Capítulo 33 «Alevosía»

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          Los rostros de Bill y Brokelle, ambos por igual, mantenían la misma expresión de confusión plasmada. Y no era para menos, Camille hablaba confuso, y lo peor de todo es que lo único que habían entendido de todo lo que había dicho, había sido “estaremos trabajando por Klaus Poehlke”.


         — ¿Hablas en serio? — cuestionó atónita, Brokelle.

         — No bromearía con algo como esto. — Camille sonó severa. — Sé que no es algo qué hacemos usualmente, pero estamos hablando de Alaric Baer.

         — Es por eso mismo que te pregunto si no estás bromeando. — inquirió la rubia. — Además, ¿qué te hace pensar que me vestiré de puta para seducir a un mafioso que puede matarme en dos segundos si se entera de quién soy?

         — No lo hará. — le aseguró. — Además, estás muy confiada de que te escogerá a ti. Puede que me escoja a mí.

         — ¿Y si no lo hace?

         — Estarás en graves problemas. — Bromeó Camille, luego al ver el rostro de Brokelle, se carcajeó. — Tranquilízate, lo harás bien.

         — No lo sé…

         — Vamos, Brokelle. Si no lo hago…— Camille sintió que la garganta se cerraba. Miró a Tom.

         — Si no lo hacemos, van a matarme. —dijo él. Brokelle de pronto le vio sentido a todo.

         — En ese caso, yo sí lo haré. — habló Bill, encogiéndose de hombros como si no tuviese mayor importancia. La mirada de todos se dirigió a Brokelle.

         — Bien, bien. — accedió, aunque no de la mejor manera, de igual modo los chicos celebraron. — Ahora, ¿podrías explicarme de nuevo lo que haremos?

         Camille desenrolló de nuevo el plano, y procedió a explicarse, señalando bien los lugares estratégicos.

         — Resulto de muy buena suerte que Gustav haya estado averiguando sobre Baer desde hace unos meses. — comenzó a decir, explicando el porqué de tanta información. — Suele visitar cada dos semanas, un bar a las afueras de la ciudad. — Tom carraspeó. — Bueno, un burdel, más bien. Hoy es nuestro día de suerte. — esbozó una sonrisa traviesa. — Hay una especie de actividad, ya sabes, para incentivar a los clientes. Las chicas deben disfrazarse.

         — ¿Y qué hay del dueño? ¿No sospechará que le lleguen dos nuevas chicas de la nada?

         — Tom se ha encargado de eso. — respondió Camille. — Conoce muy bien al dueño…

         — Sí, ya saben, amigo de un amigo. — Todos notaron el nerviosismo poco disimulado, y sabían que en realidad no era del todo cierto, y que si conocía al dueño era porque solía frecuentar aquel burdel. Los chicos decidieron continuar con el plan, sin reírse.

         — Bien, en fin. Se lleva a las chicas a un motel a unos 20 minutos de allí. No es lo mejor del mundo, pero… sirve para lo que haremos.

         — ¿Lo mataremos allí?

         — Algo así. — Camille y Tom compartieron una mirada cómplice. — Verás, Broke… Gordon ha estado trabajando en una especie de…explosivo.

         — ¿¡Bombas!? — dijo alarmada. — ¡No lo haré!

         — Vamos, Brokelle… ya lo has hecho y…

         — ¡Y casi me quemo el rostro, joder! ¡Sabes como odio esas cosas!

         — Cálmate, Broke. Ya te dije que lo haré yo…

         — Igual me preocupa. — bufó. — ¿estás dispuesta a arriesgarte?

         — Claro que sí. Además, en caso de que falle… Gustav sabe cómo desactivarla.

         — ¿Gustav? — cuestionó, extrañada. Aquel chico sabía hacer de todo, y no se lo creía.

         — Es un sabelotodo. — dijeron al unísono, los tres. — Pero ¿qué vamos a hacer? El chico trabaja para Gordon, y ayudó con la fabricación del explosivo. — continuó, esta vez Camille.

         — Bien, bien. Lo haremos. Pero escogeré mi propio disfraz.

         Camille y Tom se miraron de nuevo, incomodados.

         — Broke, ya los escogimos…

         — ¡Pero esto es el colmo! — vociferó, casi ofendida. — ¿Y los escogió Tom? — Camille asintió crispando el rostro. — Oh, joder. Dime que no escogió traje de conejita…

         — ¡Oye! — gritó el otro, ofendido. Camille se carcajeó.

