se encontraba vestida como si estuviese en plena primavera.







•••




         Sintió unas manos rodeándole la cintura, al tiempo que un par de labios se posaban en su cuello. Brokelle echó la cabeza hacia atrás mientras volteaba los panqueques, luego se volteó y tomó su rostro entre sus manos para besarlo.

         — Pensándolo bien quiero otra cosa de desayuno— dijo Bill con la voz ahogada, aún no separaba sus labios. Brokelle dio un respingo cuando las manos de Bill le apretaron el trasero.

         — Olvídalo Kaulitz— le reprendió—, pediste panqueques, panqueques tendrás.

         Bill asemejó con el rostro el puchero de un niño de dos años. Brokelle simplemente sonrió.

         — Oye, ¿no crees que Camille duerme mucho? Digo, son las once…

         — Mmm— Brokelle se puso pensativa— Creo más bien que se acuesta tarde, ¿sabes? A veces despierto a la madrugada y la encuentro viendo TV. Me ha dicho que tiene problemas para conciliar el sueño.

         — Y para despertar— convino Bill.

         — Como sea, ha sido así desde que… — Brokelle tuvo que morderse la lengua y abstenerse de siquiera mencionar a Georg. Aunque Bill no era del todo ajeno a la situación, Brokelle no creía que debía andar divulgando como había reaccionado Camille con su muerte.

         — ¿Desde qué? —cuestionó al verla súbitamente callada.

         — Nada, no tiene importancia.

         Bill no insistió más, y frotó ambas manos cuando Brokelle puso frente a él su plato con desayuno. La rubia miraba expectante su reacción después del primer bocado.

         — Cariño, debo decirte que conoces excelente— Decía con la boca llena, a Brokelle le pareció gracioso.

         — Hay más allí— dijo señalando un plato aparte— Iré a verificar que Camille no esté muerta.

         Bill asintió sin mucho interés, prácticamente devorándose lo que tenía en frente. A Brokelle le pareció curioso, Bill siempre comía en cantidades excesivas y no subía ni un ínfimo kilo. Era suertudo, dijo para sus adentros. Terminó de subir los escalones y se dirigió hacia la derecha, al cuarto de Camille.

         La sorprendió ver la puerta semi abierta. Camille solía dejarla cerrada, algunas veces hasta con pestillo, dado que por las noches el viento la azotaba. Pero ella no había escuchado la puerta azotándose por la noche… bueno, pensó, tal vez fue porque estaba más ocupada en otros asuntos. Con un ligero empujoncito logró abrir la puerta.

         — ¿Cam? — apenas murmuró. Se acercó con pasos sigilosos, no sabía si la silueta que veía era el alud de almohadas que utilizaba Camille para dormir, o si era el cuerpo de su amiga.

         — ¿Cam? — volvió a musitar, esta vez tocando la silueta. Un par de almohadas cayeron al suelo, a sus pies, y la cobija se desmoronó, desfigurando la silueta que antes veía. Se acercó al interruptor de luz, y cuando pudo ver algo supo que Camille no estaba.

         Frunciendo el ceño intentó buscar alguna respuesta, entre ellas tal vez Camille se había quedado con un chico. Bien, eso no era muy característico de ella, pero con toda la situación de Tom, probablemente se hubiese dado ese lujo.

         Decidió no preocuparse mucho, o más bien disfrazar lo que sentía. Bajó los escalones con el semblante preocupado, y Bill no tardó en notarlo.

         — ¿Sucede algo? — preguntó. Brokelle tardó en responder, parecía muy ensimismada en sus cavilaciones.

         — Es… Camille.

         — ¿Qué sucede con ella? — volvió a preguntar.

         — No está— respondió. La garganta encogiéndose mientras tragaba.

         — Tranquila cariño, debe ser que tuvo demasiada diversión anoche.

         — No…no, ella…ella me avisaría.

         — Vamos, cariño. No saques conclusiones precipitadas. — Bill se levantó para abrazarla— Tal vez ella esté con un chico en este momento y tú aquí, preocupándote. ¿Ya la has llamado?

         — No. — Brokelle sintió que eso era buena idea y se separó de golpe. — Tienes razón, debería llamarla. — Tomó su celular, en medio del desayunador de mármol negro. Los tonos parecían eternos, y con ellos la penumbra se hacía más abrumadora. ¿Y si realmente estaba en problemas? Camille era muy precavida, demasiado, y siempre llamaba a Brokelle para hacerle saber que estaba bien.

