Capítulo 50 «Ruleta Rusa»

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Su sonrisa se iluminó por sobre los rostros morenos. Aquella mirada que tantas veces lo había atormentado, y que creyó nunca más volver a ver. Ahora estaba tan cerca de él mismo que nunca imaginó podía arder sólo el contacto de pupila con pupila.
Tom retrocedió dos pasos, entre la multitud. Y Caleb ni siquiera se movió. Tom se volteó y comenzó a caminar rápido, de pronto sintió miles de miradas clavadas en él, y puso atención al panorama. Un panorama bañado de agentes de la Organización.
―Joder, joder ―decía, mientras cambiaba de dirección, y realizaba que todo el lugar estaba lleno de agentes. Las paredes parecieron achicarse, enjaulándolo, dejándole una sola salida, hacia Caleb. Algo hizo contacto con su espalda, algo frío y metálico. Era una punta de mira.
―Camina ―dijo una voz, perfecto alemán. Punzó su espalda y Tom dio un par de débiles pasos hacia Caleb.
El castaño seguía con la misma sonrisa impasible. Le dio dos palmadas a la banqueta en la que estaba sentado, indicándole a Tom que quería su compañía. Tom no tuvo más opción y tragó con dificultad, acercándose. Cuando finalmente se acercó estaba sudando, y no precisamente de calor.
―Me alegra verte de nuevo ―gruñó Caleb en voz baja, mirando hacia el frente.
―No puedo decir lo mismo, suegrito―Caleb se carcajeó―. ¿Cómo lo ha hecho?
―Me pregunto si eso debo tomármelo a bien o a mal. Me hace sentir…subestimado.
Esta vez Tom rió.
―Definitivamente, para bien ―Y le volvió a ver―. ¿Va a matarme?
Caleb seguía con la vista al frente, las personas comenzaron a concentrarse frente a ellos, caminando.
―No aquí. No ahora ―respondió con simpleza. Tom quería suspirar aliviado, pero estudió un poco más sus palabras, tratando de descifrar su enigma.
―Pero sí lo hará, ¿no? ―cuestionó. Caleb finalmente le miró, con la sonrisa de lado.
―¿Por qué no me dejas esa decisión a mí, eh?
Tom calló.
―Quiero a tu padrastro ―le escuchó decir después―. Ha sido un verdadero dolor de cabeza durante los últimos años.
―Oh, vaya…
―Y tú eres la manera perfecta de tenerlo ―le interrumpió―. ¿No lo crees así?―Cuando se volteó a verlo, por segunda vez, Tom se sintió más cercano a su muerte que nunca. Cada partícula de su cuerpo se estremeció de un inminente temor.
―Me encanta cuando pones esa cara ―dijo Caleb después, con una carcajada, y volvió a mirar al frente. Sacó dos habanos del bolsillo de su traje, encendió uno para él y el otro, se lo extendió a Tom.  Tom nunca había fumado un habano, pero ya que se aproximaba su muerte, ¿por qué no hacerlo? Lo tomó e intentó encenderlo, un ataque de tos se apoderó de él.
―Principiante ¿no? ―Caleb adivinó, mientras Tom entre espasmos asentía―. Tómatelo con calma.
Finalmente dominó el arte de fumar un habano. Y se preguntaba, mientras el silencio entre ambos rondaba, qué iba a suceder después. Caleb era un hombre intimidante, desde luego, pero no actuaba como tal. Aún así, Tom no podía evitar temblar cada vez que una de sus miradas se prolongaba demasiado. Era como si supiese que era un hombre que infundía miedo, de modo que sobreactuarlo quedaría más bien ridículo. Pero actuar de manera natural le hacía incrementar el porte. Tom no podía dejar de pensar en Camille ahora, que sabía, iba a morir pronto. Porque aunque Caleb le dijo que no lo mataría ahora, ni en ese lugar, nada le garantizaba que en una hora, en otro lugar distinto, finalmente se deshiciese de él.
―Te tengo un trato ―murmuró Caleb cuando hubieron terminado de fumar―. Un trato donde tú y Camille pueden vivir como los tortolitos que son.
Tom asintió, haciéndole saber que quería saber más sobre el acuerdo.
―Quiero algo a cambio de tu libertad y la de Camille. ¿Qué estarías dispuesto a dar?
―Todo ―fue su respuesta.
―Me gusta como piensas―Caleb sonrió y dijo después―: ¿Dentro de ese «todo» se encuentra tu padrastro?
Tom se estremeció de pies a cabeza, sabiendo de antemano lo que le estaba proponiendo. Y su corazón comenzó a palpitar con lentitud, como pasos arrastrándose.
―Dame a tu padrastro, y te dejo libre ―repuso con voz extrañamente lenta.
Tom siquiera movió los labios para responder. Estaba atónito.
―También me gusta ese rostro de consternación. Te queda mejor que el de asustadizo que me diste antes.
Tom no escuchó nada de lo que Caleb dijo. Simplemente no podía reaccionar a nada, era como si…estuviese considerándolo. Y a Caleb le gustaba la idea de que estuviese haciéndolo, de modo que una sonrisa se formó en su rostro. Esta vez fue una sonrisa diferente, como la de un niño que consigue lo que quiere. Pero viniendo de Caleb, podía deducirse tenía una sombra de maldad en ella.
―Te diré qué vamos a hacer ―inquirió―. Mañana a las ocho de la mañana saldrá un vuelo hacia São Paulo, Brasil, Camille compró tiquetes para todos ustedes. De modo que antes de que el vuelo salga, quiero que me traigas a tu padrastro a esta dirección―Caleb le extendió un papel doblado, que Tom tomó por inercia―. Y si lo haces, podrás partir en ese vuelo completamente libre. Hablaré con Camille y le diré que estoy de acuerdo con su relación, así que volverán a Alemania. No le diré nada sobre tu pequeña traición, ya sabes, puede tomárselo no muy bien…inventaremos una excusa para la muerte de Gordon, y tu podrás vivir tu cuento de hadas como siempre quisiste. Hasta podrías trabajar para mí, ¿qué dices?
Tom sólo tragó con dificultad.
―Dejaré que lo pienses ―concluyó Caleb, levantándose―. Confío en que tomes la decisión correcta, por ti, y por Camille.
Caleb se marchó, dejando a Tom a la deriva. Lo peor de todo no era la proposición que le había hecho, lo peor de todo era que…
Lo estaba considerando.