         — En realidad…— y mientras lo decía, sacó una bolsa que tenía cerca del mueble. — ¿Serás el ángel o el hada? — A Brokelle le brillaron los ojos, mirando alternativamente a ambos atuendos. Bien, definitivamente Tom tenía buen gusto…





•••




         Aquella misma noche, las chicas se habían encerrado en sus respectivas habitaciones para comenzar con el arduo trabajo de la vestimenta. Los chicos esperaban pacientes bajo los escalones, y al momento en qué escucharon el sonar de sus tacones, sus miradas se dirigieron a ellas casi de inmediato. No se perderían aquello por nada del mundo.

         La primera en bajar fue Brokelle, quién captó la atención de Bill de una manera casi exagerada. Llevaba un vestido blanco entallado a su esbelto cuerpo, combinando perfectamente con su bronceado. No llevaba breteles, por lo que sus hombros resultaban exquisitos con aquel par de coquetos lunares. Llevaba las piernas al descubierto, luciendo su longitud, y unos zapatos de plataforma en color dorado.

         Las alas apegadas a la espalda, de finas plumas blancas, el vestido que llevaba le dejaba la espalda al descubierto, justo debajo de los hoyuelos en la parte baja de su espalda. Sus ojos iluminados con lo que parecía ser escarcha en color dorado, también, y los labios con un brillo rosado que los hacía ver carnosos y apetecibles. En su mano sostenía un antifaz con brillos en color blanco y dorado, y mientras bajaba, elevó un poco su mano para llevarlos a su rostro. Bill tuvo que tragar, o corría el riesgo de ahogarse en su propia baba.

         Brokelle lucía despampanante, pero Tom sólo esperaba por una cosa; Camille. El peculiar sonido de su caminar fue haciéndose cada vez más cercano, hasta que Tom tuvo la dicha de verla en el último escalón, a punto de bajar el peldaño.

         El corsé púrpura le quedaba espectacular, entallando su cintura. Satinado, con detalles en encaje negro, y el amarre en la espalda bien ajustado. Una falda de tul voluminosa, en encaje negro también, sus piernas se veían espectaculares, y el color le asentaba perfecto a su tono de piel pálido. En la mano llevaba un antifaz como el de Brokelle, a diferencia que este tenía detalles en negro y morado. Sus ojos con maquillaje negro ahumado, profundizando su mirada de ojos grises, y unos zapatos de plataforma en gamuza negra. Llevaba atrás unas alas que asemejaban las de una mariposa, jugando con los colores morados y negros.

         Tom la tomó de la mano cuando ella finalmente bajó todos los escalones, pero en lugar de llevarla hacia el auto, lo embargaron unas ganas incontrolables de llevarla, pero a su habitación.

         — Ya puedes respirar. — Le dijo en broma Camille, a lo que los demás soltaron una carcajada. Tom la acercó a él y la besó.

         — Yo voto porque nos quedemos en casa y hagamos cochinadas. — dijo cuando sus labios se separaron, y todos rieron, tal vez apoyando la idea.

         — ¡Te apoyo, hermano! — canturreó Bill, besando a su novia. Las chicas volcaron los ojos, y después esbozaron una sonrisa.

         — Lo que sea cuando terminemos esta misión. — les dijo Camille. — antes no, ¿entendido?

         — Entendido. — se escucharon decir de mala gana. Las chicas comenzaron a caminar, y ellos a seguirlas, cuales perros a sus dueñas. Tal vez, en cierto modo, así lo era.

         Afuera los esperaba una van, con Gustav de piloto. Aunque dada su mala fama, y sus múltiples tiquetes, Tom prácticamente le obligó a que se hiciese a un lado para que él manejase. Aunque Gustav no estuvo del todo disgustado, lo bueno era que podía ir atrás con las chicas, y disfrutar de la vista. Sentía ganas de que Charlotte estuviese allí, tal vez vestida de diablillo…

         — Deben ponerse esto. — dijo Gustav, extendiéndoles unos auriculares. — Pueden hablar, las podemos escuchar, pero por favor, hagan algo con su cabello, pero no dejen que los vean.

         — Bien. — dijeron al unísono, colocándoselos.