         Después de todo Brokelle no era tan paranoica. Lo sería si fuese en otras circunstancias, pero hablaba de Camille, y una infinidad de mafiosos tras ella. Clavó su mirada en Bill.







•••




         La puerta de la asquerosa habitación en la que se encontraba se abrió de golpe, y en su umbral el rubio sostenía un plato de comida que no se veía muy apetitoso. Era un par de tostadas, por lo que Camille supuso que era de mañana. Tampoco quería comer, no tenía hambre, su cuerpo no estaba acostumbrado a comer a esas horas.

         — Aquí tienes. — le espetó él. Ella le miró fulminándole con la mirada.

         — Tengo las manos atadas, por si no lo recuerdas. — dijo con tinte de obviedad.

         — Ya veo lo que intentas aquí. — Él sonrió, como si hubiese hecho un gran descubrimiento— Ni pienses que voy a soltarte. — Tomó con sus propias manos una de las tostadas y la acercó a la boca de Camille. Ella volteó el rostro, asqueada de ver sus uñas sucias y en tonos marrones.

         — Bien, no quieres comer, muérete de hambre— El plato cayó al suelo, las tostadas salieron desprendidas por toda la habitación, y el rubio salió dando zancadas. Irritado, tal vez lo estaba, pero Camille no entendía porqué.

         Justo cuando creyó haberse librado de él y de su mal carácter, sus zapatos sonaron dando pasos en el piso de madera desgastada. La melodía de su celular llegó a sus oídos, y guiada por la misma elevó la mirada y encontró su móvil en manos de él. La pantalla se iluminaba con el nombre de Brokelle, y Camille no sabía si eso era bueno o malo. De pronto entendía el mal humor de Ethan.

         — Tu amiguita ha estado llamando toda la puta mañana— mencionó sujetándolo con fuerza— Ahora, vas a contestarle y a decirle que estás bien, ¿entendiste? Un solo error, y te mato.

         Camille reparó en la pistola calibre 40 que tenía en la otra mano. Asintió, sin más opción.

         — ¿Camille? ¿Cam, estás bien? — La voz de Brokelle sonaba aliviada, sin embargo la insistencia entre las frases le decía a la pelirroja que hasta que no hablase, no se calmaría.

         — Broke— dijo apenas, tragando con dificultad. Escuchó un suspiro del otro lado.

         — Joder, Camille. ¿Por qué demonios no contestas?

         Camille tosió un poco.

         — Yo…— Pero parecía estar titubeando demasiado. Brokelle volvió a sonar tensa.

         — ¿Cam? ¿Estás bien? ¡Dime dónde estás, iré a recogerte!

         Por primera vez desde que contestó la llamada clavó sus ojos en los de Ethan. Verdes, con un brillo siniestro que a cualquier otra persona le parecería amenazador, pero parecía que él había olvidado con quién estaba jugando al villano.

         — Estoy secuestrada.

         Ethan cortó la llamada de inmediato, y sus ojos llamearon de una ira incontrolable. Camille curveó sus labios en una sonrisa arrogante, y arqueó su ceja.

         — Cuida tus palabras la próxima vez.

         Ethan lo entendió perfectamente. Había sido un error muy estúpido decirle que no podía matarla, y ahora se arrepentía tanto. Sin embargo sí rompería una de las reglas, no le importaba qué pensara Caleb, si de todos modos fingiría su rescate en unas semanas. Si la golpeaba, sanaría en unos días.

         Su mano tembló de fuerza acumulada, y su mandíbula se tensó al punto de que una enorme y grotesca vena se le dibujó en la frente.

         — ¡Maldita perra! — Vociferó al tiempo que su mano azotaba la mejilla de Camille con una fuerza descomunal. Sus ojos parecieron salirse de sus órbitas, y un color carmesí envolvió de inmediato el rostro de la pelirroja, concentrándose más en la mejilla golpeada. Ella permaneció con el rostro hacia un lado, en la misma posición que el golpe la dejó. A Ethan le temblaban las piernas.

         — Deberías ver el dedo que tengo levantado— Murmuró ella, sin mirarlo. Fue hasta cuando la puerta se escuchó azotarse que ella volvió su rostro a la posición original. De nuevo estaba sumida en la oscuridad.







•••




         Brokelle podía sentir su corazón latiendo a toda velocidad. Parecía más bien empeñado en golpearla, en salir del lugar al que pertenecía. ¿Había escuchad bien? ¿Por qué Camille lo había dicho tan tranquila? “Estoy secuestrada” resonó en su mente. Después los tonos del teléfono le hacían saber que había colgado.