•••

Cuando llegó al departamento del quinto piso del edificio Space Town, en West Bengal, una parte de Tom ya había muerto. Brokelle y Bill lo recibieron preocupados, abriendo la puerta.
―¿¡Dónde te metiste? ¡Tardaste una eternidad! ¡Nos tenías preocupados! ―Brokelle soltó cuanta pregunta se le vino a la cabeza en cuanto pudo, mientras Tom sentía sus palabras como el sonido de un disparo, completamente fastidioso. Cerró los ojos y se masajeó las sienes, alegando tener dolor de cabeza.
―Sólo…pase por un café, no es tan grave.
Brokelle le miró con ojos fulminantes. Sin embargo, Bill comprendió que algo sucedía con Tom, algo más grave que un dolor de cabeza.
―Descuida, yo me encargo de él ―fue lo que murmuró, antes de que Brokelle comenzara a hacerle saber porqué irse a tomar un poco de café, sí era grave en su situación.
Bill siguió a su hermano hasta su habitación, le miró sentarse en la cama, quitarse los zapatos y cambiarse la ropa hasta ponerse el pijama. Le vio saludar a Camille, quién salía del baño y luego se marchaba, entonces Tom se tumbó en la cama, y Bill permaneció apoyándose en la pared, con los brazos cruzados a la altura del pecho. Camille se alejó prudentemente, y entonces decidió hablar.
―¿Tendré que rogarte? ―fue lo primero que dijo. Tom le miró.
―¿Tendré que rogarte yo para que me dejes en paz? ―le devolvió la pregunta.
―Vamos, ambos sabemos que eso no sucederá ―Bill se acercó a la cama y se sentó al lado de Tom―. ¿Me dirás, entonces?
―No sucede nada, ¿sí? Puedes irte.
―Bien, me iré cuando me digas qué sucede realmente.
―Odio que seas mi gemelo, ¿lo sabías?
―¿Sabías que a mí me encanta? ―Bill sonrió burlón―. Anda, no hagas esto más difícil de lo que debería ser.
―Ya es lo bastante difícil, créeme.
―¡Ah, entonces sí sucede algo! ¿Lo ves?
Tom apagó el televisor y le lanzó una mirada fulminante a su hermano. Odiaba que pudiese discernir todo lo que sucedía dentro de Tom, que le conociese tan bien, y que fuese tan entrometido. Bill insistió con la mirada, y Tom sintió que si no lo contaba, iba a estallar, de modo que accedió.
―Bien ―dijo―. Pero te advierto que no es nada bonito.
―Oh, Tom, créeme que nada puede sobrepasar tu relato sobre cómo perdiste la virginidad. Creo que estaré preparado.
Tom sólo volcó los ojos.
―Acompáñame ―dijo, al tiempo que se levantaba.
Ambos se dirigieron a la terraza del edificio, sobre el techo, con una cerveza en mano. Y Tom necesitó un par de tragos antes de empezar a hablar, apoyándose del muro que hacía de barandal, mirando las luces de la ciudad y aspirando el aire cálido. Un aire que le faltaba a los pulmones cada vez que pensaba en cómo iba a salirse de esa.
―¿Y bien? ―quiso saber Bill. Tom le dio un trago a su cerveza.
―Promete no enloquecer hasta que termine de contarte ―sentenció.
―Lo prometo.
―Bien, entonces…debes saber que en realidad no me retrasé por ir a tomar café.
Bill negó con la cabeza.
―Lo odias desde el día que vimos a Camille por primera vez, en la cafetería.
Tom sonrió, recordando. Y supo por qué aún consideraba la oportunidad entregar a su padrastro por estar con Camille…simplemente, porque la amaba, y quería pasar toda su vida junto a ella, aunque tuviese que pagar un precio alto.