         — Ahora, déjenme ponerme esto, y los probamos, ¿vale? — Las chicas asintieron, y Gustav procedió a ponerse unos grandes audífonos. Después dio la señal, las chicas hablaron en un tono de voz normal, y Gustav debió bajar el volumen, dado que casi queda sordo.

         — Bien, hablen de nuevo, espero esta vez no perder mi sentido auditivo.

         Brokelle vio como una sonrisa malvada se le dibujaba en el rostro a la pelirroja, de modo que le dio un codazo evitando que subiese el volumen más de lo que debía. Camille sólo le lanzó una mirada envenenada.

         — Bien, las escucho perfectamente. — Se quitó los audífonos. — Deben entender que el explosivo detonará en dos horas, así que nada de preámbulo.

         — ¿Detonará todo el motel? — preguntó Brokelle.

         — En realidad son unas pequeñas cabañas, de modo que sólo detonará la de ustedes, y unas que están cerca. No es la gran cosa, sólo asegúrense de haber salido para de allí para las 23:00 p.m.

         — Pero son las 21:30. — objetó Brokelle.

         —Exacto.

         Algo en la mirada de Gustav la hizo estremecerse. No le dio mayor importancia, ya comenzaban a acercarse al burdel.

         Bueno, más que burdel parecía un bar lujoso. El ambiente era como el del mismo, el olor a alcohol, las carcajadas, las nubes de humo, y las mujeres disfrazas y sentadas en un mesa, en espera de su próximo cliente.

         Llamaba la atención ver como las chicas estaban solas, pero los posibles clientes –en su mayoría mafiosos- estaban escoltados por una serie de hombres vestidos de negro, custodiando su seguridad, y de una altura casi inhumana. Cuando las chicas iban entrando, varias miradas se clavaron en ellas, deseosas y lascivas, con los ojos que decía; “la quiero a ella”

         Pero ellas los evadieron, tomaron mesas separadas, y pidieron algo para tomar.

         «Alaric en camino— escucharon ambas en sus auriculares. — Lleva 6 hombres. »

         Las chicas se miraron, disimuladamente, tratando de no levantar sospechas. Segundos después, Alaric daba pasos pedantes al lugar, con un semblante de rey que opacaba a los demás hombres allí dentro. El cabello rubio rojizo peinado hacia atrás, la barba tupida, y los ojos verdes brillándose con las luces neón. Dirigió una mirada a todas las chicas que se fijaron en él, Brokelle no lo hizo, no debía, pero Camille logró sonreírle con los ojos, mas no con la boca. En ese momento supo a quién quería.





•••




         Dentro de la van se respiraba un aire tenso. Los dos sabían que en cualquier momento, una de sus novias, debía ir a pretender besuquearse con un hombre que les doblaba la edad, que las tocaría y las acariciaría, y que ellas debían corresponderle, aunque no quisiesen.

         Pero en el fondo Tom quería confiar en que escogerían a Brokelle. Lo que las chicas no les habían dicho, era que Brokelle se había sentado en un lugar alejado de la vista de Baer, por lo que era seguro que escogería a Camille. Bill no lo sabía, Tom tampoco. Brokelle no era quién debía ir.

         — ¿Crees que escojan a Brokelle? — preguntó Bill, nervioso. — No quiero que lo hagan… no está preparada.

         — Pues yo espero que sí. — dijo Tom, encogiéndose de hombros. Bill le lanzó una mirada envenenada.

         — No me mires así, tú estás deseando que escojan a Camille.

         — Desde luego que no quiero que toquen a mi novia como solo yo puedo hacerlo. — objetó el menor de los gemelos.

         — Y yo deseo lo mismo. — Dijo Tom. — Dejémoslo a la suerte. Ya sabes, Brokelle…. — Bill le lanzó otra mirada asesina, pero se ahorró las palabras. En aquel momento solo deseaba que escogiesen a Camille, y no por ella en sí, sino por fastidiar a Tom.

         «Buenas noches, señorita. El señor Baer quiere saber si quiere acompañarlo a un copa.»

         Aquella frase había hecho que los vellos de todos se pusiesen de punta. No sabían a quién habían invitado, pero el corazón de Tom, comenzó a palpitar desbocado, con unas ganas descomunales de salirse de su pecho.

         «Me encantaría.»