         Si Camille le estaba jugando una broma, no era nada gracioso.

         Bill tampoco sabía qué decir. Podía decirse que se encontraba en el mismo shock que Brokelle. En aquel momento sólo atinó a carraspear.

         — Bill— Brokelle volteó su mirada hacia Bill. Ambas confundidas— Está secuestrada…

         Las palabras le salieron arrastradas.

         — Tranquila cariño, haremos algo— Bill se acercó a Brokelle y la atrajo hacia su pecho. Haría algo no sólo porque se trataba de la mejor amiga de Brokelle, y de él. Haría algo porque se trataba de la mujer que su hermano quería.

         Minutos después ambos se adentraban a la camioneta de Bill, camino a su casa. Brokelle estaba preocupada, pero más que eso sumamente enojada. Bill sabía que su novia era una de las mujeres más dulces del mundo, pero cuando se trataba de su casi hermana, podía llegar a ser bastante intimidante… y despiadada. No sabía cómo reaccionaría Tom, por otro lado. Si bien ahora se veía con una nueva chica, Bill estaba seguro de que aún no olvidaba a Camille, aunque claro, Tom lo negaba a toda costa.

         Cuando bajaron del auto Bill le pidió a Brokelle que esperase abajo. “Yo me encargo” le había dicho mientras la tomaba por los hombros y le besaba la frente. Ella asintió, tratando de formar una sonrisa que más bien pareció amarga. Bill tomó una gran bocanada de aire y se dispuso a subir los escalones.

         — ¿Tom? — Musitó, acercando el oído a la puerta. — Tom, ábreme.

         — Bill, estoy un poco ocupado— le escuchó murmurar con voz forzada. Esperaba que Tom no estuviese haciendo lo que tenía en mente.

         — Vamos Tom, es realmente urgente.

         — ¿¡Podrías esperar 5 minutos!? ¡Ah! — Él último gemido le hizo saber a Bill que estaba haciendo su hermano, sin embargo la situación de Camille era más importante que un polvo.

         — ¡Deja de follarte a quien sea que tengas ahí y trae tu culo aquí afuera!

         Después de semejante grito, la puerta finalmente se abrió. Bill logró ver tras los hombros de Tom a una chica de cabello negro, la respiración agitada y apenas cubierta por la delgada tela de las sabanas azules de la habitación de Tom.

         Luego reparó en su hermano, plantado frente a él con la mirada furiosa.

         — Oh, joder. ¿Podrías taparte? — Bill entrecerró los ojos ante la vista que su hermano le ofrecía.

         — Como si nunca hubieses visto una pija— bufó Tom. — ¿Qué demonios quieres?

         — Ha pasado algo, Tom. Algo realmente grave.

         Tom tragó con dificultad, y centró la vista en Bill.

         — ¿Qué sucede?

         — Camille…— Apenas esas palabras salieron de su boca, Tom pareció perder interés. — Tom, escucha, no es lo mismo de siempre, esta vez….

         — No me interesa saberlo, Bill. — Le interrumpió— No quiero saber nada de ella, ¿entiendes?

         — ¿Podrías dejar tu maldito orgullo de lado y escucharme? — cuestionó el pelinegro.

         — No, no dejaré mi orgullo de lado y no quiero escucharte. ¿Por qué habría de importarme lo que ella haga?

         — ¡Porque estás enamorado de ella! — Bill se exaltó. Era la primera vez que aquellas palabras salían de su boca.

         — Me confundes con otra persona— Tom se carcajeó— Ahora, ¿podrías irte? Tengo asuntos pendientes.

         — Tom, sólo escúchame un…— En ese instante la puerta se azotó en su rostro—…segundo. — Terminó de decir, más bien como un susurro para sí mismo. Se volteó para marcharse, sabía su hermano era demasiado terco… pero entonces supo que él lo era más que su hermano. Se devolvió en sus propios pasos y gritó a través de la puerta:

         — ¡La han raptado, Tom! ¡Si no haces algo, van a matarla, y lo sabes!

         La respiración era tan agitada que podía ver su propio pecho subiendo y bajando cada vez que exhalaba aire. Tom no respondió, sin embargo Bill sabía que había plantado la semilla. Bajó los escalones.