―Caleb me encontró ―dijo finalmente, y aunque escuchó un gemido de sorpresa por parte de Bill, no se volteó a mirarlo. Bill logró recomponerse y Tom siguió contando―: No me hizo daño, si te lo estás preguntando.  A menos que consideres que casi me ahogo por probar uno de sus habanos, pero esa es otra historia.
»Estaba sentado en una banqueta, y cuando le vi…supe que iba a morir. Y no pensé en otra cosa que no fuese en ella, Bill. En Camille. Entonces me dijo que me sentara a su lado, y lo hice.
―¿No intentaste escapar? ―interrumpió Bill.
―Sí ―respondió―. Estaba jodidamente rodeado. Todo el edificio, hasta los pisos de arriba. Me apuntaron con un arma y me dijeron que caminara, entonces fue cuando Caleb me llamó. Y yo me senté, y él…habló conmigo.
―¿Habló contigo? ―repitió incrédulo―. ¿Qué clase de mafioso habla con su enemigo?
―Uno que es muy astuto ―repuso Tom―. No charlamos como amigos, Bill. Él…me ofreció algo. Me ofreció mi libertad y la de Camille…a cambio de algo.
―Lo sabía…
―A cambio de alguien ―especificó entonces. Bill se estremeció―. Él quiere a Gordon, Bill―Y Bill sólo pudo quedarse callado―. Estoy pensando en hacerlo ―añadió después, con el corazón desgarrándosele.
―¡Tom! ¿!Qué demonios sucede contigo!? ―vociferó Bill. Tom le miró a los ojos, volteando la cabeza, mirándole sobre el hombro, aún apoyado sobre el barandal.
―No te estoy contando esto para que me juzgues ―dijo él, y Bill notó sus mejillas húmedas justo antes de que volviese a virar el rostro―. Quiero que te pongas en mi posición. ¿Puedes sentirlo ahora, Bill? ¿Te sirve ahora la conexión? ¿Puedes sentir el vacío que yo siento? ¿La culpabilidad?―Tom le miró de nuevo, directamente a sus ojos gemelos―¿¡Puedes sentir lo que yo cuando tengo que decidir entre la mujer que amo y mi padrastro!?
Bill sólo tragó con dificultad. Y no, no pudo ponerse en su lugar. Porque con sólo intentarlo sintió que el pecho iba estallarle, nunca podría estar en una situación como aquella…y de pronto dejaba de sentir la aversión que sintió hacia Tom cuando le dijo que pretendía entregar a su padrastro. Porque Bill no lo pensaría, Bill lo haría…y eso lo hizo sentirse peor aún. Y comprendía al duelo que Tom se estaba sometiendo, entregar a su padrastro no representaba únicamente estar con el amor de su vida, entregar la vida de Gordon…implicaba sentir que la traición lo comía vivo, que nunca su consciencia iba a tomar descanso de restregarle en la cara que había matado a su propio padre. Tom estaba muriendo por dentro, cada vez que exhalaba aire, no lo hacía para vivir…lo hacía para aferrarse a lo único que le quedaba.
Caleb había plantado la semilla, y vaya que lo había hecho bien. Tom era oficialmente un hombre miserable que se destruía por dentro a causa de la culpa. Y Caleb estaba seguro que su plan funcionaría cómo debía hacerlo, simplemente perfecto. ¿Cómo sería el rostro de Gordon cuando fuese arrastrado a la emboscada que tenía preparado especialmente para él? ¿Y qué tan mal se sentiría al saber que su hijo era la persona que lo engañaba? Ni siquiera iba a torturarle, le iba a quemar vivo, cómo le había prometido cuando lo dejó ir, suficiente tortura sería saber, mientras el fuego derretía sus entrañas, que estaba allí consumiéndose a cenizas por culpa de su hijastro.
Casi podía saborear, en su habitación de hotel, la satisfacción cuando de Gordon Trümper sólo quedasen las cenizas. Le haría pagar, finalmente, por su traición. Y nada se comparaba con ese sentimiento.