         Y reconoció perfectamente su voz. Pudo hasta imaginar a Alaric Baer dándoles las instrucciones a sus hombres, diciendo con voz grave y ansiosa que la quería a ella. «Quiero a la pelirroja» imaginó en su cabeza, y cuando volvió a la realidad, la mirada burlista de Bill se encontraba frente a él.

         — Idiota. — Le espetó. Tomó los audífonos y se los puso en la cabeza. Debía escuchar la conversación, aún mejor que los demás. Se trataba de su novia, y ya los celos comenzaban a recorrerlo… lo peor de todo era que podía adjudicarse aquella misión sólo a él mismo.

         Bill le abría la puerta a Brokelle, quién al ver que habían escogido a su amiga, salió de ese lugar antes de que alguien la escogiese a ella.

         — ¿Tienes frío? — preguntó. Brokelle asintió, y él pelinegro se quitó su gabardina para abrigarla. Tom quedó completamente absorto en la conversación.

         Escuchar la voz de Camille era satisfactorio, en cierto modo, pero saber que el significado de las palabras no era dirigido a él, le quitaba todo rastro de agrado. Tom no entendía porqué hablaban, él nunca lo hacía, si pagaba, no debía hablar cosas banales e incómodas como en una primera cita. Tom odiaba las citas, y presenciaba, justamente, la de su novia. Finalmente escuchó como ambos se dispusieron a salir de allí, pero aunque la conversación acabó, la angustia seguía allí.





•••




         Camille subió a la camioneta con ayuda de Alaric. Debía admitir que tenía cierto encanto, y que tal vez, en su juventud, fue un hombre apuesto. El camino al motel no era muy largo, ella miraba por la ventana, aunque no podía ver mucho gracias a las ventanillas polarizadas. Él mantenía su mano entre las piernas de ella, descendiendo un poco más, algo que comenzaba a incomodarla. Se estremeció en su asiento.

         — ¿Estás bien? — preguntó, aunque por el tono de voz parecía una orden. Como si le dijese, “debes estar bien”.

         — Lo estoy. — respondió ella con su mejor sonrisa. — Sólo tengo frío, eso es todo.

         — Hanz. — llamó a uno de sus hombres. — Rápido, la señorita tiene frío, y necesita algo con qué abrigarse. — Luego dirigió su mirada a Camille, una mirada que la recorrió de una manera de lo más lujuriosa. — No entiendo como aguantaste con ese atuendo. — le dijo. — Aunque claro, te ves hermosísima. — La tomó bruscamente de la barbilla, acercándola a sus labios.

         Lo sintió violento, como si la necesidad de poseerla fuese de vida o muerte. Ella intentó imaginar que a quién besaba era a Tom, sin embargo el sabor de sus bocas no se comparaba. Él de Alaric era como de tabaco mezclado con whisky, y el de Tom… el de Tom simplemente era ese, el de Tom. Cuando finalmente la soltó, encontró en sus piernas un chal de lana.

         Pudo ver como los portones de su destino comenzaban a abrirse, dando paso a la camioneta. Supo entonces, que representarían un problema al salir. Debía hacerlo unos minutos antes.

         El plan decía que Camille debía hacer una de dos cosas; la primera era tener sexo con él, a su edad, quedaría dormido y completamente exhausto, le mataría de una manera ingeniosa, y luego se escabulliría entre los guarda-espaldas, o bien, si se complicaba, los mataría también, y escaparía de allí. O la segunda opción, y para la cual iba preparada. En medio de una sesión de asquerosos y húmedos besos por parte de Alaric, ella le inyectaría una sustancia que lo dejaría inconsciente en segundos. Probablemente lo mataría antes de irse, y escaparía para ver como detonaba el lugar.

         Pero debía ser cuidadosa con la jeringa que llevaba escondida, porque si por algún error, tal vez un movimiento de él, ella quedaba inconsciente, el lugar detonaría, con ella dentro. Y no, no estaba dispuesta a morir de una manera tan vil, y menos con un disfraz de hada prostituta.

         — Allí está el baño, por si necesitas…ponerte más cómoda. — Camille asintió, y se adentró al baño, mientras veía como el comenzaba a sacarse los zapatos.

         No sabía porque estaba tan nerviosa, tal vez era porque sabía que significaba fallar. Pero al mismo tiempo, Alaric Baer no era como cualquier otro mafioso. Ella hubiese estado más tranquila si se tratase de Klaus, pero Alaric era diferente, más calculador y atento, como un lobo hambriento.