         Mientras tanto, en la habitación de Tom, su corazón le saltó del pecho al escuchar la última frase de Bill. Sus pasos se tornaron lentos, como arrastrando los pies. De repente la mirada ya no se concentraba en algún punto fijo, simplemente divagaba. Sintió, cuando se acostó en la cama, las manos suaves de Carolina acariciándole el pecho.

         — No estoy dispuesto— Le hizo saber, cortante, apartando las manos de la chica bruscamente— No ahora.

         La garganta le ardía. ¿Y si realmente la mataban? ¿Y si todo era una mala broma de Bill? Decidió cerrar los ojos, tal vez dormir le haría olvidarse.








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6 Response to Capítulo 27 «Vendiendo el alma»

10 de febrero de 2011, 8:33 p. m.

TOM HAS ALGO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
¬¬
que espera este chico orgulloso?
maldito Ethan lengua larga!!!!
sube más por favor!!!!!!

11 de febrero de 2011, 6:12 p. m.

Ohhhhhh!!!!!!!!!!!!!! Ethan es un reverendo HP!!
Y Cam como siempre es toda!!!! Esa chica tiene las mejores frases del mundo, creo que voy a hacer un repertorio de ellas xD
Y Tom es otro cabrón, está muerto por Cam y aún así sigue actuando como si nada follandose a esa otra!!!! Bueno en fin espero que reaccione pronto! :)
Escelente como siempre!

15 de febrero de 2011, 5:29 p. m.

"¡Deja de follarte a quien sea que tengas ahí y trae tu culo aquí afuera!" - No, Tom, no le hagas caso a Bill y sigue follándome (? ok no xDDDDD
No puedo creer que ese hijo de puta haya vuelto a golpear a Cam O_O Cuando se libere, lo va matar xD Lo séeeeeee *muajajajaj* O mejor que lo mate Caleb d.d sí, sí ¡no! Mejor Cam, para que le grite unas cuantas cosas d.d ¡que muera el hijo de puta! .l.
Brokelle siempre la más preocupada, me encanta. Y lo repito: Es la única rubia que me cae n.n Por que ni Mia de Contra Sangre me cae, es una estúpida xD
Adoro la relación entre Bill y ella :D Se ven tan lindos, y los panqueques n.n Maldito Bill, ya quisiera yo comer y no engordar, pero mírame, parezco una pelota de playa wn u.u Ok nunca tanto xD
Y Cam toda valiente: Estoy secuestrada! Yo ni cagaaaaando decía algo así. En su caso, habría dicho: Sí, sí, todo bien, nunca mejor, nunca mejor :D Pero ella es asesina y sabe lo que hace xD Joder, amo su valentía *ojos que miran con orgullo* xD
¡Vamos, Tom, sal de tu maldita habitación y ve a buscar a Cam! Pero antes fóllame jaksjskjaksjaks xD
Ahora me paso al siguiente capi, a ver si logro leerlo porque ya me botan de la pc O_O Llego de viaje y no puedo estar tranquila ni un puto momento ¬¬º

22 de febrero de 2011, 8:48 p. m.

! Joder Tom has algo ! esto me desespera como que va a dormir , mataran a Cam por tu culpa , o.O maldito orgullo de Tom pero asi lo quieren ♥ yo también u.u
maldito Ethan la golpeastes otra vez desgraciado ojala que Caleb o Tom te maten !No ! seria mejor que fuera Cam que lo mate dolorosamente T_T enserio que secuestrador mas baboso tenia que ser “rubio” como se le ocurre pasarle el teléfono sabiendo que Camille no le tiene miedo y es una ¡ asesina ¡ simplemente idiota …
Oh! mierdo adoro a Cam la manera en que le dice a Broke estoy secuestrada es unica tan sencilla y despreocupada , ayyyyyyy Broke joder como la amo , pucha quisiera tener una amiga asi que diera la vida por mi *.* y su amor con Bill es indiscriptible ♥
Bil hubieras sacado a tom a rastras para que fuera por Cam , esto se pone cada vez mas emocionante , ahora me voy al otro capi que la curiosidad me mata .
Te adoro ♥♥

lauren
23 de febrero de 2011, 10:09 p. m.

que buen cap adoroa tu fic sigueeeeeee y opublika mas seguido porfis. Cuidate bye

Anónimo
21 de febrero de 2013, 10:56 p. m.

Hey there! I just wanted to ask if you ever have any problems with hackers?
My last blog (wordpress) was hacked and I ended up losing a few months of hard work due
to no data backup. Do you have any solutions to stop hackers?


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