•••

A las seis de la mañana del día siguiente, todos los equipajes estaban listos para ser introducidos en un taxi camino al aeropuerto. Tom no había podido dormir en toda la noche, al igual que Bill, en medio de la penumbra de lo desconocido, ninguno tenía respuesta a lo que iba a acontecer esa mañana, antes de que tomaran el vuelo.
―Gordon ―dijo Tom, mientras miraba a su reloj. La voz le temblaba―. ¿Podrías venir un segundo?
Gordon se acercó a él, en una esquina de la casa, mientras los demás decidían si era demasiado temprano para llegar al aeropuerto.
―¿Qué sucede? ―preguntó.
―Yo…―la voz le traicionaba―. ¿sabes? Hay un edificio abandonado en Ultadanga, y yo…eh bueno, necesito algo de allí. ¿Podrías acompañarme?
Gordon le miró extrañado.
―¿Es importante? Sabes lo peligroso que sería salir solos…
―Lo es, realmente. Es muy importante. ¿Recuerdas el cofre de mamá? ―Gordon asintió―. Creí que dejarlo allí sería lo mejor, ya sabes… no es seguro esconderlo aquí en casa, lo he puesto entre unos ladrillos, y necesito recuperarlo. Es realmente importante para mí.
Gordon frunció el ceño.
―Bien, si es tan importante para ti…
Ambos volvieron al grupo, y Gordon anunció que iban a salir un minuto.
―¿Adónde irán? ―preguntó Camille.
―Oh, es algo mío…―respondió Gordon, mirando con complicidad a Tom―. Es aquí cerca, no tardaré mucho ¿bien?
―Está bien, pero no se retrasen, el taxi estará aquí en cualquier minuto.
―No lo haremos ―dijo Gordon, y tomó las llaves del auto―. Vuelvo en un par de minutos.
Tom tomó su chaqueta y salió del departamento junto a Gordon, sospechando que cuando volviese…probablemente lo haría solo.
Entre tanto, Bill estaba verificando en las habitaciones para saber que no dejaban nada. Cuando salió a la sala de estar, se extrañó de ver a las chicas solas.
―¿Dónde se han metido Gordon y Tom? ―preguntó.
―Han salido a hacer algo ―respondió Brokelle―. Volverán pronto.
Bill supo a que se refería, y no pudo evitar sentir que su corazón se oprimía con fuerza. No sabía qué pensar…ni siquiera quería imaginar la posibilidad de la atrocidad que Tom haría pronto. Ni siquiera había podido despedirse de su padrastro…pero no podía llorar. No frente a ellas. Lo había prometido, y así sería más fácil.
Bill se excusó, se fue al baño, y allí lloró silenciosamente. Mientras Brokelle y Camille se miraban extrañadas por el comportamiento de todos.

•••

―Ah, mierda…no llegaremos a tiempo ―refunfuñó Gordon, mientras tomaba una curva―. ¿No dijiste que era cerca?
Tom miró al papel con la dirección.
―Pues…eso parecía.
Gordon notó los apuntes de Tom.
―¿Apuntaste la dirección de tu escondite? ―preguntó extrañado.
―Oh, es que temí olvidarlo. Ya sabes, aún no me acostumbro.
―Eres tan extraño ―bufó Gordon―, joder, y llegaremos tarde.
Finalmente llegaron a la dirección, y Tom supo que el fin era inminente. Miró el edificio, aparentemente desolado, y Gordon inadvertido de lo que pronto iba a suceder, apagó el auto y se inclinó en el asiento. Tom le miró.
―¿No irás a traerlo? ―preguntó su padrastro.
Tom respiró hondo, asimilando lo que iba a hacer. No podía hacerlo, no a él, no a Gordon, él le había salvado la vida, lo había criado…lo había amado cuando creyó que no quedaba nada después de su madre. ¿Y Tom iba a pagarle de esa manera? ¿Entregándolo a su peor enemigo? La consciencia no lo dejaba ser tan cobarde a niveles tan ridículamente altos. Pero de nuevo, se encontraba en un laberinto que sólo tenía una salida. Gordon seguía mirándole, sin comprender por qué aún no bajaba del auto.
―Necesito un tiempo para mí sólo, cuando entre allí ―dijo de súbito, Tom―. Puedes irte ahora, yo tomaré un taxi hacia el aeropuerto y los veré allí.
Gordon frunció el ceño.
―Sólo quiero…tener un tiempo con mamá ―se explicó, porque para él, eso significaba el cofre, y Gordon lo sabía perfectamente.
―Bien, si eso quieres…no tardes mucho.
―No lo haré ―dijo. Y miró a Gordon…y le abrazó.
Sin poder contenerlo sus ojos lloraron, aunque procuró no sollozar. Y aunque Gordon no comprendía por qué su repentina muestra de cariño, la aprovechó porque era la primera vez que Tom lo hacía.
―Nunca te agradecí por haber sido el mejor padre del mundo ―dijo, con la voz pendiendo de un hilo―. Gracias por todo, Gordon. Te quiero.
Gordon palmeó su espalda.
―Yo también te quiero Tom, pero…deberías ir por el cofre ya, o llegaremos ambos tarde.
Tom se separó con pesar, procurando no ser muy evidente con su llanto. Salió del auto, cerró la puerta, y asomó su cabeza por la ventana una última vez.
―¿Podrías hacerme un último favor? ―preguntó.
―Lo que sea.
Tom sonrió y le dijo:
―¿Podrías manejar tan rápido como puedas de aquí? ―cuestionó. No quería que nadie se diese cuenta de que las clausulas de su trato con Caleb iban a cambiar.
―¿Para qué quieres que haga eso? ―preguntó Gordon desconcertado por el comportamiento de Tom.
Y él buscó en sus recuerdos de la infancia, en todos ellos aparecía Gordon. Finalmente respondió:
―¿Recuerdas aquella vez que hiciste derrapar el viejo Dodge charger en Leipzig? ―Gordon asintió―. Prometiste que lo harías de nuevo para mí.
Tan solo tenía seis años, y lo recordaba. Gordon sonrió, como un padre orgulloso.
―Lo haré.
Tom se separó del auto, con una tranquilidad que nunca antes había sentido. A pesar de la proximidad que tenía con su muerte, ver el auto de Gordon desaparecer a una gran velocidad y luego derrapar en una curva, lo hizo sentir bien. Como si ya no tuviese nada más que hacer allí. Cómo si fuese sólo una piedra en el camino de Camille.
Ah, Camille. Como una bocanada de aire fresco, mientras pensaba sobre ella y se encaminaba hacia su inexorable muerte, con una sonrisa en el rostro. Se detuvo ante el majestuoso edificio, sabía que al entrar iba a ser asesinado, de modo que quería pensar en ella…sólo un momento más.
Un ínfimo momento, para estar juntos, aunque sea en sus pensamientos, pero una última vez…para verla.