         Dio una calada de aire profunda, mientras observaba su reflejo en el espejo. Tomó un poco de agua en un vaso, la tragó en tres grandes sorbos. Luego verificó el lugar de la jeringa, justo bajo su falda que asemejaba un tutu negro. Volvió a esconderla, con el corazón latiéndola a mil. Finalmente salió del baño.

         Alaric esperaba en cama, aún con la ropa puesta. Corría el rumor que buscaba en sus empleadas, lo que nunca encontró con sus pasadas esposas. No quería sexo simple, sin caricias ni besos, le gustaba desnudarlas poco a poco, mirarlas y que ellas hiciesen lo mismo. Y Camille lo sabía, de modo que siquiera se quitó sus zapatos.

         Se acercó a la cama, con el caminar de un felino, moviendo la cadera con cada paso. La pierna derecha se deslizó por la cama, acercándose a él. Camille lo tomó de la corbata que llevaba, rozándole los labios, y esta vez era ella quién se ponía un poco agresiva. El fin justificaba los medios. Colocó ambas rodillas al lado de la cadera de Alaric, y con ambas manos le desabotonó la camisa de un tirón. Poco a poco fue aflojando el nudo de la corbata, para comenzar a besar su cuello con avidez fingida.

         Y en ese momento no sabía si proceder o no. Podía seguir besándolo, pero en algún momento necesitaría pasar al siguiente nivel y al menos quitarse una prenda. Además de que Alaric, ya comenzaba a acariciar sus piernas y a tomar sus glúteos. Decidió que era el momento.

         Pero no contaba con que Alaric, además de disfrutar de ella, sabía quién era y porqué estaba ahí. Sentía ganas de tomarla del cuello, y en lugar de besarla, estrangularla. Pero también, debía admitir, que dejar de besarla era un sacrificio grande. Decidiría verla actuar, para dar el golpe final.

         Fue entonces, cuando la vio sacar una jeringa de su pierna, que Alaric supo que era tiempo de hacerlo. La tomó de la muñeca, impidiéndole que ella elevase más su mano. Ella dejó de besarlo y se separó abruptamente, mirándolo a los ojos, aquellos ojos que sonreían con malicia anticipada. La sangre comenzó a faltarle en la mano, le estaba cortando la circulación, y comenzaba a doblarle el brazo peligrosamente.

         — ¿Pero qué estás haciendo, pequeña putita? — preguntó en tono meloso, pero con tinte amenazador. — ¿Realmente creíste que me engañarías con un antifaz? — Y acercó su mano al rostro, apartando el antifaz de ella.

         — Suéltame ahora, hijo de puta. — Pidió Camille, haciendo esfuerzos para liberar sus manos.

         El chasqueó la lengua en señal negativa.

         — ¿O qué vas a hacer? ¿Matarme? Ni siquiera te diste cuenta cuando te saqué la pistola, que, debo decirte, no la escondiste bien.

         Camille apretó la mandíbula. Alaric la acorraló a la pared, y aún tomándola del brazo, lo dobló un poco más, sometiéndola a más dolor. Ella jadeó un poco, cerrando los ojos con fuerza.

         — ¡Klaus, entra aquí! — Cuando Camille escuchó sus palabras, sintió que el mundo se le venía abajo. Y él usaba un tono tan burlista, y tan amenazador a la misma vez, que sintió miedo, como pocas veces en su vida, un miedo calador.

         Klaus entró por la puerta, campante y con una sonrisa en los labios. Ella apretó más la mandíbula, y su respiración era tan agitada, que las fosas nasales se le abrían y cerraban con cada exhalación.

         — Pero miren quién cayó en nuestra pequeña emboscada…— canturreó Klaus, con su voz de fumador.

         — Vete al infierno. — masculló ella.

         — Oh, por favor, Camille. Tú debes conocerlo mejor que yo.

         — Voy a matarte, y lo sabes. — sentenció.

         El se carcajeó.

         — Ahórrate las amenazas, no te queda mucho tiempo. — Klaus se volteó, debía hablar algo por su celular. Alaric pareció soltarla una milésima de segundo, pero volvió a tomarla por los brazos, desde la espalda.

         Por su mente pasaron muchas alternativas, la mayoría imposibles. No sabía porqué los chicos no entraban, si se suponía que debían estar escuchando todo lo que estaba sucediendo. Pero allí estaba, sin armas, completamente indefensa, y la única alternativa que tenía, no le agradaba mucho.

         Su padre hizo un buen trabajo entrenándola, excelente. Pero había algo que Camille odiaba, y era la violencia física. Trataba de evitarla lo más que pudiese, no como Brokelle, que era lo que más solía usar. Pero la última vez que Camille había golpeado a alguien, había sido cuando tenía 17 años…con su padre, en un entrenamiento.

         Pero era su única alternativa, lo haría, aunque sus zapatos pesasen casi la mitad de lo que ella.





•••




         — ¿Ya puedes escucharla? — preguntó impaciente Brokelle.

         — Se ha tardado mucho. — dijo Tom. — Joder, ¿qué habrá sucedido? ¿Creen que todo esté bien?

         — No nos precipìtemos. — habló Gustav, quién estaba ceñido tratando de arreglar la conexión. — Probablemente salga dentro de poco,

         — Pero faltan 15 minutos. — objetó la rubia. — Será mejor que desactives la bomba ahora.

         — ¿Desactivar la bomba? — preguntó Gustav, frunciendo el ceño. Tom se tensó. — Eso es imposible.

         — ¡Claro que no! — Brokelle se alarmó, y miró a Tom. — ¡Dile, Tom, dile que desactive la bomba!

         — Brokelle…

         — Oh por Dios. — Antes de decirlo, ella ya lo sabía. — Mierda, mierda…

         — Camille no quería decirte, yo lo haría pero ella…

         — ¡Son todos unos idiotas! — vociferó. — ¿¡Cómo demonios se les ocurrió dejarla ir así!?

         Las palabras se amontonaron en la boca de Tom, pero antes de responder, Gustav se le adelantó.

         — ¡La escucho! — gritó, atrayendo la mirada de todos. Pero de inmediato su rostro se dibujó en pánico puro. — La tienen. — murmuró, completamente consternado.

         Brokelle no tardó en tomar dos pistolas, una en cada mano. Tom tampoco tardó en tomar las suyas, pero Bill fue un poco más precavido, y tomó el rifle de francotirador que Gustav le extendió. Los tres salieron a paso rápido, amenazaron al chico del portón, y lograron adentrarse en el lugar. Ahora sólo debían encontrar la cabaña correcta.

         No fue difícil, era la única con 4 hombres alrededor. Pero debían ser cuidadosos, no podían actuar precipitadamente. Brokelle se acercó, cubierta por la gabardina de Bill, y de inmediato sintió como los guarda-espaldas comenzaba a tensarse, aún con la sola presencia de ella, que asemejaba una chica común y corriente.

         Estableció una conversación de lo más banal, titubeando, mientras Tom se acercaba por detrás de uno de los guarda-espaldas, lo tomó por la cabeza, y le quebró el cuello. De inmediato los tres restantes voltearon a ver.

         — ¡Disparen! — Gritó uno de ellos, pero Brokelle fue más rápida. Sacó ambas armas, y disparó al que estaba más cercano a ella. El primero había caído.

         Al otro, Bill le disparo cuando vio que venía tras Brokelle, desde lejos, Bill no se arriesgaba tanto, pero no hacia falta con la buena puntería que tenía. Tom se adelantó a los escalones, mientras Brokelle quedaba cara a cara con uno de ellos.

         Le pateó directo al estómago, el hombre cayó de espaldas, y dejó caer su arma un par de centímetros alejada de él. Cuando vio a Brokelle acercarse, hizo todos los esfuerzos posibles para tomarla y dispararle, pero justo cuando iba a tomarla, sintió como unos tacones dorados se plantaban directo en su muñeca. En lugar de tomar el arma, Brokelle se agachó y tomo la mano del guarda-espaldas, este rogó porque no le hiciese daño, pero ella estiró más la mano, dislocó el hombro, plantó su zapato en el rostro, y por último torció la muñeca hasta quebrarla. El chico quedó inconsciente, y ella sacó la carga de la pistola y la lanzó lejos. Después de eso, salió corriendo a los escalones por los que Tom había ido.





•••




         Camille seguí mirando la espalda de Klaus, indecisa. Sabía que podía lastimarse, pero si no lo intentaba, la matarían. De modo que miró sus pies, y respiró hondo.