•••

Camille no pudo quedarse quieta al ver la reacción de Bill y la extraña partida de Tom y Gordon. Intentó calmarse unos minutos, sin decirle nada sobre sus sospechas a Brokelle, pero simplemente no pudo. De modo que antes de que Bill saliese del baño, ella se escabulló por las habitaciones y logró abrir la puerta del baño. Bill estaba sentado en el inodoro, con la cabeza agachada, sollozando.
―¿Sucede algo? ―preguntó, cuando Bill alzó la vista cristalizada.
―¡Camille! ¿Nunca te enseñaron a tocar la puerta?
―No, me enseñaron a derribarlas y a abrir cerraduras.
Bill trató de limpiar sus lágrimas, pero era muy tarde.
―Será mejor que me digas qué demonios están tramando ustedes tres.
―¿Quiénes tres? ―cuestionó Bill, haciéndose el desentendido.
―Tú, Gordon y Tom.
―Estás paranoica ―espetó Bill.
―Estás menstruando ―contestó de la misma manera Camille―. O eso, o eres demasiado sensible. Así que, a menos que quieras quedar como una florcita, será mejor que me digas en este momento qué demonios sucede.
Bill se sintió cohibido.
―No sucede nada, ¿bien? Sólo que hoy es el aniversario de la muerte de mamá, y por eso lloro, por eso Tom y Gordon se han ido. ¿Estás contenta?
Camille se quedó callada. No porque le hubiese creído ―porque sabía que para la fecha del aniversario de la muerte de su madre aún faltaban tres meses― sino porque, si Bill se había atrevido a usar ese comodín en el juego de mentiras que se estaba tramando, lo mejor era intervenir cuando ella tuviese más pistas para saber que realmente tramaban algo.
La voz de Brokelle se escuchó llegando al baño.
―¡Gordon! ¿Qué se ha hecho Tom, eh?
Al escuchar lo último, Bill se puso de pie con rapidez y salió corriendo hacia la sala, dando crédito a lo que había escuchado. Gordon estaba allí, de pie, solo…y no parecía nada bueno.
―¡¿Y Tom?! ¿¡Dónde se metió ese idiota!? ―preguntó ansioso. Todos le miraron con ojos confundidos.
―Se ha quedado…haciendo unas cosas suyas. Te explicaré luego, Bill.
―No, no, no ¡no! ¡Dime que ese idiota no lo hizo! ―vociferó.
―¿!Qué no ha hecho qué!? ―intervino Camille, plenamente segura de que era hora de inmiscuirse.
―¡Ah, mierda, Gordon dime que no lo dejaste solo!
Gordon se extrañó.
―¿¡Alguien podría explicarme qué demonios ha sucedido!?
―¡No, joder, no! ―Bill se tomó la cabeza, y comenzó a llorar deliberadamente. No, no podía creerlo, no era Tom quién debía morir…no su hermano gemelo.
Camille lo tomó del cuello y lo acorraló en la pared, al verlo hiperventilando.
―¡Será mejor que me digas qué demonios está pasando! ―exigió en un grito―¡Habla, maldita sea!
―¡Tom, joder, Tom está muerto!―gritó―¡Tom ha muerto!
Camille sintió que el corazón le dejó de latir en ese preciso instante. Como si el tiempo se hubiese detenido. Pero no aminoró la fuerza en el cuello de Bill.
―¿¡Qué mierda estás diciendo!? ¡Explícate!
―¡Caleb, se ha entregado a Caleb! Joder, ¡está muerto! ¡Tom está muerto! ¡Tu padre lo ha matado!
En ese instante, Brokelle tomó a Camille y la apartó de Bill. Para ese momento, Camille ya estaba completamente absorta en ella misma…incapaz de creer lo que Bill le estaba diciendo. Incapaz de discernir entre la realidad y un sueño. Algo en ella estaba rompiéndose, y no sabía qué era exactamente.
Tal vez su corazón. Y le comenzaba a faltar el aire.
Entre tanto, Bill lloraba en el hombro de Brokelle, incapaz de reaccionar. En ese instante, algo en la mirada de Camille cambió, de estar ida…a estar enfocada. Miró a Gordon.
―Llévame adónde dejaste a Tom ―exigió. Gordon no tardó en decir que sí, aún sabiendo el peligro que eso implicaba para todos. Sólo quería salvar a su hijo.
Todos bajaron los escalones, sin tiempo de esperar por el elevador. Aún Bill, quién hacía unos minutos era un mar de lágrimas e ira, había decidido no rendirse y ceder ante la posibilidad de que tal vez, y sólo quizás, aún Tom estaba con vida.
Inmediatamente Camille tomó el volante, con ferocidad, y recorrió las calles de Kolkata con una velocidad que ningún hindú había presenciado nunca. Entre luces difuminadas y la gravedad jugándoles en contra, Camille se dirigió a Brokelle, en el asiento del copiloto.