         Lo haría.

         — ¡Klaus! — Vociferó. El aludido se volteó, con teléfono al oído. Y entonces la vio saltar de una manera que nunca imaginó. Impresionante, con precisión, directo a su cuello. Apoyándose del agarro de Alaric, quién no pudo captar de inmediato lo que ella estaba haciendo. Las piernas rebotaron en los hombros, con un dolor descomunal, pero entonces ella se aferró al cuello, entrelazó las piernas, y después, inclinando las piernas con fuerza hacia el lado derecho, escuchó el crujir del cuello de Klaus.

         Alaric se quedó petrificado. Ella echó la cabeza hacia atrás, colisionando con la nariz, él la soltó de inmediato, ella se volteó y lo tomó de la cabeza, inclinándolo hacia adelante, le propinó un rodillazo al estómago, y él perdió el aire momentáneamente.

         Entonces Camille lo tomó del cabello, con la mano izquierda, y con la derecha le propino un puñetazo fuerte y preciso a la mandíbula. Él se inclinó hacia adelante, tomándose el estómago, Camille, con aquellas plataformas y tacón de aguja, lo pateó directo al rostro, haciendo que cayese para atrás, contra la pared, así se deslizó inconsciente hasta quedar sentado en el suelo.

         Ella respiró hondo, y se agachó para tomar el arma que tenía escondida en su saco.

         Entonces escuchó la puerta abrirse abruptamente.

         — ¡Aléjese de él! — Dijo una voz ronca. Camille se levantó despacio, con las manos hacia arriba, en señal de tregua. Antes de que el pánico la envolviese, pudo ver el rostro de Brokelle tras ellos. La rubia le hizo una señal de silencio.

         — ¡Baje el arma! — Gritó. Camille se agachó despacio, con una sonrisa en la boca, y colocó el arma en el suelo. Luego miró hacia arriba, justo para ver como Brokelle había tomado al más grande por el cuello, pero este se echó para atrás y arremetió contra la pared, lastimándola. Ella permaneció aferrada al cuello, pero el guarda-espaldas se removía demasiado, y la hacía perder la fuerza.

         Camille vio como entraba corriendo otro de los guardaespaldas, de modo que se agachó de nuevo, justo para tomar el arma, pero antes de que ella disparase, el cuerpo del hombre ya había caído al suelo, con un impacto de bala en la espalda. Camille vio como, el único que quedaba en pie, había sido Tom, sosteniendo un revólver. Luego escuchó de nuevo un crujir de huesos, dirigió la mirada a Brokelle, y vio como el cuerpo de quién antes luchaba contra ella, ahora caía de narices, directo al suelo, con el cuello quebrado.

         Brokelle respiró profundo, mientras caía al piso exhausta. Camille terminó de incorporarse, y junto con Tom, se acercaron a ella para verificar que estuviese bien. El brazo lo tenía lastimado, pero peor que eso, no tenía ni fuerzas para levantarse.

         — ¡Broke! — gritó Camille, tratando de hacerla reaccionar.

         — ¡Debemos salir de aquí, va a detonar! — Dijo Tom. Camille lo recordó y maldijo en voz baja.

         — ¡Cárgala, debemos salir de aquí!

         Y en ese mismo instante Bill entró al recinto.

         — ¡Broke! — Gritó horrorizado. Se lanzó a ella. — ¡Joder, ¿qué demonios pasó!?

         — ¡No hay tiempo, debemos salir de aquí! — Vociferó Camille. Increíble a los ojos de todos, Bill logró tomar a Brokelle y la cargó. No parecía molestarle, sino más bien hacia pensar que Brokelle era increíblemente ligera.

         Los tres salieron de allí, Bill a paso rápido, ya que no podía correr. Camille y Tom trotando. Aunque ya habían salido de la cabaña, debían salir del lugar completamente, no quedaba mucho tiempo antes de que explotara.

         —…Bill…— musitó Brokelle, despertando poco a poco. La voz le salía arrastrada.

         — ¡Cariño! ¡Estás bien!

         — ¿Lo hicimos? — Preguntó, tragando con dificultad, y frunciendo el ceño por el dolor.

         — Lo hiciste, cariño… estarás bien. —Y le besó la frente.

         Finalmente llegaron a la van. Tom tomó el volante, Camille el copiloto. Atrás Gustav examinaba las heridas de Brokelle, y Bill tomaba su mano con fuerza.

         La cabaña detonó en el mismo instante en que Tom pisó el acelerador.

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5 Response to Capítulo 33 «Alevosía»

yessy
13 de marzo de 2011, 12:38 a. m.

que capitulo tan EMOCIONANTE por poco crei que agaraban camille sigue que EMOCION!!!

18 de marzo de 2011, 12:19 a. m.

Me encanta este fic,*-* te gusta the vampire diaries vrd 8-) haha Alaric, Klaus 8-) ñaña

18 de marzo de 2011, 5:37 p. m.

hola perla =D Sí, me encanta VD, pero los nombres son pura coincidencia xD Los busqué por internet como "nombres alemanes" y me salieron esos xD, hasta hace poco empecé a ver VD :-)
Grax x el comment =D

26 de marzo de 2011, 8:37 p. m.

WUOOOOOOOOOOOOOOOOO que capitulo más emocionante 0.O por donde empiezo tengo todas las ideas amontonadas... mejor del inicio….
Ohhhh Bill siempre apoyando a su hermano me encanto cuando apenas le dijo que lo matarían reacciono adorable♥, una bomba waaaaaaa como de película y todo plump, no pero debieron quemarlo *que sádica*, hermosas son mis musas Broke de ángel que linda *desmayo* Tom cochino… Bill también…. Detonar todo el motel O.O genial así no se pueden escapar * y no lo harán xD*
Que asco tener sexo con ese viejo asqueroso muajjjj, pero todo sea por la vida de Tom♥♥
Oh mierda la atraparon y para joder más Tom no puede escuchar nada la bomba va a explotar waaaa desesperación total… me jodi cuando entraron solo imaginarlos, Broke es perfecta sabe todo, pobre chico un poco mas y lo deja todo su cuerpo roto, Camille de ella ya no se que decir *estoy buscando un calificativo que la describa* xD
Cuando le mete las nariz por el culo a Klaus *disfrute ese momento, la venganza es dulce * Broke mierda me preocupa tiene que estar bien sino me suicido o.O
Bill la cargo o.O todo lo que el amor puede hacer y todo hizo plump ¡!!!!!!!!!

16 de abril de 2011, 1:11 p. m.

Diooooooooooooooooooooooos! Había extrañado tanto leer mi fic favorito pero voy muy de culo con las clases en la universidad porque estudio en la mañana y en la tarde y llegaba muy cansada, tenía que hacer mis trabajos y el tiempo que tenía libre lo ocupaba en dormir.
En fin, hahahahahahahhaahhahahahahahahah Tom, lo extrañe tanto al huevón ♥ “Yo voto porque nos quedemos en casa y hagamos cochinadas.” Hahahahah idiota xD Y el otro que apoya también. Me gustó mucho cómo describiste el atuendo de ambas, no lo pudiste hacer mejor, mi imaginación captó las imágenes en el acto (: Y las siguen como perros a sus dueñas PTMMMMMMMM! Amé eso porque es verdad xD

Cuánta acción hubo en este capítulo ahhhhhhhhhhhhhh es que estoy sin palabra Souuu ♥
Son un gran equipo esos cuatro, los aaaaaaaaaaaaaaaaaaamo.
Y todo estaba planeado para que Cam fuera, y los Kaulitz ni enterados xD Te juro que lo amé.
Cam es mi Diosa wn, me encantó cuando los golpea hahahahahahahahahahha Es que la imaginé tan bien y me cagaba de risa xD por partes me reía, por otras maldecía y en otras sólo me tapaba la boca sin dejar de leer. Mierda, extrañaba sentir todo esto al leer ♥
Ya ya, me paso al toque al siguiente capítulo
Te adooooooooooooooooro !

PS: "Camille vio como, el único que quedaba en pie, había sido Tom, sosteniendo un revólver" Esa parte me encantó ♥ Es que me imagino a un gorila así queriendo hacerme daño y luego alguien dispara por detrás, el tipo cae al suelo y veo a Tom bien parado con el arma en la mano mirándome y rescatándome T___________________T Soñaré con esa parte ♥

Ok, me paso al siguiente (:
Y perdón por no comentar mucho, como antes, pero quiero leer xD