―Necesito que sepas algo ―le dijo, sin quitar la vista del frente―. En mi equipaje, hay un sobre con el nombre de Tom ―explicó―. Si algo llegase a suceder…entrégasela de mi parte.
Brokelle le miró, y comprendió a que se refería. Por más que nadie quería pensarlo, siquiera mencionarlo, todos estuvieron conscientes de que al salir de Alemania las probabilidades de seguir con vida eran prácticamente nulas. Más aún las de Camille.
Y ahora era un hecho mucho más cercano de lo que pensaron. Brokelle asintió, con la mirada llena de dolor. Y Camille no se atrevió a mirarla más, no si aquello significaba una posible despedida.
Finalmente, al llegar, el auto derrapó y repararon en la presencia de Tom, de pie frente al edificio, como una estatua. Tom reparó en ellos también, pero estaba dispuesto a llevar a cabo su plan de cualquier manera. De manera que no se volteó para verlos, ya se había despedido de ellos en su imaginación, y no necesitaba hacerlo de nuevo. Así que comenzó a dar pasos, acercándose al pórtico del edificio, acercándose a su muerte… a su liberación.
En ese momento, una sombra pasó a su lado con rapidez. Su cabello rojo se revoloteó mientras sus piernas largas corrían a más no poder, alcanzando la puerta del lugar segundos antes que Tom pudiese realizar en lo que sucedía.
―¡Camille, no lo hagas! ―se escuchó a sí mismo gritar, y mientras tomaba impulso para correr tras ella, lo tomaron por los hombros.
Eran Bill y Gordon.
―¡¡Déjenme ir, van a matarla!! ¡SUELTENME, MALDITA SEA!!
Los chicos lo tomaron con más fuerza, mientras Tom se zarandeaba y gritaba a más no poder que lo soltaran. Era él quien debía morir, no ella. Era él quién debía estar dentro de ese edificio. Pero Bill y Gordon dejaron de sostenerlo, para comenzar a arrastrarlo hacia el auto, mientras él seguía pataleando y luchando porque lo dejasen ir.
Camille se introdujo entonces al edificio, en apariencia vacío. Su respiración era dificultosa, mientras su pecho se alzaba en cada exhalación. Entonces tomó todas las fuerzas que le quedaban, para gritar con todo el aire de sus pulmones:
―¡¡Caleb!! ¡¡Sal de allí, maldita sea!!
Se escucharon unos pasos dentro del recinto, un eco ensordecedor de maldad. Y quién se plantó frente a ella, presuntuoso, no era su padre. Era alguien mucho peor.
―Evan ―musitó ella, tragando con dificultad. Y quiso lanzarse sobre él, golpearlo hasta matarle, torturarlo, y dispararle hasta quedarse sin balas. Pero no pudo, se quedó estática. Y él sonrió, con sonrisa malévola, con intenciones inhóspitas.
«Evan, cancela la misión, no puedes hacerlo si ella está dentro…El señor Novek dijo que…»
Evan se apartó el auricular de la oreja. No le importaba que hubiese dicho el maldito Señor Novek.
―Nos vemos de nuevo, Camille ―musitó.
Y hubo una explosión.
El sonido de la piedra de las paredes cediendo ante las llamas, una ola de calor que llegó al rostro de Tom conforme era sostenido por Bill y Gordon. Se escuchó el vidrio romperse, sonido amortiguado por los gritos de impotencia de Tom. Había gritado el nombre de ella, mientras la veía consumirse ante el fuego, mientras veía el humo negro alzándose por sobre el techo, y la piedra cayendo por sobre ella…por sobre su cuerpo, el cuerpo que él anhelaba, el que tuvo tantas veces en su cama, haciéndole el amor con desvelo. Las cenizas comenzaban a sepultar su cuerpo calcinado, mientras él seguía gritando, vociferando…llorando. Viéndola morir ante sus ojos, perdiéndola por culpa de su cobardía…y entonces su cuerpo colapsó. Él había muerto, junto con ella, su alma se había apagado. Y no lo soltaban, porque sabían que correría a las llamas con tal de verla una vez más. Se escuchó otro estallido, otro golpe a su corazón inerte, las pocas paredes que habían quedado en pie finalmente cedían a la gravedad. Grandes bloques de piedra comenzaban a sepultar lo que hasta ahora era un recuerdo.
El recuerdo de ella, Camille Novek, la asesina más buscada y peligrosa de Alemania, no ha muerto asesinada por su peor enemigo, no ha muerto envenenada, no ha sido condenada. Ha muerto de amor, ha muerto por amor…ha muerto para su amor.

•••

Una brisa otoñal alborotó su cabello, su mirada permaneció fija en la cruda y fría lápida. Es otoño en Alemania, de nuevo, otoño como cuando la conoció. Las hojas se alborotan ante la brisa fría que le trae únicamente recuerdos. Recuerdos que lo matan cada vez más. Recordaba lo que sintió cuando la vio por primera vez, bajando del auto, cuando pasó a su lado sin siquiera mirarlo, dejando como su único recuerdo la efímera esencia de su perfume. Recordó su mirada a través del espejo retrovisor, clavándose en él, clavándose en su corazón… recordó la primera vez que estuvieron juntos, cuando supo qué era hacer el amor. Cerró los ojos y pudo verla, sonriéndole, diciéndole que todo estaba bien ahora. Pero no lo estaba.
Brokelle se ha acercado por detrás, y ha introducido su mano en la bolsa de la gabardina de Tom.
―Ha dejado esto para ti ―le dice, en un susurro. Y se marcha, para que él la lea solo. Reconoce su letra en manuscrita cuando ve el sobre con su nombre, y las lágrimas ya acuden a sus ojos sin siquiera leer el contenido de la carta. Finalmente la abre.
Tom; Todo está bien ahora. Todo está mejor para ambos.
Sabes que nunca creí en el destino, pero sí creo que cuando algo sucede, es porque traerá otras consigo. Estoy segura de que la vida va a sonreírte después de mi partida.
Sólo quiero que abandones esta ciudad, abandones tu trabajo, antes de que sea demasiado tarde. Reconsideres tu vida y te des cuenta de que lo que estás haciendo no traerá nada bueno para ti. ¿Has visto lo que nos ha hecho?
Pero confío en que te liberará de lo que sea que te esté amarrando a esta vida. Confío en que tomarás la decisión correcta, y serás feliz. Yo lo seré si tú lo eres.
Tal vez nunca lo dije, pero siempre estuve segura de esto; te amo. Te amo como nunca creí haber amado a alguien…tal vez quizás más que a mí misma, y por eso hice lo que hice. Estaremos siempre juntos, lo prometo.
Camille.”
Tom sollozó al terminar de leer sus palabras. Dobló de nuevo la carta y la metió en su gabardina. Sólo han pasados dos días de su muerte, y siente que no puede más. Cada día es peor…cada día la extraña más. Se pregunta a sí mismo si alguna vez podrá dejarla de amar y de sentirse tan vacío como se siente ahora. Se pregunta si alguna vez su vida tendrá sentido de nuevo.
Tal vez no.
―Yo también te amo ―dice, agachándose sobre la lápida con flores. El viendo le hace sentir los ríos de lágrimas que le descienden por la mejilla―. Te amo y siempre voy a hacerlo.
Se ha agachado, con el anillo entre los dedos. Un anillo que ahora descansa sobre la lápida cruda y fría, un anillo que siempre le perteneció a ella…como su corazón.


The blowers daughter-Damian Rice


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Bien, recuerden que UTOPIA NO HA TERMINADO. Sí, Camille está muerta, pero esta historia aún tiene muchos cabos sueltos. Las espero el próximo miércoles para que vean el TRAILER DE LA TERCERA TEMPORADA. El 16 de noviembre dará inicio la ultima temporada de este fanfiction. Gracias por leer, espero que comenten.

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5 Response to Capítulo 50 «Ruleta Rusa»

2 de noviembre de 2011, 6:17 p. m.

No lo puedo creer!!!
Rompió todas mis expectativas!!!
Quiero que inicie la nueva y última temporada...
:(

2 de noviembre de 2011, 6:45 p. m.

Mae que hijueputa!!! Sabiendo lo que se he llorado!!!!! Que tristeza, no lo soporto, Tom ha roto mi corazón en unos 4784959857474 pedazos, maeeee no paro de llorar!!! No me creo que bueno ha sido este capi!! Es simplemente demasiado!! Me siento tan tonta, hijueputa Evan me la cago, me le cago, me le cago.
Y demasiado buena la escena de Tom y Caleb hablando, cuando le dijo "suegrito" yo juré que Caleb le iba a meter una bala en la cabeza!!
Y que cosi Bill, otro que me rompió el corazón, y Tom diciéndole a Gordon que es el mejor papá del mundo y derrape el carro, OMG!!! desde ahí empecé a llorar!!!
Que buenoooo mae, no puedo esperar por la otra temporada!!! Que emoción!!!! *-*
Camille for ever!!! (L)

the flacks
3 de noviembre de 2011, 11:05 a. m.

nooooooooo,llego para comentar luego de que me atrase mucho, he estado trabajando y estado muy ocupada con mi fics, estuve tratando de ponerme al día, y cuando por fin lo logro, leo esto T-T, me da, me da enserio. ¿camille muerta?, ¿esta muerta?, pobre tom. me has hecho llorar, yo amaba el personaje de camille, esa dureza que solo se rompía cuando estaba con tom, por dios, aun no lo creo, todo se veía bien, ellos se escaparon juntos, estabna viviendo su sueño, hasta que caleb la c*go toda!, Y ESE MALDITO DE EVAN!!! el es el traidor!!!, como esposible....ahhhhhh, aun no salgo de mi asombro y mi dolor. caleb fue el del plan?, no, fue evan, porque caleb no la mataría, no a su hija, no de esa manera. Dios mio, dime que esta bien, dime que camille va aparecer por favor, me dolió en el alma leer la parte donde el edificio explota, con ella dentro!, me quede paralizada O.O, hasta creo que senti lo que tom sintió al ver como todo se destruía con el amor de su vida dentro.

hoy estoy de luto, enserio, me dolio demasiado este capi, has logrado conmoverme mucho, que sienta un sentimiento ajeno, un sentimiento tan duro, y yo que hoy me puse al día en tu fics pensando que algo bueno iba encontrar, pero no, camille murió.....al menos esto sigue, creo que habrá justicia para camille, espero que Tom vengue su muerte, que Caleb sufra por lo que ha hecho, porque si el no hubiera seguido a camille, ella estuviese viva al lado de su amor, tom.

pdt: perdoname por no haber comentado todos estos meses, he estado trabajando mucho, y estoy preparándome para ingresar a una universidad, y aparte tengo un fics que tengo que avanzar, pero ni bien pude tener internet en mi casa comencé a ponerme al día en tu fis. una vez en el foro de tokio hotel perú te dije que amaba tu fics, pues, no era mentira, no me he olvidado de el para nada, poco a poco estuve poniéndome al día, y por fin hoy lo logre, y me encuentro con esta desgracia, aunque el capi esta impresionantemente genial!, de verdad eres para mi una de las mejores escritoras. He visto que vas sacar la historia en libro, yo de hecho quiero comprarla, quiero tener esta obra de arte en mis manos, y así leerla cuantas veces quisiera, y saber que me hara sentir siempre conmovida por la historia, es una de mis preferidas, esta en primer lugar en mi lista, lo amo.

bueno me despido, tengo que ir a trabajar en media hora, y si no me reconociste, te cuento que soy "THE FLACKS", una de tus lectoras que vio tu fics en tokio hotel peru desde un comienzo, espero que te acuerde de mi ^^. Bueno, nos vemos, espero con grandes ansias la siguiente y ultima temporada T-T, espero que camille obtenga justicia y que de eso se encargue tom, su muerte no puede quedar así por favor.

besos y cuidate.
the flacks

Karina.
8 de enero de 2012, 12:32 a. m.

No pude con este capitulo, no pude... en realidad siempre he sido una lectora silenciosa, nunca tuve la consideración de escribirte y me arrepiento mucho de ello, quiero decirte que el trabajo que haces es grandioso y admirable, tú manera de escribir, relatar y explicar es absolutamente perfecta, mis lagrimas por leer este capitulo explican todo, me siento parte de la historia e imagino que ni esperabas que las lectoras hicieran eso, gracias por hacer que volviera siempre a este foro a leer tu fan fic, se merece miles de elogios y hasta un libro, seguiré leyendo porque sé que este no es el fin, y nuevamente mil felicitaciones por esto.

3 de febrero de 2012, 12:28 p. m.

Bueno es la primera vez que te escribo.. no se por que no había considerado escribirte... yo tan bn soy una lectora silenciosa... pero la verdad es que no aguante mas este capitulo me rompió el corazón en mil pedazos aun no puedo creer que CAMILLE ESTE MUERTA.. wao de veras que siento como un vació en mi pecho .. hay estoy tan metida en tu fan fic que creo que siento los sentimientos de los personajes de TOM pobre tom :( ... me voy a poner a llorar (¡¡camille murio!!)
¡¡AHHHH!! no lo puedo creer.. bueno segire leyendo ... ahh por cierto te felicito eres una escritora excelente haces que nosotros los lectores nos metamos tanto en la historia.. la verdad es que no se como describirte la palabra excelente te queda pequeña .. y no estoy bromeando eres espectacular .. es mas puedo decir con toda seguridad este fic es mi es mi favorito .. cuídate
Bye